¿Cómo afecta a la salud las emisiones del volcán de La Palma?

Andrea Jiménez

Conflictos de interés

4 de octubre de 2021

El pasado domingo 19 de septiembre, entró en erupción el volcán de la isla de La Palma en las islas Canarias, cubriendo de lava centenares de hectáreas del archipiélago y provocando la evacuación de la población. Aunque entre los expertos existe una preocupación generalizada por las consecuencias de la liberación de los contaminantes, todavía resulta difícil concluir los efectos a corto y largo plazo que las emisiones tendrán para la salud.

"La niebla volcánica puede provocar complicaciones a nivel ocular y dermatológicos, pero los efectos más nocivos son los respiratorios", explica a Univadis España la Dra. Olga Mediano, coordinadora la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (SEPAR) y miembro del Grupo 35 del Centro de Investigación Biomédica en Red de Enfermedades Respiratorias (CIBERES), dependiente del Instituto de Salud Carlos III.

"No existe duda de que la contaminación atmosférica tiene efectos nocivos sobre la salud en general, y sobre todo a nivel cardiovascular. Numerosos artículos científicos han descrito los mecanismos deletéreos de los contaminantes, sobre todo relacionados con el estrés oxidativo y fenómenos de vasoconstricción y protrombóticos", afirma el portavoz de la Sociedad Española de Cardiología (SEC) y la Fundación Española del Corazón, el Dr. Jordi Bañeras.

Las emisiones del volcán se constituyen de vapor de agua, sulfuro de hidrógeno, cloruro de hidrógeno, dióxido de carbono y dióxido de azufre. Este último es un gas irritante y tóxico que afecta sobre todo a las mucosidades y los pulmones. Y que, como advierten desde el SEPAR, inhalado en altas concentraciones puede resultar muy dañino y provocar irritaciones en las mucosas, lagrimeo, inflamaciones pulmonares o incluso bronquitis, alveolitis y neumonitis. "De momento las mediciones de gases que reflejan los últimos informes señalan que no se están detectando niveles preocupantes de las emisiones", explica la neumóloga, que, como recuerda, además de los gases, la erupción expulsa piroclastos, fragmentos de magma en suspensión o cenizas volcánicas, "lo que sí resultaría una amenaza para la salud".

"El sistema respiratorio está preparado para acabar con todo cuerpo extraño. Las partículas de mayor tamaño las eliminamos con nuestros mecanismos naturales de defensa: la tos, la mucosidad, los estornudos", expone la experta, para quien "el problema son las partículas pequeñas, de menos de 2 milímetros, que llegan a la vía respiratoria inferior, llegan a los bronquios. Se produce el cierre del bronquio provocando broncoespasmos y dando lugar a síntomas como sensación de falta de aire, ruidos respiratorios y tos", agrega.

Los pacientes con asma, pacientes con EPOC, adultos mayores y niños conforman el colectivo más vulnerable ante la ceniza volcánica

Como explica la neumóloga, "con una adecuada protección las emisiones del volcán no tienen por qué causar problemas en la población general. Pero existen grupos vulnerables, como los pacientes con asma que, al inhalar el dióxido de azufre y más partículas aumentan la posibilidad de desarrollar una crisis o un broncoespasmo", destaca la Dra. Mediano. Los adultos mayores y los niños también constituyen otro grupo de riesgo. "En otras ocasiones se ha visto que la exposición de los más pequeños tiene consecuencias tales como la broncoconstricción y otros problemas respiratorios, así como los pacientes con enfermedades respiratorias crónicas o con enfermedad pulmonar obstructiva crónica pueden sufrir reagudizaciones y llegar al ingreso hospitalario. Por eso este tipo de pacientes deben protegerse mucho más", aclara la experta.

Aunque los efectos a corto plazo en el tracto respiratorio son previsibles, ahora mismo resulta difícil valorar los riesgos reales para la salud en el tiempo. "Hay muy pocos estudios sobre los efectos de las emisiones a largo plazo", advierte la coordinadora del SEPAR. Si bien se han realizado ensayosin vitro de los efectos de la ceniza en la salud y su relación con el desarrollo de fibrosis pulmonar, según la Dra. Mediano "lamentablemente no existen suficientes estudios que evidencien la alteración de la función pulmonar a largo plazo".[1]

Entre los efectos más perjudiciales en la salud respiratoria ocasionados por la precipitación de ceniza volcánica a lo largo del tiempo destaca la silicosis, causada por inhalar polvo de sílice. "Esta enfermedad pulmonar, frecuente en la profesión minera por su exposición, es un tipo de fibrosis pulmonar que produce enfermedad pulmonar obstructiva crónica y que aumenta el riesgo de padecer cáncer", explica la neumóloga a Univadis España. No obstante, "en el caso del volcán de La Palma, la intensidad de exposición al sílice es relativamente baja y, por lo tanto, resulta un problema que puedan desarrollar a largo plazo los habitantes", aclara.

