Síndrome inflamatorio multisistémico y mantener las aulas abiertas: principales retos pandémicos para pediatras españoles

Carla Nieto Martínez

18 de junio de 2021

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MADRID, ESP. Afortunadamente el impacto de la COVID-19 en la salud física de la población infantil española, en línea con lo ocurrido en el resto del mundo, no ha sido ni de lejos el que se temía al principio de la pandemia, como demuestran los datos que reflejan que los niños representan solo 1% de los casos de infección.

Sin embargo, la crisis sanitaria se ha hecho notar en otras facetas del bienestar infantojuvenil, como la salud mental o los problemas derivados del confinamiento y la falta de escolarización presencial, y también ha representado nuevos retos para los pediatras, como el abordaje de manifestaciones específicas de la enfermedad en estos grupos de edad (síndrome inflamatorio multisistémico) o la gestión de la vacuna frente al coronavirus.

De todas estas consecuencias se habló en distintas sesiones del II Congreso Digital de la Asociación Española de Pediatría (AEP), siendo también el tema principal de la sesión en abierto: Un año de pandemia COVID: ¿qué hemos hecho?, ¿qué hemos aprendido?, ¿qué queda por hacer?, en la que varios especialistas hicieron balance de las decisiones adoptadas, pusieron en común las lecciones aprendidas en el contexto de la pandemia y definieron los principales retos y líneas de actuación a seguir en el futuro.

Los expertos coincidieron en que al margen de las exigencias asistenciales, la crisis sanitaria ha marcado un antes y un después en el ámbito de la pediatría.

Dra. María José Mellado

"Nos ha servido de aliciente para crecer como especialidad y también para impulsar la investigación en el campo de las enfermedades infantojuveniles, así como para mejorar nuestra relación con los pacientes y sus familiares", señaló la Dra. María José Mellado, presidenta de la AEPAsociación Española de Pediatría y jefa del Servicio de Pediatría y Enfermedades Infecciosas del Hospital Universitario Infantil La Paz de Madrid.

Evidencias a la luz del estudio EPICO-AEP

Al momento de recapitular las acciones realizadas durante este periodo, la Dra. Mellado destacó cómo desde los primeros momentos de la pandemia se desplegó una estrategia de respuesta rápida para analizar la situación de la COVID-19 a través de diferentes grupos de trabajo, estudios de investigación y documentos de posicionamiento que se han revisado, y aportando la evidencia científica sobre el impacto de la enfermedad y sus consecuencias en el paciente pediátrico, y todo ello ha tenido como resultado la implantación de una nueva forma de hacer pediatría más eficiente.

Los especialistas coincidieron en señalar como piedra angular y paradigma de todo ese trabajo llevado a cabo durante los últimos meses el registro nacional de SARS-CoV-2 en niños, que se puso en marcha al inicio de la pandemia y que dio origen al estudio EPICO-AEP, cuyo objetivo fue conocer el comportamiento de la enfermedad en los niños, su impacto en la epidemia global y sus consecuencias en la población infantojuvenil.[1]

El estudio incluye pacientes pediátricos atendidos en 76 hospitales de 17 comunidades autónomas españolas, y actualmente cuenta con un registro de cerca de 1.000 casos de COVID-19 con asistencia hospitalaria y más de 600 niños ingresados.

Dra. Cinta Moraleda

La Dra. Cinta Moraleda, de la Unidad de Enfermedades Infecciosas Pediátricas, Servicio de Pediatría, del Hospital Universitario 12 de Octubre, en Madrid, y coordinadora del estudio, comentó las principales evidencias arrojadas por esta investigación: "La más relevante es que menos de 1% de los niños infectados por SARS-CoV-2 precisa ingreso hospitalario. La mayoría es asintomática o tiene síntomas leves que manifiestan amplio espectro de presentación. Por ejemplo, en los niños menores de tres meses infectados es frecuente la aparición de fiebre sin foco, siendo la evolución buena en la mayoría de los casos. Asimismo, la mortalidad es muy baja, según refleja el estudio: en cifras totales, se registraron 0,18 fallecimientos por cada 100.000 niños de entre 0 y 9 años (ocho en total) y 0,37 por 100.000 de entre 10 y 19 años (18 en total)".

