Las bayas y el vino tinto se relacionan con una menor mortalidad en la enfermedad de Parkinson

Pauline Anderson

Conflictos de interés

31 de enero de 2022

Las bayas, el vino tinto y otros alimentos ricos en flavonoides se asocian a menos riesgo de fallecimiento en pacientes con enfermedad de Parkinson, señala una nueva investigación.[1]

En un análisis prospectivo de más de 1.200 participantes con un diagnóstico final de enfermedad de Parkinson, quienes comían tres o más raciones de alimentos ricos en flavonoides a la semana tenían una mortalidad 70% menor que los que consumían una o menos raciones de estos alimentos al mes.

Dr. Xiang Gao

"Adoptar un patrón dietético saludable con alto contenido de frutas y verduras coloridas como las bayas, incluso después de un diagnóstico de enfermedad de Parkinson, podría retrasar la progresión de la enfermedad y mejorar la tasa de sobrevida", comentó a Medscape Noticias Médicas el investigador del estudio, Dr. Xiang Gao, Ph. D., profesor y director del Laboratorio de Epidemiología Nutricional del Departamento de Ciencias Nutricionales de la Pennsylvania State University, en Pensilvania, Estados Unidos.

Los hallazgos fueron publicados en versión electrónica el 26 de enero en Neurology.

Primeros indicios de las ventajas para la sobrevida

Los flavonoides son moléculas polifenólicas de origen vegetal que se encuentran en frutas como las bayas, las manzanas y las naranjas; en verduras como la col rizada y el brócoli y en bebidas como el té y el vino tinto. Son los componentes dietéticos que dan su vibrante color a muchos alimentos.

Ya se ha demostrado que algunos flavonoides tienen propiedades antioxidantes y antiinflamatorias.

Un estudio anterior realizado por el Dr. Gao y sus colaboradores demostró que los flavonoides se asociaban a un menor riesgo futuro de desarrollar enfermedad de Parkinson. Sin embargo, no aportó pruebas de que estos nutrientes mejoraran las tasas de sobrevida de los pacientes con enfermedad de Parkinson.

El nuevo análisis incluyó a las enfermeras participantes del Nurses' Health Study (NHS), que comenzó en 1976 y a los participantes masculinos del Health Professionals Follow-up Study (HPFS), que comenzó en 1986.

Todos los participantes respondieron a cuestionarios al inicio y luego cada dos años para actualizar la información sobre los datos demográficos, el estilo de vida, los antecedentes personales patológicos y la presentación de enfermedades crónicas.

Mediante cuestionarios validados sobre la frecuencia de los alimentos que se contestaron cada 4 años, los investigadores evaluaron la ingesta dietética de flavonoides totales, seis subclases de flavonoides y alimentos ricos en flavonoides, como té, manzanas, bayas, naranjas y jugo de naranja, así como vino tinto.

Examinaron la ingesta de flavonoides tanto antes como después del diagnóstico de enfermedad de Parkinson para minimizar el potencial de causalidad inversa. Los investigadores señalaron que los pacientes con enfermedad de Parkinson tienen dificultades para deglutir y manipular los alimentos y los cubiertos, lo que podría afectar su consumo de alimentos ricos en flavonoides.

La frecuencia de consumo de alimentos ricos en flavonoides se clasificó en cuatro grupos: una o menos raciones al mes (el grupo de referencia), de una a tres raciones al mes, de una a dos raciones a la semana y tres o más raciones a la semana.

El análisis incluyó a 599 mujeres y 652 hombres a los que se les había diagnosticado recientemente enfermedad de Parkinson. La media de edad en el momento del diagnóstico de enfermedad de Parkinson fue de 72 años y el tiempo medio transcurrido entre la última evaluación dietética previa al diagnóstico de enfermedad de Parkinson fue de 32 meses.

El criterio principal de valoración fue la mortalidad por cualquier causa. Hubo 528 decesos en hombres y 416 en mujeres durante una media de seguimiento de 33 años.

¿Vía neuroprotectora?

Después de controlar la edad, las conductas relativas al estilo de vida, los antecedentes personales patológicos y la ingesta total de energía y cafeína, los resultados mostraron que una mayor ingesta total de flavonoides antes del diagnóstico de enfermedad de Parkinson se asociaba con menos riesgo de mortalidad por todas las causas después del diagnóstico en los hombres, con un hazard ratio (HR) de 0,53 (intervalo de confianza de 95% [IC 95%]: 0,39 a 0,71) al comparar los cuartiles más altos y más bajos (p < 0,001 para la tendencia).

