La detección de menos casos de lepra infantil en Latinoamérica (36%) es una mala noticia

Roxana Tabakman

29 de noviembre de 2021

La detección de lepra en los niños es un indicador de la transmisión continua de la infección en la comunidad y en el año 2020, 904 niños tuvieron un diagnóstico de lepra en la región, 37 de ellos con grado de discapacidad 2.[1] El primer número representa una alerta de transmisión sostenida, mientras que el segundo indica retraso en la detección.

La disminución de casos detectados en las Américas y en el mundo respecto al año anterior fue de 36%, en ambos casos cifras de alerta.

Breves antecedentes

En la década de 1990, la Organización Mundial de la Salud (OMS) lanzó una campaña para eliminar la lepra como problema de salud pública para el año 2000. La eliminación, según la definición de la OMS, significaba una reducción de los pacientes con lepra que requerían terapia multimedicamentosa a menos de 1 por cada 10.000 habitantes. Este objetivo se alcanzó en términos de prevalencia mundial en 2002.

Sin embargo, en 2015, gran parte de la carga de la enfermedad de la lepra se concentraba en la India, Brasil e Indonesia, y solo la India representaba más de 60% de los casos en todo el mundo en 2018.[2]

En el 2016 la OMS lanzó la Estrategia mundial de eliminación de la lepra, 2016 a 2020 con el objetivo de "Acelerar la acción hacia un mundo sin lepra" mediante la detección temprana de la enfermedad lepromatosa y el tratamiento oportuno con el fin de evitar la discapacidad y disminuir la transmisión de la infección en la comunidad. Estrategia planeada con el fin de alcanzar la meta a largo plazo de "un mundo sin lepra", que se refiere a una situación en la cual la comunidad esté libre de la morbilidad, las discapacidades y las repercusiones sociales de la lepra. 

Lepra en las Américas

Actualmente en las Américas son considerados aún países con alta carga de la enfermedad, con más de 100 casos por año: Argentina, Brasil, Colombia, Cuba, México, Paraguay, República Dominicana y Venezuela. 

Brasil es el país que concentra 94% de los casos de toda la región y 13% de los casos del mundo.[3] Con áreas hiperendémicas en las regiones norte, noreste y centro noreste del país, cada año notifica más de 10.000 nuevos casos totales y junto con India e Indonesia, es el grupo de países más afectados del mundo.

En el año 2020, 878 niños brasileños recibieron un diagnóstico de lepra, 35 de ellos con grado de discapacidad 2. En el periodo de 2006 a 2017 en Brasil hubo 25.688 nuevos casos entre los niños menores de 15 años, pero a lo largo de esos 11 años se redujeron paulatinamente a la mitad (de 6,94 a 3,20/100.000). Aun así, varias capitales en las regiones norte noreste del país no reportaron reducciones.[3]

El resto de los países de las Américas está lejos de esas cifras.

Cuba, con poco más de 11 millones de habitantes, diagnosticó el año pasado cinco niños, uno de ellos con grado de discapacidad 2.

"Ciertamente, desde un punto de vista numérico, los casos son pocos y representan bajas tasas de detección, pero un solo caso de lepra en individuos menores de 15 años se considera demasiado", escribieron los autores de un análisis de los 50 reportes en menores de 15 años del Programa Nacional de Control de la Lepra de Cuba (NLCP) durante los años 2012 y 2019.[4]

La investigación, publicada en PLOS Neglected Tropical Diseases, identificó focos geográficos y el significativo papel de los abuelos en la transmisión. El riesgo de un niño de desarrollar lepra si está expuesto a un vecino enfermo aumenta hasta cuatro veces pero si el caso de origen está dentro del hogar hay un aumento de nueve veces el riesgo de que el niño adquiera la infección.

En 2020 Paraguay también registró cinco diagnósticos pediátricos (0 de grado de discapacidad 2), Venezuela tres (0 de grado de discapacidad 2), Argentina dos (1 de grado de discapacidad 2), México, Colombia y Republica Dominicana dos casos cada uno, pero ninguno con grado de discapacidad 2.

Todo lo que no era COVID-19 perdió prioridad

Dr. Santiago Nicholls

"Los casos que dejaron de detectarse en 2020, tanto en adultos como en niños, son casos que posiblemente se diagnostiquen tardíamente en el futuro, lo cual aumenta la posibilidad de complicaciones, secuelas y discapacidad causadas por lepra en estos pacientes", comentó a Medscape en español el Dr. Santiago Nicholls, médico colombiano, asesor regional en enfermedades infecciosas desatendidas de la Organización Panamericana de la Salud (OPS).

El Dr. Nicholls destacó que la disminución se debe a limitaciones impuestas por las medidas de control de la pandemia. Todo lo que no era COVID-19 perdió prioridad, los programas se vieron afectados por la reasignación de personal, el cese de las actividades basadas en la comunidad y de la búsqueda activa de casos, las demoras en la recepción y los desabastos de suministros ocasionales y la supervisión limitada de los pacientes.

En 2020 fueron 127 países (19 en la Región de las Américas) los que proporcionaron información; el año anterior al inicio de la pandemia habían sido 160.

