COMENTARIO

Duna: una película vista desde la perspectiva de una infectóloga

Dra. Armelle Pérez-Cortés Villalobos

Conflictos de interés

2 de noviembre de 2021

Uno de los estrenos más esperados en el año 2021 es la película de ciencia ficción Duna, dirigida por Denis Villeneuve, basada en la novela homónima de Frank Herbert. La película relata la historia de Paul Atreides, un joven brillante que debe viajar a uno de los planetas más inhóspitos de la galaxia: Arrakis, también conocido como Duna. El planeta Duna se caracteriza por su clima desértico, en el que habitan colosales gusanos de arena que son criaturas extraordinariamente peligrosas y su relevancia radica en que son las productoras de "la especia", droga que permite los viajes interestelares, prolonga la vida y proporciona niveles de pensamiento y energía sobrehumanos.

El concepto de gusanos de arena no es ajeno a las enfermedades infecciosas. La arena suele albergar una multitud de microorganismos, como hongos, bacterias y parásitos. En particular, la arena de playa es conocida por alojar diferentes larvas como Strongyloides stercoralis y anquilostomas, que son nematodos, como Necator americanus y Ancylostoma duodenale. Estas larvas penetran en la piel de las personas y se desplazan por circulación venosa hasta los pulmones; al llegar a la tráquea son ingeridas y en el intestino delgado maduran y se reproducen.

Este tipo de parasitosis intestinal suele ser asintomático en la mayoría de los individuos, sin embargo, puede asociarse con anemia por deficiencia de hierro y desnutrición. Una medida para prevenir estas infecciones es el uso de calzado y utilizar alguna barrera física al sentarse en la arena.

En la película los gigantescos gusanos de arena aparecen ante cualquier sonido rítmico en las dunas y al moverse generan grandes desplazamientos de arena. Las tormentas de arena son una constante durante toda la película, tanto así que los Fremen (personas que viven en este desierto) requieren el uso de puntas nasales y mascarillas casi en todo momento.

Las tormentas de arena inmediatamente me hacen pensar en el riesgo de adquisición de micosis endémicas como es el caso de coccidiomicosis, también llamada fiebre del valle, la cual es una infección causada por el hongo Coccidioides, que suele vivir en regiones desérticas, como el sur de Estados Unidos y el norte de México.

Las personas suelen enfermar de coccidiomicosis al inhalar las esporas microscópicas del hongo; es importante mencionar que la mayoría de quienes inhalan estas esporas nunca se enferma, incluso si inhala grandes cantidades de polvo y esporas; el riesgo es mayor para adultos mayores de 60 años, embarazadas e inmunocomprometidos, por lo que si una persona en alto riesgo de adquirir coccidiomicosis tiene que viajar a un área donde el hongo es común en el medio ambiente, se recomienda evitar zonas con mucho polvo, utilizar mascarillas y mantenerse en espacios cerrados con ventanas cerradas durante las tormentas de arena. En algunos pacientes inmunocomprometidos se puede evaluar dar profilaxis antifúngica si viven o van a viajar a regiones endémicas de coccidioides.

La vida en Arrakis es muy dura, con una escasez de agua tan brutal que en el desierto los Fremen reciclan el agua del sudor y la orina mediante unos trajes especializados y el de los cuerpos caídos, para sobrevivir y crear reservas. No tener acceso al agua aumenta el riesgo de adquirir infecciones, ya que esto limita la higiene, el lavado de manos y agudiza el riesgo de ingerir agua contaminada, facilitando la transmisión de enfermedades, como diarreas disentéricas, el cólera, fiebre tifoidea, entre otras.

De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), las enfermedades infecciosas transmitidas por el agua cobran anualmente hasta 3,2 millones de vidas, lo cual equivale a 6% de las defunciones totales en el mundo.[1] La escasez de agua es un problema real y está muy lejos de ser ciencia ficción, cualquier intervención en el abastecimiento de agua potable y saneamiento mejorará la salud de los seres humanos en todo sentido.

La película Duna ofrece magníficas escenas de la vida en el desierto y en algunas tomas pudimos apreciar uno de sus conocidos habitantes, los ratones colilarga (Oligoryzomys longicaudatus), roedores silvestres con hábitat en el desierto, identificados por ser reservorios naturales de hantavirus.

El hantavirus puede infectar al ser humano provocando fiebre, cefalea, mialgias y dolor abdominal durante 3 a 5 días y posteriormente se agregan involucro pulmonar y cardiaco, llegando a ser una patología muy grave, en la que aproximadamente 40% de los pacientes fallece.

Este virus se contrae al respirar el aire contaminado con excretas, orina o saliva de ratones silvestres. La forma de prevenir esta infección consiste en mantener medidas generales de higiene, evitar ingresar a espacios que han permanecido cerrados por algún tiempo sin antes ventilarlos, mantener alimentos en recipientes cerrados y en caso de ver evidencia de ratones colilarga, desinfectar con agua con cloro o jabón.

La vida en Duna representa un gran reto a la prevención de enfermedades infecciosas, particularmente por la escasez de agua, sin embargo, esta película es extraordinaria al presentar un mundo donde el ser humano es consciente de su papel en el cambio y se optimiza constantemente a su entorno, entendiendo claramente lo peligroso y perjudicial que es la vida en el desierto.

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