MADRID, ESP. Una pandemia aún más dimensionada en un contexto pandémico. Tal vez está sería la descripción más acertada para definir la situación reflejada por las cifras de obesidad infanto-juvenil en España, un tema al que se prestó especial atención durante el XVII Congreso de la Sociedad Española de Obesidad (SEEDO).[1]

Dr. Gilberto Pérez López/Fuente: SEEDO
En distintos foros y mesas, los especialistas abordaron esta situación desde diferentes perspectivas y alertaron sobre sus consecuencias, mientras que en la ponencia Obesidad infantil: el próximo tsunami, que corrió a cargo del Dr. Gilberto Pérez López, endocrinólogo del Hospital General Universitario Gregorio Marañón, de Madrid, se hizo un completo repaso a los resultados de las últimas investigaciones realizadas al respecto.
Si bien la preocupación sobre las cifras de obesidad en niños y adolescentes españoles ha sido una constante a lo largo de los últimos años, antes de la pandemia había algunas razones para el "optimismo", explicó el Dr. Pérez, también coordinador del Grupo de Trabajo de Obesidad Infantil y en la Adolescencia de la Sociedad Española de Obesidad: "En los meses pre-pandémicos y a pesar de que las cifras seguían siendo preocupantes, estudios como el ALADINO 2019 indicaban cierta estabilización. Aún así, la prevalencia del sobrepeso era de 23,3% y la de la obesidad de 17,3% en la población infantil española de 6 a 9 años, según los estándares de la situación ponderal de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Además, dentro de la obesidad, 4,2% de los escolares estudiados presentaba obesidad grave".
"Sin embargo, todo ha cambiado tras el confinamiento, empeorando la situación durante el último año y dando lugar a un 'nuevo perfill' de paciente en el marco de lo que se podría denominar un tsunami de obesidad, que afecta con especial crudeza a los adolescentes", dijo el especialista, agregando que la situación de la obesidad en este segmento de edad ha evolucionado a un fenómeno caracterizado por cuatro rasgos bien definidos: "Es explosivo, por la aceleración de la ganancia de peso durante la pandemia; se ha agravado tras las medidas restrictivas durante y después del confinamiento, se ha mantenido en el tiempo, debido a factores socio-económicos que afectan a las familias y todo esto ha servido de catalizador en el empeoramiento del problema de base que ya suponía la obesidad infantil y juvenil", destacó.
El uso de pantallas en el punto de mira
Entre los estudios que han analizado el impacto de la pandemia sobre este problema destaca el llevado a cabo recientemente por la plataforma de seguridad y bienestar digital para la familia Qustodio, cuyos resultados comentó para Medscape en español el Dr. Pérez: "Se trata de un estudio de base poblacional entre las familias españolas para valorar el impacto de la pandemia en la obesidad infantil y en la adolescencia, entre otros aspectos. Arroja cifras que confirman las causas del repunte en las tasas de obesidad en estas franjas de edad: mayor tiempo de uso de pantallas (ordenador, móvil, tableta); menor tiempo de actividad física (30% de los niños pasan menos de una hora diaria al aire libre), lo que se traduce en que aproximadamente 72% realiza menos actividad física que antes de la pandemia".
En relación al impacto de la tecnología, la opinión del especialista fue que si bien ha ayudado a la educación, su utilización sin control y, por tanto, excesiva, se sitúa año tras año como un problema que genera una mayor obesidad. "Además, el uso de pantallas puede dar lugar a problemas colaterales como la falta de sueño, que es un factor obesógeno relevante".
Asimismo, el Dr. Pérez hizo hincapié en el papel que ha jugado el cambio observado en los hábitos de consumo en este segmento de población, lo que ha favorecido también ese ambiente obesógeno, que es clave para entender el contexto actual en el que se desarrolla esa "pandemia" de la obesidad: "Los principales factores implicados en este ambiente propicio al desarrollo de la obesidad son tanto individuales como externos (socio-económicos y comunitarios), pudiendo coincidir ambos en una misma persona. A nivel individual, probablemente el factor más importante es el ejemplo de los padres y su capacidad para reconocer que hay un problema. La genética no es modificable (si los padres tienen un índice de masa corporal normal, la prevalencia de obesidad infantil es menor), pero el ejemplo respecto a un estilo de vida saludable resulta fundamental en la prevención de la obesidad. Este hecho está íntimamente relacionado con los hábitos de toda la familia y a su vez se encuentra asociado con la formación académica de los padres".
