CASO CLÍNICO

Paciente masculino con hematuria macroscópica y una hermana con lupus

Paige A. Hargis; Dra. Katie S. Murray

Conflictos de interés

20 de diciembre de 2021

Aunque una hematuria indolora debe llevar a sospechar un carcinoma vesical subyacente, otros aspectos relevantes de la anamnesis del paciente pueden influir en el diagnóstico provisional y pueden retrasar la evaluación necesaria. Por ejemplo, este paciente está anticoagulado a largo plazo, con el posible efecto adverso de hematuria.[1] Esto puede retrasar la derivación al urólogo para una evaluación adicional.

Se ha debatido sobre la hematuria asociada a anticoagulación y la probabilidad de cáncer vesical subyacente. Algunos estudios muestran que la causa de la hematuria en los pacientes anticoagulados es con más frecuencia no urológica.[1,7] No obstante, Wallis y sus colaboradores observaron que los pacientes con hematuria asociada a anticoagulación tenían más probabilidad de ser diagnosticados de cáncer vesical que los pacientes no anticoagulados y que la población general.[8] El riesgo de cáncer como causa subyacente de la hematuria asociada a anticoagulación no es despreciable. Por esta razón los investigadores recomiendan una evaluación urológica sin demora para prevenir un posible retraso perjudicial en el diagnóstico del cáncer vesical.[1,9]

A pesar de que la anticoagulación, la presencia de hematuria macroscópica debe evaluarse mediante pruebas de imagen de las vías urinarias altas y cistoscopia, sobre todo en personas con factores de riesgo. Es importante hacer el diagnóstico sin retraso porque el cáncer vesical puede estar asociado a morbimortalidad considerable.[6] El estadio clínico del tumor vesical primario es uno de los factores más importantes que determinan el pronóstico y la sobrevida. Las características que contribuyen al estadio clínico, como profundidad de invasión tumoral, son sensibles al tiempo, y los retrasos en el diagnóstico se asocian a peor pronóstico.

Un estudio halló que los pacientes derivados al especialista en los 14 días siguientes al inicio de los síntomas tenían una sobrevida más alta que los que fueron evaluados con más retraso.[10] Por tanto, la detección y el diagnóstico precoz con una intervención sin demora en pacientes con factores de riesgo y signos clínicos indicativos de probable cáncer vesical son cruciales para mejorar los resultados a largo plazo.

En la actualidad no se recomienda el cribado sistemático del cáncer vesical en adultos asintomáticos.[11] No obstante, los síntomas de cáncer vesical, sobre todo la hematuria, son una indicación de evaluación meticulosa de las vías urinarias en la mayoría de los pacientes. Pueden realizarse distintas pruebas diagnósticas para evaluar el cáncer vesical. La citología de orina puede ser útil en este contexto para identificar células cancerosas.[12] Las pruebas de imagen apropiadas son ecografía, urografía intravenosa, tomografía axial computarizada y resonancia magnética. La urografía (figura 2) y la tomografía axial computarizada (figura 3) mostradas revelan masas en las vejigas de pacientes diferentes.

Figura 2.

Figura 3.

La ecografía está disponible con facilidad por lo general, es rentable y no invasiva. Se ha evaluado su utilidad en varios estudios, con hallazgos contradictorios respecto a su capacidad para identificar tumores vesicales.[13] Además, la calidad de la imagen depende del ecografista y puede estar limitada por otros factores como la constitución del paciente. Por tanto, aunque puede emplearse cualquiera de estas pruebas de imagen, la cistoscopia sigue siendo el patrón de referencia para la evaluación inicial del cáncer vesical.[3] Es la prueba diagnóstica ideal porque permite la visión directa de la vejiga y de cualquier lesión o tumor que puede ser difícil de detectar o que puede pasar desapercibido en las pruebas de imagen. La imagen de cistoscopia mostrada más abajo revela un carcinoma de células uroteliales de la vejiga en otro paciente (figura 1).

Figura 1.

La cistoscopia proporciona también información sobre las particularidades del tumor, como localización, tamaño y características que permiten clasificarlo. Durante la cistoscopia debe realizarse biopsia o resección del tumor para conseguir un diagnóstico definitivo y llevar a cabo un análisis histológico de la profundidad de invasión tumoral en el músculo de la pared vesical, lo que ayuda a guiar el tratamiento.[5]

Comentario

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