Un estudio derivado de la Investigación Prospectiva Europea sobre Cáncer y Nutrición (EPIC), publicado en la revista Nutrients, sugiere la asociación entre una dieta proinflamatoria y el riesgo de desarrollar enfermedad de Crohn.[1]
La enfermedad de Crohn y la colitis ulcerativa son las principales enfermedades de un grupo de procesos patológicos relacionados denominados enfermedad intestinal inflamatoria, que se caracteriza por respuesta inflamatoria crónica inmunomediada del tracto digestivo de individuos con predisposición genética en respuesta a detonantes ambientales desconocidos que interactúan con la microbiota intestinal.[2]

Dra. Ylse Gutiérrez Grobe
"Ambas patologías afectan de manera significativa la calidad de vida y su incidencia crece rápidamente en países en vías de desarrollo", comentó la Dra. Ylse Gutiérrez Grobe, gastroenteróloga especialista en enfermedad intestinal inflamatoria y miembro de la Organización Panamericana de Crohn y Colitis, y la Sociedad Americana de Endoscopia Gastrointestinal.
"Es importante la investigación con respecto a los factores ambientales y de alimentación que influyen sobre la microbiota intestinal y los procesos de inflamación, con el fin de otorgar un abordaje más integral y temprano", anotó. De igual manera, los autores del artículo derivado de la cohorte española resaltaron que el efecto de la dieta es de gran interés, pues al ser un factor modificable podría representar un papel importante en la prevención.
Los investigadores españoles, encabezados por la Dra. Marcela Guevara, del Instituto de Salud Pública y Laboral de Navarra, realizaron un esfuerzo colectivo para evaluar la asociación entre el potencial inflamatorio de la dieta y la incidencia de enfermedad de Crohn y colitis ulcerativa dentro de los participantes de la cohorte EPIC en España.
EPIC es un estudio de cohorte multicéntrico que se llevó a cabo en diez países europeos con el objetivo de estudiar el papel de factores biológicos, ambientales y de estilo de vida sobre la etiología del cáncer y otras enfermedades crónicas. El grupo de investigación reunió datos de participantes de cuatro centros ubicados en España: Gipuzkoa, Granada, Murcia y Navarra. Durante el periodo de enrolamiento que inició en 1992 incluyeron un total de 32.895 voluntarios sanos con edades entre 29 y 69 años, a quienes se les dio seguimiento hasta diciembre de 2014 (Granada y Murcia) y 2016 (Navarra y Gipizkoa), con un tiempo promedio de seguimiento de 20,7 años.
Análisis de la capacidad inflamatoria de la dieta de los participantes
Todos los participantes completaron el proceso de consentimiento informado. Fueron pesados y medidos de acuerdo a procedimientos estandarizados y a través de cuestionarios se obtuvo información de variables socio-demográficas y de estilo de vida, así como información relacionada a tabaquismo, máximo nivel de estudios y actividad física.
Ciento dieciocho participantes fueron excluidos por presentar una dieta a la que los investigadores denominaron "implausible", es decir, una proporción entre la ingesta calórica reportada y la ingesta calórica estimada mayor a 3 desviaciones estándar (DE) sobre el promedio. También se excluyó a14 participantes por contar con diagnóstico de enfermedad de Crohn o colitis ulcerativa al momento del reclutamiento, resultando así un total de 32.663 participantes.
Para obtener información sobre la dieta habitual del último año, los investigadores utilizaron un cuestionario validado previamente en población española. Aplicando este cuestionario al momento del reclutamiento obtuvieron información sobre el consumo de 662 comidas y recetas comunes; tomando en cuenta la variabilidad estacional midieron la frecuencia y cantidad de alimentos consumidos al menos dos veces por mes. Utilizando la Base de Datos de Nutrimentos EPIC estimaron el consumo diario individual de energía y nutrimentos.
Para medir la capacidad inflamatoria de la dieta los investigadores españoles calcularon la Puntuación inflamatoria de la dieta (ISD), índice que permite clasificar la dieta individual en una escala de lo antiinflamatorio hasta lo proinflamatorio. Se estandarizó la ingesta de cada artículo de alimentos con la media y desviación estándar de la población de estudio y se asignó la puntuación de inflamación para cada artículo de alimento.
Durante el tiempo de seguimiento se vinculó a los participantes de la cohorte con bases de datos de atención primaria y egreso hospitalario, así como con registros de mortalidad, con la finalidad de identificar los casos potenciales de enfermedad de Crohn o colitis ulcerativa.
Posteriormente los registros médicos de dichos casos fueron revisados por médicos locales para verificar el diagnóstico.
Aumento del riesgo de desarrollar enfermedad de Crohn pero no colitis ulcerativa
Los resultados derivados del estudio muestran asociación entre el potencial inflamatorio de la dieta y el riesgo de desarrollar enfermedad de Crohn, no así para colitis ulcerativa. Los autores dividieron los datos obtenidos de acuerdo a terciles correspondientes a la puntuación inflamatoria de la dieta, la puntuación de cada tercil fue -6,08 a -0,67, -0,67 a 1,29, y 1,29 a 4,98, respectivamente.
