Estudio identifica síntomas persistentes y más comunes 8 meses después de COVID-19 leve

Damian McNamara

Conflictos de interés

16 de abril de 2021

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Anosmia, ageusia, disnea y fatiga son los cuatro síntomas más comunes que los profesionales de la salud en Suecia refieren 8 meses después de padecer COVID-19 leve, revelan nuevos datos.[1]

Aproximadamente uno de cada 10 miembros del personal de salud experimenta uno o más síntomas moderados a graves que afectan relativamente su calidad de vida, de acuerdo con el estudio.

Dra. Charlotte Thålin

"Vemos que una porción considerable del personal de salud presenta síntomas a largo plazo después de COVID-19 leve", indicó a Medscape Noticias Médicas la autora principal, Dra. Charlotte Thålin, Ph. D, añadiendo que la pérdida del olfato y del gusto "pueden parecer triviales, pero a la larga tienen repercusión negativa en la vida laboral, social y familiar".

El estudio destaca no solo por hacer seguimiento a las experiencias del personal de salud relacionadas con COVID-19 en el curso del tiempo, sino también por lo que no se encontró. No se observó mayor prevalencia de problemas cognitivos (como de la memoria o de la concentración) que otros han vinculado con lo que suele denominarse COVID-19 prolongada.

La carta de investigación fue publicada el 7 de abril de 2021 en la versión electrónica de JAMA.

"Aun cuando una persona sea joven y haya estado sana con anterioridad, la COVID-19 leve puede dar lugar a consecuencias a largo plazo", señaló la Dra. Thålin, del Departamento de Ciencias Clínicas en el Danderyd Hospital, del Karolinska Institute, en Estocolmo, Suecia.

Los investigadores no observaron aumento del riesgo de síntomas a largo plazo después de COVID-19 asintomática.

Se suma a la evidencia existente

Esta carta de investigación "se suma al conjunto creciente de estudios publicados que muestran que las personas que se recuperan de COVID-19 han referido una serie diversa de síntomas que duran meses después de la infección inicial", señaló a Medscape Noticias Médicas la Dra. Lekshmi Santhosh, cuando se le pidió su comentario. Ella es jefa del equipo médico de la Post-COVID OPTIMAL Clinic, de la University of California, San Francisco (UCSF), en San Francisco, Estados Unidos.

Dra. Lekshmi Santhosh

Investigación previa ha revelado síntomas graves a largo plazo, entre ellos, palpitaciones y alteraciones neurológicas, en personas hospitalizadas con COVID-19. Sin embargo, "son escasos los datos sobre los efectos a largo plazo después de COVID-19, y estos estudios a menudo se dificultan por el sesgo de selección y no tienen grupos de control apropiados", indicó la Dra. Thålin.

La falta de estos síntomas más graves después de COVID-19 leve "tranquiliza", añadió.

Los hallazgos actuales son parte del estudio COVID-19 Biomarker and Immunity (COMMUNITY) en curso, en el que se analiza la inmunidad a largo plazo. Los profesionales de la salud se incluyeron en la investigación entre el 15 de abril y el 8 de mayo de 2020 y se les efectuaron pruebas sanguíneas iniciales y de forma repetida cada 4 meses.

La Dra. Thålin, el autor principal, Dr. Sebastian Havervall, y sus colaboradores, compararon la notificación de síntomas entre 323 empleados de hospital que tuvieron COVID-19 leve en un lapso mínimo de 8 meses antes con 1.072 empleados que no tuvieron COVID-19 durante todo el estudio.

Los resultados demostraron que 26% de los que tuvieron COVID-19 previamente presentaban al menos un síntoma moderado a grave que persistió durante más de 2 meses, en comparación con 9% del grupo de control.

El grupo con antecedente de COVID-19 leve tenía una mediana de 43 años de edad y 83% era del sexo femenino. Los controles tenían una mediana de 47 años y 86% era integrado por mujeres.

Dra. Sarah Jolley

"Estos datos reflejan lo que hemos visto en las cohortes a largo plazo de pacientes con COVID-19. Notablemente, la enfermedad leve en individuos previamente sanos puede asociarse con síntomas persistentes a largo plazo", manifestó a Medscape Noticias Médicas la Dra. Sarah Jolley, neumóloga especializada en cuidados intensivos en el UCHealth University of Colorado Hospital, en Aurora, Estados Unidos, y directora de la Post-COVID Clinic.