Síndrome inflamatorio multisistémico: nueva entidad

Del estudio también se desprende que las complicaciones trombóticas en niños son mucho menos frecuentes que en adultos. "También hemos podido constatar que la reacción en cadena de la polimerasa en saliva de frotis oral es una alternativa válida en niños. De hecho, desde la Asociación Española de Pediatría intentamos que se considere como una opción válida, ya que tiene mayor sensibilidad que la prueba antigénica. Otro dato importante que hemos observado es que el tiempo medio de negativización de la reacción en cadena de la polimerasa en niños es de 17 días y que en más de un tercio de estos pacientes no se objetiva seroconversión tras la infección aguda, algo importante al valorar los datos de seroprevalencia poblacional", apuntó la Dra. Moraleda.

El estudio EPICO también evidenció que hasta 20% de los niños afectados presenta síndrome inflamatorio multisistémico, descrito por primera vez en el marco de la pandemia y que solo afecta a menores. "Esta manifestación nos sorprendió mucho y, al tratarse de una entidad nueva, el trabajo en equipo fue fundamental para elaborar el criterio diagnóstico en el que se basa esta enfermedad", afirmó la Dra. Moraleda, quien analizó las principales características de esta patología, en la que destaca respuesta inflamatoria generalizada que a su vez condiciona una afección, sobre todo a nivel cardiovascular: los principales síntomas observados son disfunción miocárdica (37%), disfunción valvular (13%), pericarditis (9%), arritmias (9%), anomalías coronarias (9%) y aneurismas (2%).

Asimismo, la Dra. Moraleda señaló que en los últimos meses los especialistas han podido constatar que la presentación del síndrome inflamatorio multisistémico se asocia a mayor riesgo de ingresar en la unidad de cuidados intensivos pediátricos, "concretamente, este riesgo es 37% mayor, de ahí la importancia de identificar y abordar a tiempo este síndrome".

El éxito de la escolarización pos-confinamiento

El papel de los pediatras en la gestión de la vuelta a la educación presencial de los niños tras el desconfinamiento fue una de las cuestiones más comentadas durante todo el congreso, poniendo en valor el papel desempeñado por el Grupo de Trabajo de la AEP para la Reapertura de la Escolarización, creado en el contexto de la pandemia y que emitió varios posicionamientos y recomendaciones a lo largo de 2020, labor que hizo posible que el desconfinamiento de los niños españoles se produjera dos semanas antes de lo previsto, explicó la Dra. Mellado

"El factor más importante para el desarrollo infantil es su integración en la escuela, un espacio en el que pasan 60% a 70% de su jornada, de ahí la importancia de tener muy presentes las secuelas que la ausencia de asistencia al colegio puede tener en este grupo de población. En este sentido, un análisis detallado llevado a cabo por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) reconoce que España ha sido un ejemplo en Europa en la apertura escolar continuada durante el curso escolar de la pandemia, demostrando que con las medidas preventivas aplicadas con rigor es posible mantener la escolarización presencial con éxito".

En la misma línea, el Dr. Quique Bassat, pediatra especialista en epidemiología y medicina tropical del Centro de Investigación en Salud Internacional (CRESIB) de Barcelona, y coordinador de este grupo de trabajo, enfatizó que la decisión de mantener las escuelas abiertas ha demostrado no tener el componente negativo de amplificación de la transmisión que se preveía al principio de la pandemia.

"Setenta y cinco por ciento de los casos detectados en los colegios no ha dado pie a ninguna infección secundaria, lo que indica que los mecanismos de trazabilidad y aislamiento han funcionado. Asimismo, apenas ha habido brotes originados en los centros escolares, y los pocos que se han dado no han superados los dos o tres casos. Por otro lado, hemos podido comprobar que los casos detectados en las escuelas van en paralelo a los registrados en la sociedad, por lo que el mundo escolar pueda actuar como centinela de lo que ocurre en el resto de la población".

El Dr. Bassat destacó que el modelo español de gestión escolar llevado a cabo ha sido una de las pocas "historias de éxito durante la pandemia y así lo demuestran los datos: durante el curso escolar 2020-2021 la media habitual de grupos burbuja confinados en cualquier semana no ha superado por norma general 1% a 2% y el porcentaje de alumnos o docentes infectados ha estado en torno a 0,5% la mayor parte del tiempo".

Perspectivas y reajustes ante el inicio del nuevo curso

En base a estos resultados, la AEP ha actualizado recientemente las recomendaciones preventivas frente a la COVID-19 de cara al inicio del nuevo curso escolar, previsto para principios del próximo septiembre, en las que se incorporan las evidencias demostradas a lo largo del curso pasado ajustándolas a la actual situación epidemiológica.

