COMENTARIO

Estresarse o no estresarse: la gran incertidumbre de la interacción cerebro-inmunológica

Dr. José J. Mendoza Velásquez

Conflictos de interés

29 de noviembre de 2021

Encuentre las últimas noticias y orientación acerca de la COVID-19 en el Centro de información sobre el coronavirus (SARS-CoV-2).

Esta es una revisión de la literatura destinada a promover la importancia de la concientización y sensibilización del impacto del estrés en nuestra vida, pero particularmente en nuestra respuesta a la enfermedad.

Desde antes de la declaración de la pandemia de COVID-19 la salud mental de la población se vio impactada por una condición particular que incluye la alerta de la ansiedad anticipatoria, la incertidumbre y la fatalidad.

Algunos mecanismos inmunitarios neuroendocrinos relacionados al estrés son una de tantas posibles razones asociadas al aumento de las infecciones por SARS-CoV-2 y pueden influir en el curso de la COVID-19. El estrés y sus mediadores, como cortisol, noradrenalina, neuropéptidos y neurotrofinas pueden modificar la respuesta inmune contra las enfermedades virales.

Los problemas socioeconómicos y varios aspectos del estilo de vida occidental están estrechamente asociados con el estrés psicosocial y estos contribuyen a la COVID-19.[1,2]

La investigación sobre el estrés de las últimas décadas sugiere que se pueden esperar respuestas diferentes entre un estrés psicosocial más agudo, en comparación con uno más crónico y además señala que la activación inmunitaria neuroendocrina provocada por una situación emergente por agentes físicos o microbianos interactúa con los efectos biomoleculares del estrés psicosocial. Por tal motivo, ciertos tipos de estrés pueden tener un impacto directo sobre las infecciones virales, ya que comprometen la eficacia del sistema inmunológico.[3]

En el contexto del SARS-CoV-2, el virus utiliza la enzima convertidora de angiotensina 2 para superar la barrera y unirse a las células hospederas alveolares, que a su vez son las que producen el surfactante crucial para la acción de barrera del alveolo. Esta función de la enzima convertidora de angiotensina 2 también es importante en corazón, riñones e intestinos. Una vez dentro de la célula se regula a la baja la expresión de la enzima y debido sus efectos indirectos en el sistema renina-angiotensina se pueden promover la inflamación y la apoptosis.

COVID-19 tiene un impacto psicológico muy fuerte en la población mundial.[4] Esto parece estar relacionado con las estrategias de afrontamiento adoptadas, el nivel consciente, las variables sociodemográficas, los hábitos de las personas y la forma en que los individuos utilizan los medios de comunicación e información, todo lo que se ha ido acumulando a lo largo de la pandemia, convirtiéndose en una causa crónica de estrés, con periodos de agudización.

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