El primer tercil corresponde a la dieta con menor puntuación inflamatoria y el último tercil a la dieta proinflamatoria. Durante el seguimiento, 32 participantes (56% mujeres) y 57 participantes más (51% mujeres) presentaron diagnóstico de enfermedad de Crohn y colitis ulcerativa, respectivamente.
La edad media de diagnóstico de enfermedad de Crohn fue de 60,7 años (Rango intercuartil [RIQ]: 51,9 a 70,1 años), y 59 años (RIQ: 54,7 a 65,1 años) de colitis ulcerativa.
La densidad de incidencia observada fue de 4,7 (IC 95%: 3,1 a 6,4) casos por 100.000 años-persona y de 8,5 (IC 95%: 6,3 a 10,6), mientras que la incidencia estandarizada por sexo y edad fue de 2,3 (IC 95%: 1,2 a 3,3) y 7,1 (IC 95%: 1,9 a 12,4) para enfermedad de Crohn y colitis ulcerativa, respectivamente.
Después de hacer un análisis multivariado estratificado por centro y al utilizar la puntuación inflamatoria de la dieta como variable continua, los investigadores encontraron que el aumento de una desviación estándar en la puntuacón (equivalente al aumento de dos unidades) está asociado con un aumento de 72% en el riesgo de presentar enfermedad de Crohn (HR: 1,72; IC 95%: 1,05 a 2,80; p = 0,031), independientemente de sexo, edad e ingesta de energía. Por otro lado, el análisis multivariado no mostró asociación entre la puntuación inflamatoria de la dieta y el riesgo de colitis ulcerativa (HR: 0,89; IC 95%: 0,63 a 1,26; p = 0,515). En ambos casos no se mostró interacción entre la puntuación inflamatoria de la dieta y el sexo o grupo de edad.
Los resultados obtenidos por el grupo español están en línea con lo observado por Lo y sus colaboradores en 2020, quienes después de analizar prospectivamente datos de tres grandes cohortes en Estados Unidos encontraron asociación positiva entre una dieta proinflamatoria y el riesgo de presentar enfermedad de Crohn. El cuartil más alto presentó 51% más riesgo comparado con el primer cuartil (p = 0,01), pero no se observó significancia estadística en el riesgo de desarrollar colitis ulcerativa (p = 0,62).[3]
Patrones de alimentación para el abordaje integral del paciente
Los patrones de alimentación y su efecto en biomarcadores inflamatorios han sido objeto de diversos estudios, mostrando tendencia de asociación positiva entre patrones de alimentación occidentales: ricos en azúcares, grasas, productos de origen animal procesados y bajo consumo de vegetales y frutas, con biomarcadores inflamatorios. Mientras que patrones de alimentación caracterizados por mayor consumo de frutas, verduras, leguminosas, pescado, aves y granos integrales muestran asociación inversa con biomarcadores inflamatorios.[4]
En una subcohorte del estudio EPIC se encontró que el consumo de refrescos, azúcar y baja ingesta de vegetales se asoció con aumento del riesgo de presentar colitis ulcerativa.[5]
Estudios como este son de gran valor, pues hablan no solo de nutrimentos individuales, sino del patrón de alimentación; "a veces los pacientes no cuentan con suficiente información correcta sobre cómo llevar a cabo cambios dietéticos benéficos. Hay mucha desinformación con respecto a la dieta entre los pacientes e incluso en el personal médico, por lo que es importante apoyarnos de la intervención de un nutriólogo para la valoración de pacientes con enfermedad intestinal inflamatoria", indicó la Dra. Gutiérrez, recalcando la importancia de trabajar en conjunto con nutriólogos para lograr un abordaje más completo y prevenir desnutrición y otras complicaciones derivadas de una dieta inadecuada.
Por la naturaleza de la enfermedad intestinal inflamatoria, el número de casos encontrados en el estudio fue mínimo, pudiendo limitar el poder estadístico de algunos de los análisis realizados. Por otra parte, la recolección de la información nutricional se hizo al momento del enrolamiento, por lo que no se toman en cuenta posibles cambios en la alimentación a lo largo del seguimiento. Por ello, el potencial inflamatorio de la dieta es un tema que merece investigación adicional, "estudios que usen métodos alternativos para medir el potencial inflamatorio de la dieta podrían proveer mayor visión sobre esta asociación y la verificación de nuestros hallazgos", escribieron los autores.
Los autores y la Dra. Gutiérrez han declarado no tener ningún conflicto de interés económico pertinente.
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Citar este artículo: Una dieta proinflamatoria se asocia con mayor riesgo de desarrollar enfermedad de Crohn - Medscape - 29 de jul de 2021.
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