Lo que me hizo volver desde el borde del suicidio: la historia de un médico

Emily Sohn

Conflictos de interés

1 de junio de 2021

El Dr. William Lynes tenía una práctica médica próspera y una vida familiar plena con tres niños cuando intentó por primera vez el suicidio en 1999 a los 45 años de edad. Hacia 2003 la depresión y dos intentos de suicidio adicionales dieron por resultado su jubilación temprana.

En el reciente Congreso Anual de la American Psychiatric Association (APA) de 2021, que tuvo lugar de forma virtual, el Dr. Lynes habló sobre las dificultades de lidiar con la depresión y a la vez hacer frente a las tensiones implícitas en el ejercicio de la medicina. La sesión en la cual habló se tituló El médico suicida: narraciones de un médico que sobrevivió y de la viuda de otro médico que no sobrevivió.

Al escribir y hablar sobre sus experiencias puede retener su identidad como médico y mantener a raya los pensamientos obsesivos en torno al suicidio. Espera que conversaciones como esta ayuden a otros médicos a sentirse menos solos y les permitan superar el estigma para obtener la ayuda que necesitan. Sospecha que lo necesitan. Más de 600 personas asistieron a la sesión de la American Psychiatric Association, y el Dr. Lynes recibió docenas de mensajes de agradecimiento después de ello.

"Me encanta la medicina, pero la práctica de la medicina es intrínsecamente estresante, y no te puedes escapar. En lo que respecta a los comentarios, me hacen sentir que es algo que debería continuar haciendo", agregó el Dr. Lynes, urólogo jubilado que radica en Temecula, Estados Unidos.

Una forma de sanar

El Dr. Lynes añadió que su espiral descendente hacia la oscuridad comenzó con una serie de sucesos médicos catastróficos que comenzaron en 1998, cuando regresó a casa de unas vacaciones con la familia en México no sintiéndose bien. No se molestó en hacer algo al respecto, típico de un médico, dice. Luego, una noche despertó agitado con escalofríos y fiebre. Pronto estaba en el hospital por insuficiencia respiratoria a consecuencia de choque séptico.

El Dr. Lynes pasó 6 semanas en la unidad de cuidados intensivos, incluidas 4 semanas conectado a un respirador. Se sometió a una traqueostomía. Bajó 18 kg de peso y experimentó delirium relacionado con la unidad de cuidados intensivos.[1] Fue un tiempo terrible, señaló. Cuando trató de volver al trabajo 10 meses más tarde no se sentía como si pudiera funcionar normalmente.

Habiendo sido antes un médico sobrecargado que trabajaba largas horas, ahora tenía dudas de sí mismo y tenía temor de dar malas noticias a sus pacientes. Espontáneamente intentó suicidarse.

Después de ello ocultó lo que había ocurrido a todos, excepto a su esposa, y se las arregló para reanudar su práctica profesional. Sin embargo, no pudo recuperar el entusiasmo que había tenido por su trabajo. Aunque antes había experimentado depresión, esta vez fue implacable.

Buscó ayuda de un psiquiatra, se le estableció diagnóstico de trastorno bipolar y comenzó a tomar medicación. Aun así, hizo todo lo posible por cumplir sus responsabilidades. Luego, en abril de 2002 tuvo un accidente en tabla de nieve que le produjo múltiples fracturas faciales y requirió 5 operaciones. Cuando regresó a su trabajo esta vez, se sintió fracasado, pero se resistió a pedir ayuda a sus colegas.

Un mes más tarde el Dr. Lynes volvió a intentar suicidarse, lo cual dio por resultado otra hospitalización en la unidad de cuidados intensivos y más tiempo conectado a un respirador. Los médicos dijeron a su familia que pensaban que no sobreviviría. Cuando se recuperó estuvo como paciente en una sala de psiquiatría, donde recibió la primera serie de sesiones de electroterapia convulsiva. Complicando su ansiedad y depresión estaba la imposibilidad de aceptar su vida si no podía ejercer la medicina.

El siguiente otoño, en septiembre de 2003, su tercer intento de suicidio tuvo lugar en su consultorio en un fin de semana cuando estaba solo. Después de cerrar la puerta miró su reflejo en el marco de su título de la facultad de medicina, el vidrio estaba agrietado. "Estaba oscuro, negro, frío. Recuerdo que vi mi reflejo y pensé cuán asqueado me sentía".

