Los incentivos que mantienen a niñas y adolescentes en la escuela podrían ser eficaces para prevenir el embarazo adolescente en Latinoamérica

Gabriela Navarra

26 de agosto de 2021

Una investigación sobre 9 programas de prevención de embarazo adolescente mostró que las intervenciones basadas en incentivos asociados con la asistencia de niñas y adolescentes a la escuela son las más efectivas para lograrlo.[1]

Los programas analizados, 5 referidos a África, 2 a Estados Unidos y 2 a Reino Unido, mostraron que estas intervenciones eficaces tienen "alta aplicabilidad" en países de Latinoamérica para reducir el embarazo adolescente.

El objetivo del estudio fue resumir la literatura internacional sobre la efectividad de las intervenciones para prevenir el embarazo adolescente y extraer algunas lecciones sobre la posible aplicabilidad de estas intervenciones en el contexto latinoamericano.

Pese al avance en algunas regiones, el embarazo adolescente es una preocupación social y de salud pública global.[]Se estima que en 2017 hubo 42,5 nacimientos por cada 1.000 mujeres de 15 a 19 años en todo el mundo. La tasa en Latinoamérica y el Caribe es mucho más alta que el promedio y ocupa el segundo lugar en el mundo, con 62,1 nacimientos por cada 1.000 jóvenes de 15 a 19 años.[3]

Evangelina Martich

"Desde hace muchos años Latinoamérica presenta datos alarmantes de embarazo adolescente. La tasa de fecundidad general cae, pero la fecundidad adolescente se mantiene en una constante. Lo que se ha hecho es necesario, pero no suficiente. Muy a menudo las políticas públicas en Latinoamérica son de gobierno, no de Estado, lo que cambia el color político del gobernante y desestima lo que hizo el anterior", comentó a Medscape en español Evangelina Martich, que no participó de la investigación y es consultora externa del Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA) sobre embarazo adolescente.

Si bien existen revisiones sistemáticas sobre la evidencia de qué funciona para prevenir el embarazo adolescente, la evidencia sobre Latinoamérica es poca.[4] Hoy se sabe que no hay una única mejor intervención efectiva porque es un evento complejo que depende en gran manera de los recursos disponibles, así como del contexto cultural en el que las adolescentes están inmersas.[5]

Diseño y principales resultados

Las autoras de la investigación realizaron una revisión de la literatura científica sobre la efectividad de intervenciones para prevenir el embarazo adolescente entre 2005 y 2019. Los estudios se incluyeron si cumplían 4 criterios: si evaluaban intervenciones sobre niñas y adolescentes 10 a 19 años, si el objetivo era prevenir el embarazo adolescente, si usaban un diseño aleatorizado controlado y si el embarazo se medía como un resultado.

Por otro lado, la aplicabilidad de las intervenciones en Latinoamérica fue evaluada utilizando estos 5 indicadores: población objetivo, diseño de la intervención y recursos, tipo, habilidades y formación de los proveedores/facilitadores, organización de los sistemas y aceptabilidad y contexto social.

"Encontramos que los programas efectivos tienen muchas características que podrían ser altamente aplicables a Latinoamérica. Pero no generamos una clasificación de aplicabilidad general baja, media o alta para cada una. Nos parece importante no ser deterministas. Por eso no presentamos los resultados en la línea de que una intervención sea aplicable y otra no, sino que quisimos presentar varios elementos de aplicabilidad y que cada lector forme sus conclusiones respecto a qué elementos son aplicables y cuáles no", manifestó a Medscape en español Erika E. Atienzo, doctora en Investigación en Salud y autora de correspondencia del trabajo.

Atienzo agregó: "Tres de las 4 intervenciones que previnieron significativamente los embarazos adolescentes utilizaron incentivos y fueron clasificadas por nosotros como altamente aplicables a la región para los 5 parámetros evaluados. Estos programas dependían del sistema escolar para la distribución de incentivos, lo que podía ser menos complicado de diseñar y coordinar y generar menos resistencia de la comunidad".[6,7,8]

Los 3 programas de intervención africanos informaron efectos significativos de sistemas de transferencias monetarias condicionadas a no desertar de la escuela para adolescentes en el primer, segundo y tercer años de seguimiento. Las estudiantes que recibieron un programa de becas hasta los 5 años de seguimiento también tuvieron respuestas positivas. Otro programa documentó efectos significativos en la prevención del embarazo en niñas y adolescentes que recibieron uniformes escolares a los 3 y 5 años de seguimiento.[6,7,8]