Como señala el cardiólogo, "a nivel científico, escasos estudios observacionales han recogido la experiencia de erupciones como la del volcán Kilauea en Hawái, Guagua Pichincha en Ecuador y el Eyjafjalla en Islandia, focalizándose en la emisión de dióxido de azufre volcánico". Aunque la preocupación por los efectos a largo plazo de la exposición crónica a estos contaminantes está latente, "no disponemos de suficientes datos para que se pueda estudiar la evidencia de estos efectos sobre la salud cardiovascular". Para el Dr. Bañeras, "aunque sí parece que esta exposición aguda pueda incrementar las visitas a urgencias por patologías respiratorias, tampoco se pueden sacar conclusiones a corto plazo del efecto de la exposición a emisiones volcánicas sobre la salud cardiovascular. De momento no disponemos de datos que nos puedan llevar a pensar que existe una asociación entre la contaminación generada por erupciones volcánicas y las enfermedades cardiovasculares", afirma el portavoz de SEC. "Además, existen varios factores de confusión como el estrés que se vive en estas situaciones, que si podría estar relacionado con la génesis y reagudización de estas enfermedades", añade.

Medidas de protección contra la ceniza volcánica

A más de diez días de la erupción del volcán la lava se ha expandido hasta alcanzar el mar y el Cabildo de La Palma mantiene sus recomendaciones a la población: protegerse la nariz y la boca, no realizar actividades físicas al aire libre, tapar todos los recipientes de agua y no dejar alimentos a la intemperie con el objetivo de evitar su contaminación, cerrar las puertas y las ventanas de las viviendas y sellar con trapos húmedos las ventanillas. Los expertos también insisten en la importancia de beber abundantes líquidos y mantenerse hidratados. "Nuestro mecanismo de defensa es el moco que se produce dentro de los bronquios y es el que elimina toda sustancia extraña. Si la mucosa está bien hidratada se irrita menos y, por lo tanto, no se cierra tanto. ¡Cuanto más moco produzcamos más capacidad de eliminar los cuerpos extraños! Por eso para que en el pulmón se produzca una mejor limpieza es muy importante que estemos bien hidratados", expone la coordinadora del SEPAR.

"Aunque las mascarillas FFP2 no son específicas contra los gases emitidos por el volcán, y lo ideal sería que los ciudadanos llevaran unas específicas para el polvo, el equipo con el que contamos para la COVID-19 nos protege bastante bien contra la ceniza y el polvo", dice la Dra. Mediano. "Normalmente se recomienda usar una tela que cubra tanto la nariz como la boca, si es húmeda mejor. Pero ahora contamos con la ventaja de que todo el mundo está provisto de mascarillas y esto ¡va a ser un factor aliado para reducir el impacto en la salud!", asegura.

Las emisiones volcánicas también son una fuente contaminación atmosférica

La activación o reactivación de un volcán resulta uno de los fenómenos naturales más temidos e imprevisibles en la salud pública y en el medio ambiente. Aunque sea de origen natural, este tipo de emisiones suponen también una fuente de contaminación atmosférica, la cual provoca la muerte de millones de personas cada año, representando el mayor factor de riesgo de mortalidad prematura en todo el mundo. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), 9 de cada 10 personas respiran aire que excede los niveles de contaminantes, causados sobre todo, por los combustibles fósiles.

"Los riesgos por exposición a la contaminación ambiental producida por un volcán son muy distintos a los industriales, pero conocerlos puede ayudar a crear conciencia sobre la problemática", afirma la Dra. Mediano, que no se muestra muy optimista ante un cambio en los hábitos de los ciudadanos para mejorar la calidad del aire que respiramos. "La gente tendría que cambiar el modo de vida y no parecemos estar muy dispuestos a hacerlo. Solo hay que observar lo que ha pasado con el coronavirus. Veíamos cómo se moría la gente y aun así nos costaba mucho cambiar nuestro estilo de vida. ¿Vamos a ser capaces de hacer cambios tan relevantes en nuestra vida si los efectos negativos de la contaminación son mucho menos tangibles que los de esta pandemia?", concluye.

Este contenido fue originalmente publicado en Univadis, parte de la Red Profesional de Medscape.

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