A esto hay que unir, en opinión del especialista, que aún falta concientización para identificar la obesidad como un problema de salud en los más jóvenes, "lo que a su vez se ve agravado por la percepción social de que un niño con sobrepeso es un niño 'saludable' y porque a pesar de que las familias reconocen saber qué es una alimentación saludable, fallan en la implementación de estas recomendaciones para todos los miembros del hogar (padres que no comen verduras pretenden que sus hijos lo hagan). La familia es un motor de cambio en positivo y todos los esfuerzos deben enfocarse por tanto en el núcleo familiar".
Abordaje con perspectiva multidimensional
En cuanto a los factores externos, el Dr. Pérez explicó cómo en España los determinantes sociales de la salud tienen un peso fundamental en el desarrollo de la obesidad infanto-juvenil. "De hecho, la prevalencia de la obesidad en la edad pediátrica es mayor en las familias con bajos ingresos, en comparación con las familias de clase media".
"Tanto el ejemplo de los padres y su capacidad para detectar/tener conciencia de que la obesidad es un problema de salud como los determinantes sociales son difíciles de manejar. El primero implica un compromiso de las familias y dedicar tiempo y el segundo requiere políticas sociales desde las administraciones públicas, para mejorar la situación socio-económica de las familias vulnerables y, por tanto, establecer condiciones que favorezcan la conciliación y la adquisición de hábitos saludables", añadió el Dr. Pérez
Por otro lado, el especialista analizó el nexo existente entre estas cifras de obesidad y el repunte de casos de trastornos de la conducta alimentaria, que también se ha disparado como consecuencia de la pandemia en este segmento poblacional: "La obesidad y los trastornos de la conducta alimentaria se comportan como fenómenos paralelos en muchas ocasiones. Generalmente la obesidad, sobre todo en la adolescencia, puede esconder problemas graves como bulimia o trastornos por atracón (muchas veces nocturnos). Estos comportamientos los observamos cada vez con mayor frecuencia en la consulta, por lo que más que nunca es importante abordar la obesidad a estas edades desde una vertiente global (bio-psico-social)".
El Dr. Pérez destacó que a veces la obesidad es la punta del iceberg, por lo que hay que ser especialmente cuidadosos con el lenguaje que se usa con los adolescentes y reforzar los cambios del estilo de vida siempre en positivo. "Otras veces los trastornos de la conducta alimentaria guardan relación con las emociones o reflejan situaciones estresantes como el acoso escolar o disfunciones familiares, por lo que siempre hay que pensar en ello".
Perspectivas para un escenario pos-pandémico
En base a estas evidencias, y teniendo en cuenta las repercusiones pandémicas a medio y largo plazo, el Dr. Pérez señaló que el panorama de futuro respecto a esta situación no permite vislumbrar una mejora de estas estadísticas.
"Este año se han publicado diversos estudios que corroboran el incremento de las cifras de obesidad en la edad pediátrica. Uno de ellos ha descrito el fenómeno en California, Estados Unidos.[2] Dicha investigación demuestra que tras la primera ola de marzo de 2020 se objetivó un incremento importante del peso en todos los grupos de edad y sobre todo en aquellos niños y adolescentes que ya tenían obesidad. En España no contamos con datos objetivos de este fenómeno, pero la percepción general en la práctica clínica es de un agravamiento de estas cifras durante y después de la pandemia".
En la misma línea están los resultados de otro estudio reciente, en el que se analizaron los factores relacionados con el empeoramiento de los problemas de obesidad en niños y adolescentes durante el confinamiento (estado de alarma y restricción del movimiento; cuarentena, confinamiento y distanciamiento social; cierre de colegios; e inseguridad pandémica y dificultad económica).[3]
"Extrapolando estas evidencias a España, podemos vislumbrar un panorama preocupante. Como hemos comentado, hasta antes de la pandemia el estudio ALADINO 2019 nos indicaba una estabilización de las tasas de obesidad (con descenso en las clases medias y ascenso en familias vulnerables), pero es muy probable que tras la crisis sanitaria del SARS-CoV-2 se haya retrocedido en los objetivos ganados", agregó el Dr. Pérez.
"Ahora más que nunca necesitamos programas de promoción de hábitos saludables enfocados a toda la familia y políticas sociales que influyan de manera positiva en los factores socio-económicos y comunitarios relacionados con la obesidad pediátrica, sobre todo teniendo en cuenta las importantes complicaciones de salud para el futuro, ya que se estima que el aumento de la prevalencia de obesidad en el tramo de edad de 12 a 18 años aumenta en un 80% el riesgo de obesidad en la etapa adulta", concluyó el especialista.
El Dr. Pérez ha declarado no tener ningún conflicto de interés económico pertinente.
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CRÉDITO
Imagen principal: Dreamstime
Figura 1: SEEDO
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Citar este artículo: Obesidad infantil en España: un tsunami sobredimensionado como consecuencia de la pandemia, según los especialistas - Medscape - 23 de dic de 2021.
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