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Hola, soy la Dra. Zaira Medina, grabando para Medscape en español, y el día de hoy hablaremos sobre los síntomas cognitivos relacionados con COVID-19, denominados "niebla cerebral" ( brain fog).
Este término se refiere a una constelación de síntomas que incluye la reducción de la agudeza mental y cognición, con incapacidad para concentrarse y hacer tareas simultáneas múltiples (multitask), al igual que la afección de la memoria a corto y largo plazos.
Este síndrome se presenta en pacientes con enfermedades neuroinmunológicas, incluyendo enfermedad celiaca, síndrome de fatiga crónica, síndrome de taquicardia postural, trastorno del espectro autista y deterioro neurocognitivo menor, como la fase inicial de la enfermedad de Alzheimer, e incluso los pacientes que reciben quimioterapia pueden experimentar brain fog.[1] Es posible que las moléculas inflamatorias secretadas en el cerebro contribuyan a la patogénesis del síndrome en estas enfermedades.
Por otro lado, las infecciones virales pueden causar síntomas cognitivos tanto por efecto directo en el sistema nervioso central o por efecto indirecto, como consecuencia de la hospitalización, es decir, afectar las esferas afectiva, conductual y de la percepción, como consecuencia del impacto psicológico de la enfermedad.
Manifestaciones, efectos posagudos e información de necropsias
El estudio de impacto a largo plazo de la infección por el nuevo coronavirus (LIINC), realizado en San Francisco, Estados Unidos, incluyó adultos recuperados de COVID-19 que fueron evaluados al momento de ser reclutados, al mes y 120 días después del inicio de los síntomas.[2] De los primeros 100 participantes, 20 informaron problemas cognitivos durante una o más de las visitas del estudio. Su mediana de edad fue de 41 (intervalo intercuartílico: 36 a 55) años, 50% estuvo integrado por mujeres, 8 sin comorbilidades y 16 (80%) tenían empleo estable; 14 de estos 20 participantes nunca estuvieron hospitalizados por COVID-19, y en la mitad de ellos los síntomas cognitivos comenzaron durante la fase aguda de la enfermedad. Entre los 14 pacientes que tuvieron citas de seguimiento durante el estudio, los síntomas cognitivos estuvieron presentes durante al menos 98 (intervalo intercuartílico: 71 a 120) días después del inicio de la COVID-19.
Los efectos cognitivos descritos durante la infección aguda por otros coronavirus incluyen alteraciones de la memoria, inatención y confusión, aunque otros síntomas psiquiátricos, como ansiedad, ánimo depresivo e insomnio también se han descrito.
En un estudio de 45 pacientes con COVID-19, 33% desarrolló síndrome disejecutivo después de ser egresado del hospital; dicho síndrome estaba caracterizado por inatención, desorientación y movimientos poco organizados al comando verbal.[3]
Asimismo, la tormenta de citocinas en COVID-19 puede causar una serie de pequeños infartos puntiformes sin ocasionar déficit neurológico notable, pero cuando estos pacientes dejan el hospital después de la infección aguda por SARS-CoV-2 experimentan alteraciones en la memoria y la atención, o lentitud en la velocidad de procesamiento, por lo que podría ser de utilidad que los pacientes tengan evaluación neurocognitiva 6 a 8 meses después del egreso hospitalario si perciben que tienen quejas cognitivas; también es pertinente que reciban rehabilitación para recuperar su capacidad cognitiva basal.[4]
Algunos autores han hecho evaluaciones neuropsicológicas un poco más formales con baterías breves en pacientes jóvenes recuperados de COVID-19 leve o moderada y han documentado la presencia de déficit de atención (50%), déficit en concentración/memoria a corto plazo (27%), problemas para encontrar las palabras (20%), cambios drásticos en el estado de ánimo y pensamientos incoherentes (<10%).[5]
Incluso se ha demostrado mediante imagen por resonancia magnética con secuencias funcionales como imagen por tensor de difusión, que los pacientes recuperados de COVID-19 tienen alteraciones microestructurales en la sustancia blanca, especialmente en la corona radiada, cápsula externa y fascículo frontooccipital superior.[6] Asimismo, tienen mayor volumen en la sustancia gris en corteza olfatoria, hipocampo, ínsula, opérculo rolándico izquierdo, giro de Heschl izquierdo y giro del cíngulo del lado derecho, lo cual se relaciona con la pérdida del olfato y las alteraciones de la memoria descritas.
Estudios de necropsia en pacientes con afectación neurológica no han identificado cambios típicos de inflamación crónica relacionados con infección viral y, recientemente, se identificó la presencia de megacariocitos en los capilares corticales en la necropsia de cinco pacientes sin evidencia clínica de infarto cerebral, lo cual sugiere que la disfunción endotelial podría posibilitar el reclutamiento de megacariocitos a partir de la circulación, lo que podría estar relacionado (al menos en parte) con una forma atípica de deterioro neurológico vinculado con la infección por SARS-CoV-2.
Punto de vista
Podemos concluir que, si bien conocemos un poco más sobre las consecuencias a largo plazo del neurotropismo de este virus y de lo que ahora se denomina COVID-19 persistente (PASC) , la rehabilitación cognitiva parece ser una opción adecuada para quienes padecen el síndrome disejecutivo por COVID-19, pero sobre todo, su adecuada detección es quizá la herramienta más útil para nuestros pacientes.
Muchas gracias por su atención, soy la Dra. Zaira Medina, para Medscape en español.
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Citar este artículo: "Niebla cerebral" relacionada con COVID-19, ¿qué sabemos de estos síntomas cognitivos? - Medscape - 30 de marzo de 2021.
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