Son muchos, pero podrían ser muchos más

Durante el periodo de 2011 a 2019 los casos infantiles, así como los casos nuevos en adultos, disminuían de manera constante. En 2019 se detectó la enfermedad en 14.981 niños en el mundo, 1.612 de la región, pero se sabía que había subdiagnóstico. Ya antes de la pandemia existían múltiples factores que limitaban la detección temprana de los casos, desde oportunidades perdidas por signos clínicos no específicos, número insuficiente de proveedores de atención médica capacitados para identificar y tratar los casos, y personas que no llegan al sistema de salud, algunas debido al estigma asociado con la lepra. Más allá de los nuevos casos que se informan anualmente, es probable que haya millones más de adultos y niños que viven con lepra no diagnosticada.[5]

"Durante 2011 a 2019, a nivel mundial tanto los casos nuevos como los casos infantiles disminuyeron de manera constante. Esto está a favor de que los cambios políticos no afectan las intervenciones ni el desempeño de los programas de control de lepra", opinó el Dr. Nichols.

No todos piensan lo mismo. Los autores de un estudio brasileño publicado en julio de este año resaltaron que "las recientes políticas de austeridad y el aumento de las tasas de pobreza en el país pueden haber llevado la incidencia de la lepra a niveles más altos y representado un retroceso en la meta brasileña de eliminación de la lepra", agregando que estrategias como los programas de transferencias monetarias condicionadas, como el Programa Bolsa Familia, ahora descontinuados, estaban asociados a una reducción en las tasas de detección de lepra en niños y adultos y a un mayor cumplimiento terapéutico.[4]

Conocimiento médico

La lepra es un padecimiento crónico infectocontagioso cuyos agentes etiológicos son los bacilos acidorresistentes del complejo M. leprae, que incluyen Mycobacterium leprae y Mycobacterium lepromatosis. Este padecimiento afecta principalmente la piel y los nervios periféricos, así como ojos, aparato respiratorio, ganglios linfáticos, testículos y articulaciones.

La lepra posee bajo índice contagioso, tanto por la lenta reproducción del bacilo como la necesidad de una exposición prolongada a la bacteria para la infección y presentación de sintomatología. Los mecanismos por los cuales se transmite la lepra aún no se conocen por completo; es posible que el contagio sea por vía respiratoria. Los pacientes con lepra lepromatosa (multibacilar) no tratada presentan alta cantidad de bacilos en secreción nasal, por lo cual el contacto con estos individuos representa un factor de riesgo mayor para adquirir la enfermedad que el contacto con pacientes con lepra tuberculoide (paucibacilar). La infección por M. leprae también se ha asociado al contacto con el armadillo de nueve bandas (Dasypus novemcinctus), sin embargo, aún se desconoce el mecanismo de transmisión a los humanos. En general la mayoría de las personas no desarrolla la enfermedad después de la exposición, ya que su desarrollo depende de una variedad de factores, incluidos el estado inmunológico y las influencias genéticas.

Tiene una magnitud endémica moderada y escasa mortalidad, en comparación con otras enfermedades transmisibles. Sin embargo, es una de las 4 principales causas de discapacidad en el mundo y más de 2 millones de personas sufren algún tipo de discapacidad causada por las secuelas de la lepra (pérdida sensorial, amiotrofia, deformidades y heridas en las manos y los pies). Lo anterior ya que en ausencia de un diagnóstico temprano y un tratamiento adecuado, las infecciones pueden conducir a un deterioro neurológico grave y complicaciones potencialmente irreversibles. Las discapacidades asociadas pueden conducir a estigma social, discriminación y deterioro de la salud mental, pérdida del empleo y la perpetuación del ciclo de pobreza.[1]

El diagnóstico temprano y universalmente accesible, así como el acceso y suministro de antibióticos siguen representando desafíos contra la enfermedad.

El reporte de casos de lepra infantil es muy bajo y es poco probable que los médicos tengan la exposición adecuada durante su formación para identificar casos. Por ello el Programa Nacional de Control de la Lepra de Cuba establece que cuando se sospecha un nuevo caso de lepra en un área de atención primaria de salud y la comisión nacional confirma el diagnóstico; el especialista en medicina familiar, junto con el epidemiólogo local y un dermatólogo, instituyen conjuntamente actividades de control.[4] Además, como parte de la educación continua, todos los médicos que ejercen en el lugar donde se identifica el caso participan en la discusión de los hallazgos epidemiológicos y clínicos, particularmente en los casos en que el diagnóstico se retrasa o hay discapacidad de grado 2.[4]

Este año la OMS lanzó una nueva Estrategia mundial contra la lepra (‎enfermedad de Hansen)‎ 2021 a 2030 "Hacia la lepra cero", que se centra en interrumpir la transmisión. Un objetivo audaz que necesitará mejorar la detección temprana y el tratamiento en todas las regiones endémicas para no volver a un pasado en el que los niños, además de casos, sean los "eventos centinela".

El Dr. Nicholls ha declarado no tener ningún conflicto de interés económico pertinente.

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