"Hemos aprendido que el uso de las mascarillas ha sido bien tolerado y, junto a las otras medidas de higiene, ha hecho desaparecer la presencia de otros virus típicos de los niños. Las burbujas han funcionado bien. Sin embargo, mantener la reducción de la ratio profesor/alumno es una de las medidas que ha demostrado resultar más costosas y también será una de las que se puede ir abandonando a medida que transcurra el próximo curso y mejore la situación epidemiológica. Sin duda la trazabilidad y el aislamiento de los casos constituyen una estrategia que se ha hecho bien y que se va a mantener", añadió el Dr. Bassat.

El especialista destacó el papel que ha jugado la ventilación como medida preventiva del contagio, "una estrategia que ha demostrado tener mucha más importancia de lo que se creía y que hay que incorporar y tener en cuenta, asociándola no solo a menor transmisión del virus sino en general, para mejorar los procesos de aprendizaje infantil. Ahora sabemos que la ventilación y la buena regulación desde el punto de vista térmico es un aspecto que no se había valorado debidamente hasta ahora, y es un claro ejemplo de que en pediatría, las consecuencias indirectas de la pandemia pueden ser mucho más importantes que las directas".

En cuanto a las estrategias específicas que se recomiendan para el curso 2021-2022, el Dr. Bassat destacó la necesidad de monitorizar la incidencia acumulada y la cobertura vacunal antes de empezar a relajar progresivamente las medidas anti-COVID-19. "También es importante mantener el uso de las mascarillas dentro de las aulas, fomentar la ventilación y seguir vigilando muy de cerca la salud mental de los niños, que ha sido el área en la que pandemia ha demostrado tener mayor impacto".

Vacunas anti-COVID-19 y otros retos de futuro inmediato

Dr. Francisco Álvarez

Otra cuestión inherente a la pandemia a la que están haciendo frente los pediatras es la estrategia de vacunación prevista frente a la COVID-19 en la población infanto-juvenil. Respecto a esto, el Dr. Francisco Álvarez, coordinador del Comité Asesor de Vacunas de la AEP, afirmó: "Tenemos claro que hay que vacunar a los adolescentes, porque es obvio que una vez se haya conseguido la inmunización de la población adulta, el virus va a circular entre ellos, y hay que tener también en cuenta las posibles mutaciones".

En cuanto a la reciente aprobación de la administración de la vacuna de Pfizer a niños de entre 12 y 15 años por parte de la Agencia Europea del Medicamento (EMA), el Dr. Álvarez recordó que también la vacuna de Moderna ha presentado trabajos a las agencias reguladoras para conseguir su aprobación en esta franja de edad; "pero antes de estas novedades, el pasado mes de mayo, desde la AEP hicimos una serie de recomendaciones sobre la vacunación en niños y adolescentes reflejadas en un documento de posicionamiento en el que los especialistas insistimos en la necesidad de vacunar a los menores, una vez se haya completado la vacunación en la población adulta, para detener el avance de la pandemia".

En dicho documento se recogen los criterios que la AEP aconseja seguir en esta pauta de vacunación: priorizar a los niños en situación de riesgo con trastornos neurológicos relevantes o a una afección asociada a déficit cognitivo, aquellos con enfermedades crónicas y tratamientos inmunosupresores, en situación de gran dependencia, y los que asisten a centros residenciales o educativos. En segundo lugar, vacunar a los niños sanos de entre 12 y 15 años, y por último a los menores de 12 años.

Los autores del documento también señalaron que todavía es prematuro opinar sobre el papel que podría jugar su eventual vacunación en el control de la pandemia y el beneficio en la transmisibilidad en una situación epidemiológica con niños mayores y adultos inmunizados, por lo que habrá que esperar a comprobar la seguridad y eficacia de las vacunas en este grupo de edad y conocer el impacto de la vacunación universal en estos grupos y en su evolución.

"Creemos que la COVID-19 ha llegado para quedarse, y eso nos obliga a identificar nuevos retos y líneas de actuación frente a aspectos novedosos que pueden ir apareciendo como consecuencia de la pandemia", afirmó la Dra. Moraleda.

"La situación epidemiológica va a ir cambiando: pronto empezaremos a vacunar a adolescentes y tenemos que seguir recogiendo datos para saber la evolución de la población infantil y determinar si esta cambiará el patrón de los ingresos hospitalarios o del síndrome inflamatorio multisistémico. De hecho, el seguimiento a largo plazo de los niños afectados por este síndrome es uno de los principales retos de futuro al que nos enfrentamos, junto al abordaje de los niños que presentan cuadros de COVID-19 persistente", concluyó la Dra. Moraleda.

Los doctores Mellado, Moraleda, Bassat y Álvarez han declarado no tener ningún conflicto de interés económico pertinente.

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