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Ciertos fármacos de uso frecuente en atención primaria podrían ver su función alterada en los pacientes infectados por el virus SARS-CoV-2, debido al propio proceso de la enfermedad o a las interacciones con los tratamientos recomendados para tratar la infección. Así lo ha descrito un grupo de investigadores liderado por el Dr. Jesús M. Redondo Sánchez en una revisión reciente publicada en Formación Médica Continuada en Atención Primaria.[1]
En la publicación analizan con detalle los grupos de fármacos que se deben suspender o mantener en los pacientes con comorbilidades que se asocian con un mayor riesgo de acontecimientos graves (ingreso en unidades de cuidados intensivos, ventilación mecánica y mortalidad) durante la COVID-19: hipertensión, diabetes, enfermedad cardiovascular, enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC) o enfermedad renal crónica.
Medicamentos antihipertensivos que actúan sobre el sistema renina-angiotensina
Los inhibidores de la enzima convertidora de angiotensina (ECA) y los antagonistas de los receptores de angiotensina II (ARA II) son fármacos habituales en pacientes con factores de riesgo de mayor gravedad y mortalidad por COVID-19. Dado que el SARS-CoV-2 entra en la célula uniéndose a los receptores de la enzima convertidora de angiotensina 2, existía la preocupación de que un bloqueo crónico indujera su sobreexpresión generando un mayor riesgo de infección o enfermedad grave.
Según varios metanálisis y las recomendaciones de la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS), la Agencia Europea de Medicamentos (EMA) y las sociedades científicas, los pacientes en tratamiento con estos fármacos no tienen mayor riesgo de infección por SARS-CoV-2 ni de presentar COVID-19 grave o mayor mortalidad, por lo que deben continuar con el tratamiento.
Se recomienda precaución a la hora de prescribir antagonistas de los receptores de angiotensina II en los más jóvenes por una posible susceptibilidad a la infección, pero desaconsejan su retirada durante la pandemia.[2]
Otros medicamentos antihipertensivos
El uso de diuréticos, bloqueantes de los canales de calcio o beta-bloqueantes en pacientes infectados con SARS-CoV-2 no aumentaron el riesgo de infección por el virus ni de ingresos a unidades de cuidados intensivos ni de enfermedad grave, de acuerdo con varios estudios observacionales retrospectivos.[1]
Hipolipemiantes
La hipercolesterolemia es una de las comorbilidades frecuentes en pacientes con COVID-19 y se ha teorizado sobre los efectos beneficiosos o perjudiciales de las estatinas. Según un estudio nacional danés y una declaración de consenso sobre el manejo de hipolipemiantes en pacientes con COVID-19 por un panel de expertos del Reino Unido, se recomienda continuar el tratamiento con estatinas, interrumpir su uso en caso de riesgo hepático o renal o dificultad para administrar fármacos por vía oral y valorar el cambio de estatina en caso de interacciones con el tratamiento para tratar la infección.[3,4]
Antidiabéticos
No se ha confirmado un mayor riesgo de COVID-19 en pacientes con diabetes, pero sí una mayor gravedad y letalidad, en la que influyen factores como la edad, las comorbilidades y el sobrepeso u obesidad.[5] En estos casos la COVID-19 puede empeorar la glucemia y los síntomas de la enfermedad coinciden con los de sospecha de cetoacidosis diabética por lo que se recomienda estar alerta.
En pacientes ambulatorios con COVID-19 se recomienda el estricto control de la glucemia, una ingesta normal que evite la deshidratación y el control diario de la temperatura usando paracetamol en caso de fiebre.
En ausencia de curso grave de la enfermedad no se recomienda retirar de forma profiláctica los antidiabéticos, pero si hay fiebre, vómito o diarrea hay que valorar suspender los tratamientos antidiabéticos con más riesgo de descompensación metabólica aguda (inhibidores del cotransportador de sodio-glucosa tipo 2 [SGLT2] y metformina) o los agonistas del receptor del péptido 1 similar al glucagón (GLP-1), y ajustar el resto si la situación lo requiere.
Se recomienda vigilar la función renal y la glucemia por si hay que ajustar el resto de los antidiabéticos. Ante la retirada del resto de fármacos la insulina es el tratamiento de elección.
Psicotrópicos
Los pacientes con enfermedad mental pueden ser más susceptibles a la infección por tener asociadas comorbilidades que pueden agravar la evolución de la COVID-19. La pandemia ha traído consigo la aparición de alteraciones psiquiátricas y la desestabilización de pacientes con trastornos mentales. Por ello es necesaria una revisión de los tratamientos y las dosis, valorar el desprescribir tratamientos con efecto sedante o anticolinérgico, sobre todo en mayores polimedicados, y asegurar la medicación en los pacientes con la indicación adecuada.