Durante años después de eso, el Dr. Lynes tuvo problemas con su sentido de autovalía. Se escondía del sistema médico y temía a las consultas con los médicos. Por último, en 2016 encontró un nuevo significado en una conferencia de redacción, donde conoció a una colega médica cuya historia era similar a la suya. Lo alentó a escribir sobre su experiencia. Su ensayo fue publicado en Annals of Internal Medicine ese año.[2] "Luego comencé a dar conferencias y sentí que era médico de nuevo. Esto realmente me ha sanado bastante".

Por qué los médicos mueren por suicidio

Trabajar en el ámbito de la asistencia sanitaria suele ser muy estresante, incluso en las mejores épocas, dice el Dr. Michael Myers, psiquiatra en la SUNY Downstate Health Sciences University, en la ciudad de Nueva York, Estados Unidos, y autor del libro Por qué los médicos mueren por suicidio: enseñanzas aprendidas de sus familias y otros que los atendieron.

Años de estudios y capacitación culminan en una carrera en la cual las exigencias son implacables. Las expectativas sociales son elevadas. Pero muchos médicos son perfeccionistas por naturaleza, y los médicos tienden a sentir presión intensa para competir por puestos codiciados.

El estrés comienza en una etapa temprana de la carrera de medicina. Una revisión sistemática y metanálisis de 183 estudios de 43 países que se llevó a cabo en 2016 demostró que casi 30% de los estudiantes de medicina experimentaba síntomas de depresión y 11% refería pensamientos suicidas, pero solo 15% buscaba ayuda.[3]

Un revisión en 2015 de 31 estudios que incluyeron residentes demostró que las tasas de depresión se mantenían cercanas a 30% y que casi tres cuartas partes de los residentes cumplían los criterios de agotamiento profesional, un tipo de agotamiento emocional y sensación de insuficiencia que puede ser resultado del estrés crónico en el trabajo.[4]

Este estrés de la capacitación médica al parecer es una causa directa de problemas de salud mental. Las tasas de depresión son más altas en quienes trabajan para llegar a ser médicos que en sus compañeros de la misma edad, muestra la investigación. Además, los síntomas se vuelven más prevalentes a medida que las personas avanzan en su capacitación.

La pandemia de COVID-19 ha añadido estrés a un trabajo ya de por si estresante. De más de 2.300 médicos encuestados en agosto de 2020 por la Physicians Foundation, organización de defensa de los derechos de los médicos, 50% indicó que experimentaba ira excesiva, tendencia a llorar o ansiedad debido a la forma en que la pandemia afectaba a su trabajo, 30% se sentía con desesperanza o sin propósito, y 8% tenía pensamientos de autolesión relacionados con la pandemia. Las tasas de agotamiento profesional han aumentado desde 40% en 2018 hasta 58%.

Estos problemas podrían incluso ser más agudos en lugares en los que se experimenta otros tipos de crisis. Un estudio en 2020 de 154 médicos de servicios de urgencias en Libia, que está en medio de una guerra civil, reveló que 65% estaba experimentando ansiedad, 73% mostraba signos de depresión y 68% se sentía emocionalmente agotado.

Toda historia es diferente

No está claro cuán común es el suicidio en los médicos. Una estimación que suele repetirse es que 300 a 400 médicos mueren por suicidio cada año, pero nadie tiene la certeza de cómo se determinó esa cifra, señaló el Dr. Myers, quien organizó el panel de la American Psychiatric Association.

Los estudios sobre suicidio no son sistemáticos y las tendencias son difíciles de identificar. A manera de anécdota, recibió tantas llamadas sobre suicidios de médicos el año pasado que las que recibió antes de que comenzara la pandemia. "Lo que puedo decirles es que este es un asunto grave. Y no va a desaparecer", señaló.

Toda persona es diferente, y también toda muerte. A veces los problemas profesionales no tienen nada que ver con el suicidio de un médico, indicó el Dr. Myers. Cuando el estrés laboral desempeña un papel, los factores suelen ser variados y complejos.

Tras una carrera de 32 años como médico de servicio de urgencias con doble certificación, el Dr. Matthew Seaman se jubiló en enero de 2017. El mismo mes un paciente lo demandó ante la junta médica del Estado de Washington, que llevó a cabo una investigación y una demanda legal.

El caso fue duro para el Dr. Seaman, quien había continuado trabajando en turnos nocturnos durante toda su carrera y había ganado un galardón de héroe de la Cruz Roja estadounidense, señaló su esposa, la Dra. Linda Seaman, médica de familia en Yakima, Estados Unidos, que también habló en el panel de la American Psychiatric Association. El American Board of Emergency Medicine otorgó al Dr. Seaman una insignia en reconocimiento de sus 30 años en el servicio de urgencias atendiendo directamente a pacientes: honor que solo se otorgó a 1.400 médicos de servicios de urgencias de entre 33.510 que ejercían en esa época.

