Fármacos vasodilatadores protegieron contra rosácea

Doug Brunk

Conflictos de interés

26 de marzo de 2021

Los vasodilatadores pueden tener efecto protector contra la rosácea, según mostraron los resultados de un estudio retrospectivo de cohortes efectuado en un único centro.[1]

"Nuestra hipótesis inicial era que tal vez los antihipertensivos podrían asociarse con empeoramiento de la rosácea", declaró una de las autoras del estudio, Dra. Jennifer G. Powers, profesora asociada de dermatología en la University of Iowa, en Iowa City, Estados Unidos. "Lo que encontramos fue exactamente lo opuesto: que en efecto su registro entre los antecedentes en la historia clínica se correlacionaba con tasas más bajas de diagnóstico de rosácea, según se define por los códigos de las versiones 9 y 10 de la Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE 9/10)".

De acuerdo con los investigadores, que publicaron sus hallazgos en Journal of the American Academy of Dermatology, se han comunicado casos de rosácea aguda inducida por vasodilatadores, pero no se ha establecido asociación a largo plazo. "De hecho, muchos fármacos antihipertensivos ampliamente utilizados modulan el tono vascular periférico", escribieron en su artículo. "Por consiguiente, su utilización prolongada en pacientes con hipertensión puede reducir el daño a los vasos periféricos y, por tanto, disminuir el riesgo de rosácea".

Para determinar las correlaciones entre el uso de vasodilatadores y el riesgo de rosácea, la Dra. Powers y sus colaboradores identificaron 680 pacientes con hipertensión que se estaban tratando con vasodilatadores o un diurético tiazídico, en quienes apareció rosácea al cabo de 5 años de iniciar el tratamiento entre el 1 de junio de 2006 y el 31 de abril de 2019.

Los fármacos vasodilatadores utilizados fueron inhibidores de la enzima convertidora de angiotensina, antagonistas de receptores de angiotensina II, beta-bloqueantes y bloqueantes de los canales de calcio. Los pacientes que recibieron diuréticos tiazídicos fueron el grupo de control. Los investigadores estratificaron a los pacientes conforme a edad, sexo, raza, diabetes, enfermedad renal crónicaarteriopatía coronaria, y calcularon los riesgos relativos estimados comparando vasodilatadores con tiazidas entre los estratos.

De los 680 pacientes, 40 eran caucásicos; 127 recibieron tiazidas y los 553 restantes recibieron vasodilatadores. En general los investigadores observaron que el uso de vasodilatadores tuvo efecto protector sobre la aparición de rosácea al cabo de 5 años, en comparación con tiazidas (riesgo relativo [RR]: 0,56; p < 0,0001). Específicamente, el riesgo relativo fue de 0,50 para los inhibidores de enzima convertidora de angiotensina (p < 0,0001), 0,69 para los antagonistas de receptores de angiotensina (p = 0,041), 0,55 para beta-bloqueantes (p < 0,0001), y 0,39 para los bloqueantes de los canales de calcio (p < 0,0001).

La Dra. Powers y sus colaboradores también observaron correlaciones inversas significativas en inhibidores de enzima convertidora de angiotensina, beta-bloqueantes y bloqueantes de los canales de calcio en mujeres caucásicas de 50 y más años de edad, pero no se observó significancia en subgrupos no caucásicos. Las cohortes de pacientes con nefropatía crónica y arteriopatía coronaria fueron demasiado pequeñas para el análisis.

"Nos sorprendió observar que muchos de los fármacos que consideramos como vasodilatadores podrían de hecho resultar beneficiosos contra la rosácea. Nos gustaría que se reprodujeran estos resultados en estudios de población más grandes. También hay interrogantes potenciales en torno al mecanismo en juego. Sin embargo, si estos hallazgos son aplicables, mayor razón para que nuestros pacientes con rosácea y con hipertensión se traten bien. No deben temer que estos fármacos estén empeorando la enfermedad. Asimismo, podría haber nuevas opciones terapéuticas con base en estos datos", destacó la Dra. Powers.

El estudio recibió apoyo económico del National Center for Advancing Translational Sciences. Los investigadores han declarado no tener ningún conflicto de interés económico pertinente.

Uno de los coautores de la Dra. Powers es su esposo, el Dr. Edward M. Powers, profesor de cardiología en la University of Iowa. "A veces intercambiamos ideas y hablamos acerca de cómo los efectos sistémicos sobre la vasculatura pueden repercutir en las enfermedades de la piel", dijo, señalando que también publicaron un estudio sobre estatinas y dermatitis atópica.[2]

Este contenido fue originalmente publicado en MDEdge, parte de la Red Profesional de Medscape.

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