TENDENCIA CLÍNICA

Variante ómicron del SARS-CoV-2

Ryan Syrek

Conflictos de interés

28 de enero de 2022

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Desde su identificación en Sudáfrica a finales del año pasado, ómicron ha dominado los titulares y ha disparado el número de casos de COVID-19 en Estados Unidos y en todo el mundo. Sus múltiples mutaciones han sido objeto de muchas investigaciones (ver infografía), y esta variante altamente transmisible del coronavirus es la tendencia clínica de esta semana.

Desde el pasado mes de noviembre, la preocupación por el perfil mutacional de ómicron era evidente. El primer informe se obtuvo desde el 22 de noviembre en GISAID, donde fue cargada la primera secuencia por el Departamento de Salud de Hong Kong. A principios de enero, la variante se había convertido en la variante dominante del nuevo coronavirus en todo el mundo, según la Organización Mundial de la Salud (OMS).

La OMS y otros organismos han sugerido que la variante altamente infecciosa puede causar una enfermedad menos grave que la variante delta. Esta información sigue siendo objeto de investigación. Un estudio sudafricano que aún no ha sido revisado por pares sugirió que los individuos no vacunados pueden ser menos propensos a la enfermedad grave asociada a ómicron. El estudio comparó a casi 12.000 pacientes de las tres primeras olas de COVID-19 con algo más de 5.000 de la ola de ómicron. Esos datos muestran una enfermedad menos grave y proporcionalmente menos ingresos hospitalarios y muertes. Sin embargo, los investigadores están estudiando si esto se debe a una mayor inmunidad de la población asociada a la vacunación o a infección previa o si ómicron causa una enfermedad menos grave. Este estudio en particular concluyó que aproximadamente una cuarta parte del menor riesgo de enfermedad grave podría atribuirse a las características de la propia ómicron.

A pesar de la posible disminución de la gravedad, la alta transmisibilidad puede dar lugar a un número importante de muertes en las próximas semanas. Centers for Disease control and Prevention (CDC) de Estados Unidos predijo que hasta 62.000 personas podrían morir de COVID-19 debido al último aumento en Estados Unidos. Para la semana que termina el 5 de febrero, CDC prevé entre 10.000 y 31.000 nuevas muertes.

En cuanto a la prevención de desenlaces graves, un estudio realizado en el Reino Unido descubrió que una tercera dosis de refuerzo es 88% eficaz para prevenir la hospitalización debida a la variante ómicron. En cuanto a la prevención de la transmisión por medio de la vacunación, un estudio reciente realizado en Israel reveló que una cuarta dosis de refuerzo no evita que los individuos contraigan ómicron. En un ensayo clínico, 274 trabajadores médicos del Sheba Medical Center, cerca de Tel Aviv, recibieron una cuarta dosis de vacuna en diciembre (154 recibieron la vacuna de Pfizer/BioNTech y 120 la de Moderna) después de haber recibido previamente tres dosis de la vacuna de Pfizer/BioNTech. Ambos grupos recibieron un aumento modesto de anticuerpos. Sin embargo, en comparación con un grupo de control que no recibió la cuarta dosis, el refuerzo adicional no proporcionó una mayor protección contra el contagio de ómicron.

Es posible que se desarrolle una vacuna específica contra ómicron próximamente. El candidato a vacuna de Moderna entrará en fase de desarrollo clínico en las próximas semanas y la empresa espera compartir los datos con las agencias regulatorias en marzo, según declaró su director general, Stéphane Bancel, a principios de este mes. Moderna también está desarrollando una vacuna que combina una dosis de refuerzo de COVID-19 con una vacuna experimental contra la influenza. Dado que los sistemas sanitarios siguen experimentando drásticas tensiones, la esperanza es que las protecciones existentes ayuden a frenar la marea de la última oleada. Hasta entonces, es probable que ómicron siga siendo la tendencia clínica.

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