COMENTARIO

La distribución desigual de las vacunas contra la COVID-19 en el mundo

Dra. Armelle Pérez-Cortés Villalobos

Conflictos de interés

12 de mayo de 2021

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En etapas tempranas de la pandemia se hizo evidente que para terminar la crisis mundial necesitaríamos el desarrollo de una vacuna contra SARS-CoV-2. A un año de pandemia es evidente que no solo necesitamos la existencia de esta, sino que todos los países del mundo tengan acceso a la vacunación.

Las vacunas contra la COVID-19 prometían la posibilidad de levantar restricciones a la población, desahogar los sistemas de salud y proteger la economía de los países. En lugar de esto, el acceso desigual a las vacunas alrededor del mundo continúa causando fallecimientos innecesarios, prolongando la pandemia y, además, en este momento estamos en una carrera contra el surgimiento de más variantes de preocupación.

Es un momento crítico, las cifras son alarmantes con múltiples regiones del mundo que tienen alta transmisión del virus. Nos tomó 9 meses alcanzar 1 millón de fallecimientos por COVID-19 alrededor del mundo cuando no había vacunas y solo 4 meses en alcanzar 3 millones de fallecimientos ya teniendo vacunas disponibles.[1]

Anticipando la importancia de la vacuna contra la COVID-19 y su distribución equitativa se conformó COVAX, un mecanismo impulsado por iniciativas pública y privada para garantizar acceso equitativo a las vacunas.[2] Sin embargo, a pesar del enorme esfuerzo realizado hasta el día de hoy, existe injusta desigualdad en la distribución del vial.

Mientras hay países como Estados Unidos, donde 44% de su población ha recibido al menos una dosis de la vacuna contra la COVID-19 y está disponible para cualquier adulto que desee ser vacunado, tenemos trabajadores de la salud de primera línea en otros países que aún no la han recibido.[3]

Las cifras no mienten: Estados Unidos ha administrado al menos 216 millones de vacunas, es decir, ha aplicado 14 veces más vacunas que todo el continente africano junto, que incluye a 52 países con 1,2 miles de millones de personas y, en donde solo se han administrado 15,6 millones de vacunas. Esta desigualdad se ha visto alrededor del mundo y Tedros Adhanom Ghebreyesus, director general de la Organización Mundial de la Salud, ha insistido que de las más de 700 millones de dosis administradas en el planeta, 87% se han aplicado en países desarrollados y solo 0,2% ha ido a países en vías de desarrollo.

No es justo: las personas no vacunadas están en riesgo de morir y hemos sido testigos de cómo puede haber un aumento súbito de casos en poblaciones no inmunizadas. No solo los países en vías de desarrollo sufren ante esta desigualdad ya que en una población susceptible el virus contagia, circula y muta, siendo una amenaza para todos, países desarrollados o no, personas vacunadas o no.

Estamos en una crisis de salud pública, somos interdependientes, estamos conectados y la pandemia no está cerca de acabarse. Tenemos una oportunidad única de encarrilar la estrategia de vacunación contra la COVID-19 en el mundo y es momento de utilizar todas las herramientas que tenemos disponibles para controlar la dispersión del virus; necesitamos expandir la producción de vacunas, necesitamos asegurar su suministro, necesitamos que los países más desarrollados ayuden al financiamiento de las vacunas de países en desarrollo. Recordemos: "Ningún país estará a salvo hasta que todos lo estén".

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