Sin embargo, esta asociación no se encontró en las mujeres (HR: 0,93; IC 95%: 0,68 a 1,28; p para la tendencia = 0,69).

El hazard ratio combinado fue de 0,70 (IC 95%: 0,40 a 1,22; p para la tendencia = 0,25) con una heterogeneidad significativa (p = 0,01).

Hubo asociaciones significativas entre una mayor ingesta de ciertos flavonoides antes del diagnóstico y un menor riesgo de mortalidad. El hazard ratio combinado al comparar los cuartiles de ingesta más altos con los más bajos fue de 0,66 para la antocianina, 0,78 para las flavonas y 0,69 para los flavan-3-oles (p < 0,05 para todos).

En comparación con los participantes que consumían menos de una ración al mes, los que consumían más de tres raciones de bayas o vino tinto a la semana antes del diagnóstico tenían menos riesgo de mortalidad (HR combinado: 0,77; IC 95%: 0,58 a 1,02 para las bayas y HR: 0,68; IC 95%: 0,51 a 0,91 para el vino tinto).

Tras el diagnóstico de enfermedad de Parkinson, un mayor consumo de flavonoides se asoció con mejores tasas de sobrevida tanto en hombres como en mujeres.

No está claro por qué hubo una diferencia de sexo en la asociación entre la ingesta de flavonoides antes del diagnóstico y la mortalidad, pero no para la ingesta de flavonoides después del diagnóstico, destacó el Dr. Gao.

Una posible vía neuroprotectora por la que los flavonoides reducen la mortalidad en la enfermedad de Parkinson implica la eliminación directa de radicales, lo que reduce el estrés oxidativo y los niveles de neuroinflamación crónica, señaló.

"Se ha demostrado que ciertos flavonoides, por ejemplo, las antocianinas, ejercen efectos antiapoptósicos y protegen la cognición y las funciones motoras. También podrían aumentar la liberación de dopamina", añadió el Dr. Gao.

Las limitaciones del estudio incluyeron no tener información detallada sobre la gravedad de la enfermedad de Parkinson de los participantes y que tanto el Nurses' Health Study como el Health Professionals Follow-up Study incluían predominantemente profesionales de la salud de raza blanca, lo que limita la generalización de los resultados, señalaron los investigadores.

Sin asociación directa

Al comentar sobre los hallazgos a Medscape Noticias Médicas, el Dr. Michael S. Okun, asesor médico de la Parkinson's Foundation y director del Norman Fixel Institute for Neurological Diseases del University of Florida Health, en Gainesville, Estados Unidos, dijo que el estudio se suma a la creciente evidencia que indica que "subconjuntos de flavonoides y especialmente las bayas y el vino tendrán beneficios antes y después del diagnóstico de la enfermedad de Parkinson".

Sin embargo, subrayó que los pacientes no deberían empezar a beber vino tinto solo para mejorar la sobrevida.

"No recomendamos que las personas con diagnóstico de enfermedad de Parkinson beban alcohol, especialmente sin la supervisión de un médico", afirmó el Dr. Okun, quien no participó en la investigación.

Gunter Kuhnle, Ph. D., catedrático de Nutrición y Ciencias de la Alimentación de la University of Reading, en Reading, Reino Unido, también comentó a Medscape Noticias Médicas que dado que el estudio no parece hacer el ajuste con respecto al nivel socioeconómico, los resultados pueden deberse a factores como los ingresos y la educación y no a la ingesta de alimentos.

El estudio mostró una asociación beneficiosa con las antocianinas, que se encuentran principalmente en las bayas caras y con los flavan-3-oles que se encuentran sobre todo en el té, que en Estados Unidos suele ser un indicador de mayores ingresos, comentó Kuhnle.

La ventaja de evaluar la ingesta dietética de flavonoides mediante un cuestionario de frecuencia de alimentos, como se hizo en este estudio, es que capta los patrones a largo plazo. Sin embargo, la desventaja es la pérdida de "resolución" al combinar alimentos similares, agregó.

Puesto que los flavonoides se encuentran en la mayoría de las frutas y verduras, la ingesta elevada de flavonoides "podría ser simplemente un indicador de la ingesta de frutas y verduras y, por tanto, de un patrón dietético 'saludable'", concluyó.

El estudio recibió financiación del National Institute of Neurological Disorders and Stroke. El Dr. Gao y el Dr. Okun han declarado no tener ningún conflicto de interés económico pertinente. Kuhnle ha realizado investigaciones sobre las asociaciones entre el flavanol y la salud, algunas de las cuales han sido financiadas por Mars.

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