Las dos intervenciones de Reino Unido tuvieron la menor aplicabilidad. La primera porque requiere dos elementos escasos en Latinoamérica:[9] servicios amigables hacia los adolescentes y un sistema de salud con registros clínicos que permitan un efectivo seguimiento de los pacientes. La segunda porque requería coordinación entre el cuidado diario y la escuela, algo probablemente muy complicado o inexistente en muchos países de Latinoamérica.[10]

La mayoría de las intervenciones era solo "un poco aplicable" por posible resistencia o aun oposición de padres, maestros y la comunidad en general, debido a valores sociales conservadores (criterio de aceptabilidad).

"La deserción escolar es un factor de riesgo sabido para las prácticas nocivas en adolescentes, ya sea el embarazo o las uniones tempranas. Proponer intervenciones como transferencias condicionadas o becas que promuevan la continuidad en el sistema educativo o que incentiven el retorno al aula de quienes quedaron embarazadas y desertaron, son estrategias muy importantes a tener en cuenta e implementables en países de Latinoamérica", agregó Martich, doctora en Política Social y profesora asociada de la Universidad Carlos III de Madrid, España.

Las compensaciones asociadas a la transferencia de bienes benefician la acumulación de recursos humanos a corto o largo plazo, favorecen la superación de mecanismos de reproducción de la pobreza intergeneracional y promueven la protección social a corto y largo plazos, indica la investigación.[11]

Una región en problemas

Martich agregó que tanto Argentina y Uruguay tienen programas específicos para abordar el embarazo adolescente, pero son recientes; Chile ha tenido una mejora importante, se han promovido espacios amigables con adolescentes, al igual que en Brasil, República Dominicana, Ecuador y Nicaragua, que enfrentan dificultades serias.

"Durante mucho tiempo el embarazo adolescente tuvo un abordaje desde lo sanitario cuando hablamos de una problemática multicausal. También es un problema social y económico, sabemos que para las niñas y jóvenes en situación de pobreza cualquier factor de vulnerabilidad es un factor de riesgo del embarazo adolescente, que las condena a lo largo de todo su ciclo de vida: alcanzan menores niveles de estudios, peores trabajos y terminan dependiendo de transferencias de los gobiernos. Además la pobreza se reproduce porque generalmente los hijos de madres adolescentes también serán madres adolescentes", enfatizó Martich.

Asimismo, la especialista consideró que entre las adolescentes es importante un enfoque en anticoncepción de larga duración, acceso al aborto y que en los hospitales e instituciones de salud existan espacios amigables. "No es solo entregar anticonceptivos, sino dar consejería, si no saben cómo usarlos es muy probable que al tiempo se queden embarazadas".

"Otro aspecto muy importante consiste en que niños y adolescentes en general reciban educación sexual integral, con contenidos transformadores en cuanto a roles de sexo, una formación que no es sencillo implementar en Latinoamérica porque existen muchos grupos antiderechos en la región", destacó.

Limitaciones y perspectivas

"Se necesita estandarizar los procedimientos para evaluar la aplicabilidad de intervenciones a contextos locales. Es decir, implementar guías estandarizadas para evaluar si una intervención que ha funcionado en un contexto internacional podría ser implementada en un contexto local y mostrar la misma efectividad. Los autores que publican sobre la evaluación de la efectividad de intervenciones necesitan hacer un esfuerzo por incluir mayores detalles sobre elementos del contexto. Por ejemplo, costos, aspectos relacionados con el contexto general, el tiempo de implementación y los efectos a largo plazo", expresó Atienzo.

En tanto, Martich consideró que un aspecto pendiente en la región es la falta de evaluación de las políticas públicas. "Los programas se diseñan, pero no hay metas o indicadores claros de impacto, o si los hay, no existen resultados. Una política pública debe definir cuáles son las metas que se quieren alcanzar, en qué tiempo y cómo. Sin organización todo queda desdibujado".

El proyecto fue financiado por el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) y por el Instituto Nacional de Salud Púbica de México. Martich y Atienzo han declarado no tener ningún conflicto de interés económico pertinente.

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