COMENTARIO

Los siete síntomas que mejor predicen COVID-19

Dr. F. Perry Wilson

Conflictos de interés

5 de octubre de 2021

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Bienvenidos a Factor de Impacto, su dosis semanal de comentarios sobre un nuevo estudio de medicina. Soy el Dr. F. Perry Wilson, de la Yale School of Medicine.

Esta semana vamos a hablar sobre los síntomas de COVID-19. Lo sé, ya llevamos casi dos años con esta pandemia; ¿por qué necesitamos hablar sobre los síntomas ahora? La respuesta breve es porque las pruebas no se llevan a cabo en todas las personas. Necesitamos saber cuáles síntomas son sensibles y específicos para COVID-19 a fin de saber a quién se debería realizar pruebas o potencialmente aislar. Y con la temporada de virus respiratorios a la vuelta de la esquina, la identificación de los síntomas específicos de COVID-19 es más importante que nunca.

Un problema con descifrar cuáles síntomas se presentan en la COVID-19 es que en la mayoría de los estudios se analiza a personas que tienen prueba positiva para COVID-19 y la mayoría se hace pruebas cuando tiene síntomas.

Esto significa que determinados síntomas podrían convertirse en una profecía casi autocumplida. La única manera de evitarlo es efectuar cribado aleatorio de la población para detectar COVID-19 y de esto se trata exactamente este artículo que aparece en PLOS Medicine.[1]

Durante toda la pandemia, el National Health Service en Inglaterra ha realizado encuestas de prevalencia de COVID-19 al azar en todo el país, evaluando a un subgrupo de población independientemente del estado sintomático para descifrar dónde está la enfermedad y hacia dónde se dirige. Lo sé, debe ser agradable, ¿verdad? En este artículo específico se examinan muestras sucesivas durante el primer repunte de casos "naturales" en Inglaterra y luego el brote ulterior de la variante alfa.

Los participantes llenaron una encuesta declarando los síntomas presentes en las últimas cuatro semanas y la lista fue amplia, como pueden ver.

Luego se realizó una prueba de reacción en cadena de la polimerasa.

Ahora bien, puesto que esta fue una muestra de la población general, no se sorprenderán de ver que la tasa de positividad fue bastante baja; solo alrededor de 4.000 individuos de entre un millón resultaron positivos en las pruebas. Y la presentación de cualquiera de estos síntomas se relacionó marcadamente con COVID-19.

Pero la matemática aquí es peculiar. Puesto que los síntomas son infrecuentes en la población general, la mayoría de los casos de COVID-19 realmente era en personas asintomáticas.

La conclusión práctica aquí es que la COVID-19 asintomática (o al menos presintomática) es real y común, pero también que los síntomas siguen determinando más probabilidades de padecer en verdad COVID-19.

Pero esto es cualquier síntoma. El artículo divide toda la panoplia de posibles síntomas para ver cuáles están más fuertemente relacionados con la COVID-19 que otros. Todos los síntomas en la lista hacen más probable la COVID-19, pero esta figura muestra cuáles fueron los más fuertemente relacionados.

Fuente: Elliott J, Whitaker M, y cols. PLoS Med. 2021;18(9):e1003777[1]

La pérdida del gusto y el olfato fueron factores potentes y destacados de predicción de la enfermedad, superando a la fiebre, los escalofríos, las mialgias e incluso la tos persistente.

No hay grandes sorpresas en el resto de la lista, aunque la "pesadez de brazos y piernas" no es algo que había escuchado antes.

Los autores utilizaron una técnica estadística conocida como regresión de LASSO para crear un modelo multivariable de síntomas que ayudarían a predecir la enfermedad. Afinaron el modelo para que fuera parco (para que seleccionara solo los síntomas más importantes) y encontraron siete que, en conjunto, podrían utilizarse para dirigir mejor los escasos recursos de pruebas.

Aquí están los siete y hay algunos aspectos interesantes que aprender.

En primer lugar observarán que los dos predictores más potentes de positividad en la prueba de reacción en cadena de la polimerasa fueron la pérdida del olfato y del gusto.

Es un poco sorprendente que estos dos síntomas fueran seleccionados por el modelo, pues una de las ventajas de LASSO es que tiende a no seleccionar variables muy correlacionadas. Puesto que la pérdida del gusto suele deberse en realidad a la pérdida del olfato, estas variables deberían estar muy correlacionadas. Sin embargo, la autonotificación es algo misterioso y es posible que algunos pacientes simplemente no registren la pérdida del olfato de la misma forma que notan la pérdida del gusto o viceversa. De todas maneras, si hubiera un síntoma más dominante, sería uno de estos.

La tos, la fiebre y los escalofríos no son sorpresa, pero vale la pena considerar la aparición de pérdida del apetito en una posición tan alta en la jerarquía de la potencia predictiva. Definitivamente he visto esto en múltiples pacientes con COVID-19, aunque a menudo no lo mantenemos en nuestra lista de síntomas importantes. Tal vez deberíamos.

Los niños con COVID-19 tienen un perfil de síntomas un poco diferente que el de los adultos, de manera que la cefalea remplaza a la tos persistente entre los siete síntomas principales, lo cual tiene importantes implicaciones para decidir cuándo valorar niños escolares. También vale la pena notar que, en los niños, la presentación de rinorrea reduce un poco el riesgo de una prueba positiva para COVID-19.

Los autores también proporcionan datos de que diferentes variantes tienen diferentes constelaciones de síntomas, de manera que la variante alfa produce más faringitis, tos, fiebre, náusea y vómito que la variante de tipo silvestre. No obstante, no hay datos en este estudio sobre la variante delta.

Sin embargo, el principal problema con utilizar los síntomas de esta manera para guiar las pruebas es que los síntomas son un resultado de diversos factores que determinan su presentación en determinado momento. A medida que utilizamos menos las mascarillas y el distanciamiento, y que otros virus respiratorios regresan a la población se reducirá la especificidad de que una tos o una fiebre se deba a COVID-19 y no a gripe o algún otro problema. Es por esto que la única respuesta correcta a la pregunta "¿Quién debería someterse a pruebas para COVID-19?" es "cualquiera". Las pruebas deben ser ubicuas porque incluso un modelo estadístico basado en una constelación de síntomas puede ser una herramienta de detección eficaz solo en el contexto del cual se derivó. Aparte de la pérdida del olfato y el gusto, que parecen ser muy propios de la COVID-19, los síntomas de esta son como los de cualquier otra infección por un virus respiratorio, solo que más intensos.

El Dr. F. Perry Wilson, M.S.C.E., es profesor titular de medicina y director del Yale's Program of Applied Translational Research. Su trabajo de comunicación científica puede encontrarse en el Huffington Post o NPR, y aquí en Medscape. Tuitea con la cuenta  @fperrywilson   y es anfitrión de un repositorio con su trabajo de comunicación en www.methodsman.com.

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