La Dra. Seaman destacó que 2 años después de iniciada la investigación, su esposo cada vez estaba más deprimido. En 2019 el Dr. Seaman testificó en una declaración. Su esposa indicó que estaba devastado por la experiencia. Treinta y seis horas más tarde se suicidó a la edad de 62 años.

Recordando lo sucedido en el año que tuvo lugar la muerte de su esposo, la Dra. Seaman reconoce múltiples obstáculos que interfirieron en la capacidad de su esposo para buscar ayuda, entre ellos, interacciones frustrantes con psiquiatras y la compañía de seguros de la pareja.

Su identidad y experiencia como médico también desempeñaron un papel. Un par de meses antes de que falleciera, ella intentó infructuosamente hablar con su psiquiatra, cuyo personal de su consultorio le recomendó que acudiera al servicio de urgencias. Sin embargo, puesto que trabajaba como médico de urgencias en un pueblo pequeño, se negó a ir. La Dra. Seaman sospecha que le preocupaba el estigma.

El agotamiento profesional probablemente lo preparó para que se derrumbara después de décadas de trabajo atendiendo directamente a pacientes, añadió. Trabajar en el servicio de urgencias expone a los médicos a casos traumáticos horribles todos los días. Los médicos aprenden a suprimir sus propias emociones para lidiar con lo que afrontan. Reprimir sus sentimientos puede dar lugar a estrés postraumático. "Simplemente se actúa. Se aprende a hacer eso", puntualizó.

Su valor y honestidad es un verdadero don … están salvando vidas. Hay tantos médicos que sufren y piensan que son los únicos.

Un verdadero don

Cuando el Dr. Myers escucha historias sobre médicos que se suicidan o que han escrito sus problemas de salud mental para ayudar a otros, se pone en contacto con estos últimos. Un objetivo de sus propios escritos y de las sesiones de conferencia que organiza es facilitar a otros que compartan sus propias historias.

"Antes que nada les digo que su valor y honestidad es un verdadero don, y que están salvando vidas. Hay tantos médicos que sufren y creen que son los únicos", señaló.

Las conversaciones en público como las que tuvieron lugar en la sesión de la American Psychiatric Association también ofrecen oportunidades para compartir consejos, incluida la recomendación del Dr. Myers de que los médicos estén seguros de contar con un clínico de atención primaria que los atienda.

Muchos no lo tienen porque dicen que están demasiado ocupados, que pueden tratarse sus síntomas ellos mismos o que pueden autoderivarse a especialistas cuando lo necesiten. Pero los médicos no siempre reconocen los síntomas de depresión por sí mismos, y cuando surgen problemas de salud mental pueden no buscar ayuda o tratarse a sí mismos de forma apropiada.

Un médico de atención primaria puede ser la primera persona en reconocer un problema de salud mental y derivar a un paciente para atención psiquiátrica, comentó el Dr. Myers, cuyo último libro, Convirtiéndose en médico de médicos: Una autobiografía, explora sus experiencias en el tratamiento de médicos con agotamiento profesional y otros problemas de salud mental.

Independientemente de que cuenten o no con un médico de atención primaria, recomienda que los médicos hablen con alguien en quien confíen: una trabajadora social, un líder religioso, un familiar que pueda entonces ayudarlos a encontrar la atención correcta.

En Estados Unidos se dispone de ayuda las 24 horas a través de la National Suicide Prevention Lifeline en 800-273-8255, una línea telefónica directa dirigida por psiquiatras específicamente para médicos también está disponible en el 888-409-0141. "Póngase en contacto y obtenga ayuda. No lo haga solo", añadió el Dr. Myers.

El Dr. Lynes recomienda establecer límites entre la vida y el trabajo. También se ha beneficiado de escribir acerca de sus experiencias. Un blog o un diario pueden ayudar a los médicos a procesar sus sentimientos. Su ensayo de 2016 marcó un importante giro a su vida, dándole sentido al ayudar a los demás.

"Desde que escribí el artículo no tengo palabras para expresar lo bien que estoy. Ahora, no me avergüenza estar alrededor de médicos. De hecho, me considero un médico. No lo hice por muchos, muchos años. Así que estoy muy bien", finalizó.

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