COMENTARIO

La suplementación con calcio y vitamina D en la osteoporosis

Dr. José Gotés Palazuelos

Conflictos de interés

6 de enero de 2022

El texto ha sido modificado para su mejor comprensión.

Buen día, soy el Dr. José Gotés y estoy grabando desde México para Medscape en español.

Dos de las entidades clínicas más comunes en la consulta médica son la osteopenia y la osteoporosis. Recordemos que ambas afecciones se caracterizan por la reducción en la densidad mineral ósea, que en el grado más avanzado, la osteoporosis, incrementa de forma significativa el riesgo de fracturas. La osteopenia se define como un puntaje T de densidad mineral ósea entre -1 y -2,5 desviaciones estándar de la media de mujeres, mientras que la osteoporosis se establece con un puntaje T igual o menor de -2,5. Queda claro que el tratamiento para la reducción del riesgo de fracturas se indica en personas con osteoporosis u osteopenia con alto riesgo de fracturas (calculado por herramientas como el puntaje FRAX), por lo que estos pacientes deben recibir manejo con suplementación de vitamina D y calcio, además del tratamiento farmacológico para la disminución del riesgo de fracturas.

Para la osteoporosis el uso de suplementos con calcio y vitamina D reduce el riesgo de caídas y fracturas, efecto que no ha sido replicado en otras poblaciones, incluyendo personas sanas. Diversos metanálisis han probado que la vitamina D sola puede reducir el riesgo de fracturas no vertebrales, mientras que la combinación de vitamina D con calcio de manera inconsistente ha mostrado disminuir el riesgo en fracturas de cadera, en particular en personas de edad más avanzada y en quienes presentan niveles de vitamina D cercanos a la deficiencia (alrededor de 15 ng/ml).

Si bien puede existir alguna controversia en la eficacia de la suplementación, esta estrategia ha sido recomendada por múltiples asociaciones médicas por su potencial beneficio y bajo riesgo. Asimismo, la estrategia de suplementación ha sido adoptada de forma extensa en los estudios aleatorizados para analizar la eficacia de los fármacos antiosteoporosis, por lo que es una parte del estándar de cuidado.

En cuanto al calcio, se estima que para una mujer entre los 50 y 70 años de edad, el requerimiento total diario ronda entre 1.000 y 1.200 mg. Para lograr ese requerimiento se puede aumentar el consumo de calcio a través de la dieta, incrementando la ingesta de lácteos bajos en grasa o alimentos fortificados con calcio. Por lo usual, la dieta occidental consigue un consumo entre 600 y 800 mg de calcio al día. Si a ello le sumamos un suplemento de calcio elemental de 500 a 600 mg, con eso podemos llegar a la meta de 1.000 a 1.200 mg al día. El uso de dosis más altas de suplementos de calcio puede favorecer hipercalciuria y con ello un mayor riesgo de litiasis renal y debe considerarse con cuidado en personas que hayan tenido antecedentes de litiasis. Una recomendación que debe darse a los pacientes es que si el suplemento de calcio es de carbonato, este debe tomarse con los alimentos, dado que el pH ácido de la secreción gastrointestinal aumenta la biodisponibilidad de este preparado.

En cambio, las preparaciones con citrato pueden tomarse incluso en el ayuno o en personas con aclorhidria por uso crónico de inhibidores de bomba de protones. Algunas personas que toman suplementos de calcio pueden quejarse de distensión abdominal o constipación, por lo se debe sugerir su toma con los alimentos, en especial en aquellos que toman carbonato de calcio, así como la ingesta de agua concomitante.

La vitamina D favorece la mineralización ósea a través de la absorción de calcio intestinal por la hormona activa, la 1,25 dihidroxivitamina D, que se convierte en el riñón. El requerimiento diario ronda entre 600 y 1.000 UI/día, aunque en personas con franca deficiencia (niveles menores a 15 ng/ml) el requerimiento puede ser hasta de 2.000 UI/día. Si bien existe alguna controversia respecto al umbral de referencia del nivel de vitamina D para mejorar la salud ósea de las personas con osteoporosis, creo que se debe buscar un nivel superior a 30 ng/ml para maximizar el posible beneficio de la intervención.

Las fuentes de vitamina D son variadas: la exposición solar, la alimentación y los suplementos. La exposición solar limitada y controlada, entre 10 y 20 minutos diarios en áreas expuestas sin bloqueador solar puede ser una buena fuente de vitamina D, aunque ciertamente esto es muy variable, dependiendo del tono de piel, época del año, sitio donde se vive o conveniencia de exposición frecuente por riesgo de neoplasia de piel. Las fuentes alimentarias, como leche o cereales fortificados, yema de huevo, atún o salmón, también pueden ser una opción de suplementación, pero por lo general el consumo no es suficiente para lograr el requerimiento diario.

Tomando en consideración lo anterior, la suplementación con vitamina D puede rondar entre 800 y 1.000 UI por día, con un límite máximo diario de 4.000 UI. Esto puede obtenerse con el uso de suplementos en monoterapia o en combinación con calcio. A diferencia del calcio, la biodisponibilidad de la vitamina D no se afecta con base a su uso durante los alimentos o en ayuno, por lo que puede ser tomado acorde a la preferencia del paciente.

Por otra parte, además de la estrategia de suplementación debe hacerse patente la necesidad de actividad física constante, en especial, la que genera tonificación y fuerza muscular. Claro que esto debe ser revisado de paciente a paciente y se deben valorar la capacidad y posibilidad de actividad física de forma individual.

Espero que esto les haya sido de utilidad. Soy el Dr. José Gotés, para Medscape en español.

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