"En esta cohorte, similar a otras, esto parece ser más acentuado en las mujeres", añadió la Dra. Jolley.

Hallazgos claves sobre funcionamiento

A los 8 meses, utilizando una aplicación de teléfono inteligente, los participantes informaron sobre presentación, duración y gravedad de 23 síntomas definidos de antemano. Los investigadores utilizaron la Escala de discapacidad de Sheehan para evaluar la alteración funcional.

Un total de 11% de los participantes refirió al menos un síntoma que afectó negativamente la vida laboral o social o familiar a los 8 meses frente a solo 2% del grupo de control.

Los participantes seropositivos tuvieron casi dos veces más probabilidades de referir que sus síntomas a largo plazo alteraban de manera moderada a intensa su vida laboral, 8% frente a 4% de los profesionales de la salud seronegativos (riesgo relativo [RR]: 1,8; IC de 95% [IC 95%]: 1,2 a 2,9).

Las alteraciones de la vida social por síntomas prolongados fueron 2,5 veces más probables en el grupo seropositivo. Un total de 15% de esta cohorte refirió efectos moderados a intensos, en comparación con 6% del grupo seronegativo (RR: 2,5; IC 95%: 1,8 a 3,6).

Los investigadores también preguntaron sobre alteraciones en la vida familiar, que fueron referidas por 12% de los profesionales de la salud seropositivos y 5% de los participantes seronegativos (RR: 2,3; IC 95%: 1,6 a 3,4).

Los hallazgos del estudio "son parecidos a gran parte de otros estudios que hemos visto", comentó a Medscape Noticias Médicas David Putrino, terapeuta físico, Ph. D., director de Innovación en Rehabilitación en el Mount Sinai Health System, en la ciudad de Nueva York, Estados Unidos. Él y sus colaboradores están a cargo de atender la rehabilitación de pacientes con COVID-19 prolongada.

David Putrino

Resulta interesante el hecho de que la proporción de personas con síntomas persistentes podría subestimarse en esta investigación, indicó Putrino. "Los anticuerpos no son un biomarcador del todo fiable. Por consiguiente, lo que los investigadores utilizan es el indicador más conservador de quién puede haber tenido el virus".

El sesgo de recuerdo potencial y la evaluación subjetiva de los síntomas fueron posibles limitaciones del estudio.

Cuando se le preguntó cuál era su conjetura respecto a por qué los investigadores no encontraron grados más altos de disfunción cognitiva, Putrino dijo que los autoinformes por lo general son menos fiables que métricas como la Escala de Evaluación Cognitiva de Montreal (MoCA) para detectar alteración cognitiva.

Por otra parte, a diferencia de muchas de las personas con COVID-19 prolongada que trata en el ámbito clínico, "las que realmente tienen dificultades, el personal de salud estudiado en Suecia tiene funcionamiento suficientemente bueno para llevar a cabo sus tareas en el hospital, de manera que la población del estudio puede no representar la población en general".

Se requiere más investigación

"Es necesario realizar más investigación de los mecanismos subyacentes a estos síntomas persistentes, y varios centros, incluida la University of California, de San Francisco, Estados Unidos, llevan a cabo investigación sobre las causas potenciales de esto", destacó la Dra. Santhosh.

La Dra. Thålin y sus colaboradores piensan continuar el seguimiento de los participantes. "El objetivo principal de COMMUNITY es investigar la inmunidad a largo plazo después de COVID-19, pero también analizaremos posibles mecanismos fisiopatológicos subyacentes a los síntomas prolongados relacionados con COVID-19", destacó.

"Espero que se restablezcan el gusto y el olfato", añadió la Dra. Thålin.

"En realidad apenas comenzamos a comprender los efectos prolongados de la COVID-19. Veremos que esto es algo que avanzará mucho", concluyó Putrino.

La Dra. Thålin, la Dra. Santhosh, la Dra. Jolley y Putrino han declarado no tener ningún conflicto de interés económico pertinente. La investigación fue financiada por becas de Fundación Knut y Alice Wallenberg, Fundación Jonas and Christina af Jochnick, Fundación Familia Leif Lundblad, Region Stockholm y Fundación Familia Erling-Persson.

Damian McNamara es un periodista con sede en Miami. Cubre una amplia diversidad de especialidades médicas, que incluyen enfermedades infecciosas, gastroenterología y reumatología.

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