Por otro lado, los síntomas de la COVID-19 pueden confundirse con efectos asociados con algunos fármacos o su síndrome de abstinencia (inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina, neurolépticos, benzodiacepinas) y ocasionar un retraso en el diagnóstico.[6]
Hay que tener en cuenta las posibles interacciones medicamentosas entre los fármacos psicotrópicos y los utilizados para la COVID-19. Así como los efectos adversos, intentando elegir aquellos con menor asociación con la depresión respiratoria y menor riesgo cardiovascular, pues podrían empeorar la evolución de la infección.
Se recomienda usar la menor dosis eficaz durante el tiempo más corto posible y realizar un seguimiento con ajuste de medicación o retirada del fármaco cuando sea posible. Si hay riesgo alto de interacción o efecto secundario, se debe intentar cambiar por otros psicofármacos de mejor perfil.
Fármacos para el aparato digestivo
No se ha encontrado asociación entre el uso de inhibidores de la bomba de protones o antagonistas del receptor de histamina-2 y la aparición de COVID-19.
En los pacientes con COVID-19 con una indicación clara para inhibidores de la bomba de protones, dada la posibilidad de interacción con otros fármacos para la infección, se recomiendan pantoprazol o rabeprazol por tener menos interferencia con el citocromo P450.
Otros tratamientos relacionados con el sistema digestivo
Los antieméticos prolongan el intervalo QTc, por lo que deben usarse con precaución si hay sospecha de COVID-19.
Los probióticos convencionales no están recomendados para la diarrea con sospecha de infección.
Finalmente, en la enfermedad inflamatoria intestinal surgieron dudas al inicio de la pandemia sobre el uso de fármacos inmunomoduladores y biológicos, pero en vista del riesgo de recaída, en el momento actual no se recomienda su retirada en pacientes con enfermedad inflamatoria intestinal en remisión.
Manejo del dolor
Antiinflamatorios no esteroideos y paracetamol
Actualmente no hay evidencia científica que relacione el uso de antiinflamatorios no esteroideos con el empeoramiento de la COVID-19, por lo que pueden usarse en el tratamiento sintomático de la infección u otras comorbilidades asociadas.
Deberán evitarse si están contraindicados o usarse con precaución en pacientes con enfermedad cardiovascular o edad avanzada. Las agencias reguladoras recomiendan el uso del paracetamol como primera opción ante síntomas compatibles con la enfermedad. En ambos casos hay que tener en cuenta que su capacidad para reducir la inflamación y la fiebre podría enmascarar los síntomas de la enfermedad y, en todo caso, usar la dosis efectiva más baja durante el menor tiempo posible.
Opioides
Los pacientes en tratamiento crónico con opioides podrían ser más susceptibles a la infección por SARS-CoV-2 y a que los síntomas respiratorios sean más graves por el mayor riesgo de depresión respiratoria. El enmascaramiento de la sintomatología inicial podría retrasar el diagnóstico y los síntomas asociados a la enfermedad podrían verse agravados. Por estas razones, ante la infección por SARS-COV-2 puede necesitarse un ajuste de dosis o un reemplazo por opioides de acción corta hasta que baje la fiebre.
En pacientes con tratamiento crónico previo con opioides bien indicados no hay recomendaciones para suspenderlos. Se recomienda elegir opioides con menos efecto inmunosupresor.
Anticoagulantes, antiagregantes y prevención de eventos trombóticos
La COVID-19 se ha asociado con inflamación y un estado protrombótico. Los pacientes infectados tienen un mayor de riesgo de enfermedad tromboembólica que aumenta en los ingresados, sobre todo en las unidades de cuidados intensivos, y en las embarazadas por presentar un estado de hipercoagulabilidad.[7] Por ello, algunos pacientes COVID-19 precisarán profilaxis o tratamiento antitrombótico.
En general, durante la COVID-19 se recomienda suspender temporalmente los anticonceptivos y continuar con los anticoagulantes o antiagregantes ya prescritos anteriormente.
Este contenido fue originalmente publicado en Univadis, parte de la Red Profesional de Medscape.
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Citar este artículo: Consideraciones sobre los tratamientos crónicos en pacientes infectados por el SARS-CoV-2 - Medscape - 23 de abr de 2021.
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