Cigarrillo electrónico: un riesgo para la salud cada vez más popular entre los jóvenes

Andrea Jiménez

Conflictos de interés

19 de marzo de 2021

El cigarrillo electrónico se introdujo en el mercado ganando gran popularidad como alternativa para dejar de fumar. Sin embargo, la Organización Mundial de la Salud señala que los cigarrillos y sistemas electrónicos de suministro de nicotina con sabores son indudablemente dañinos y deberían estar estrictamente regulados.

"La utilización de un cigarrillo electrónico puede contribuir a la elevación de la presión arterial y el desarrollo de taquicardia", afirmó el Dr. Carlos A. Jiménez Ruiz, presidente de la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (SEPAR).

Un estudio publicado en noviembre de 2020 por la Boston University School of Public Health y la Boston University School of Medicine concluyó que el uso de cigarrillos electrónicos puede aumentar el riesgo de enfermedad respiratoria en más de 40%.[1] Los investigadores utilizaron datos de 21.618 participantes adultos sanos de las primeras cuatro olas (2013-2018) del estudio Population Assessment of Tobacco and Health, encuesta representativa a nivel nacional en Estados Unidos. Según datos arrojados por este sondeo, el uso actual de cigarrillos electrónicos se asoció con aumento de 33% del riesgo de bronquitis crónica, 69% del riesgo de enfisema, 57% en el riesgo de enfermedad pulmonar obstructiva crónica y de 31% en el riesgo de asma.

Investigadores de Johns Hopkins Medicine, en Maryland, Estados Unidos, también encontraron evidencia científica de que la inhalación de vapor de tabaco calentado a través de los cigarrillos electrónicos está relacionada con mayores probabilidades de asma y enfermedad pulmonar obstructiva crónica.

"Aunque no existan estudios a largo plazo hay muchas evidencias de los efectos del vapeo al poco tiempo”, afirmó la Dra. Regina Dalmau, cardióloga del Hospital Universitario La Paz de Madrid y presidenta del Comité Nacional para la Prevención del Tabaquismo. "El problema es que la mayoría de consumidores la integran duales o exfumadores, lo que dificulta poder diferenciar los riesgos para la salud a los que conlleva el uso de cigarrillos tradicionales y los provocados por los electrónicos. Teniendo en cuenta que el daño del tabaco es diferido, es decir, se manifiesta generalmente a partir de 20 o 25 años de iniciar su consumo, la toxicidad de los cigarrillos electrónicos a largo plazo no podrá ser concretada al menos en una o dos décadas", agregó Carmen González Carreño, vicepresidenta segunda del Comité Nacional para la Prevención del Tabaquismo.

Pero algunos de los efectos más devastadores para la salud ya han salido a la luz. En 2019, Centers for Disease Control and Prevention de Estados Unidos detectó un brote de lesiones pulmonares asociadas al uso de cigarrillos electrónicos, o vapeo (EVALI).

Los afectados presentaron síntomas, como lesión pulmonar aguda, dificultad respiratoria, daño alveolar, neumonía lipoidea, neumonitis necrosante aguda o neumonía, entre otras manifestaciones. Todos los pacientes fueron hospitalizados y recibieron tratamientos, incluyendo comas inducidos por fármacos, respiradores artificiales y otras medidas de soporte vital. Hasta el 18 de febrero de 2020 las autoridades norteamericanas notificaron más de 2.800 casos de pacientes que presentaban esta afección, y que cobró 68 vidas. Las muestras analizadas por la Food and Drug Administration de Estados Unidos y por laboratorios estatales mostraban acetato de vitamina E, un aditivo en algunos productos de cigarrillos electrónicos o productos de vaporización y en otros que contienen tetrahidrocannabinol, designando a este compuesto como el factor fuertemente vinculado a este brote que acabó en una crisis de salud pública.

El cigarrillo electrónico: producto enfocado a los jóvenes

"Como se pudo observar a raíz de esta epidemia en Estados Unidos, el cigarrillo electrónico es un producto muy popular entre jóvenes", destacó la Dra. Dalmau. Según el Programa de Encuestas sobre Alcohol y Otras Drogas en España de 2020, desde 2017 el número de personas que reportó haber consumido cigarrillos electrónicos en el último año se ha incrementado 36%. En 2019, 48,4% de los estudiantes entre 15 y 24 años encuestados afirmó haber utilizado en alguna ocasión cigarrillos electrónicos. 

Además del incremento del vaping entre jóvenes, la European Journal of Preventive Cardiology hacía una observación alarmante: el uso de cigarrillos electrónicos en adolescentes duplica el riesgo de comenzar a fumar tabaco tradicional.[2]

Compuestos mutagénicos en el vapor de los cigarrillos electrónicos

"La apariencia que presentan los cigarrillos electrónicos como un producto moderno y tecnológico hace que los jóvenes los perciban como menos perjudiciales. Pero los aerosoles no son inocuos, tienen sustancias tóxicas", afirmó la Dra. Dalmau. Un informe de la Comisión de Salud Pública del Consejo Interterritorial del Sistema Nacional de Salud, publicado el pasado noviembre, alertaba que el aerosol del cigarrillo electrónico contiene sustancias carcinogénicas.

"El líquido del cigarrillo electrónico, además de llevar saborizantes y colorantes, está formado fundamentalmente por dos sustancias: propilenglicol y glicerina. Cuando estos compuestos se someten a combustión se convierten en formaldehído y acetaldehído, compuestos mutagénicos capaces de provocar cáncer", destacó el Dr. Jiménez.

Además de esas sustancias carcinogénicas, los vapores incorporan metales como plomo, cromo, níquel y cobre en cantidades superiores a los cigarrillos convencionales, "así como partículas ultrafinas relacionadas con el daño cardiovascular, alteraciones pulmonares, neurodegenerativas y oncológicas", señaló González Carreño.

Vapeo: alternativa para dejar de fumar en entredicho

"Por otro lado, no debemos olvidar que la nicotina, presente en la mayoría de cigarrillos electrónicos, ya supone una enfermedad en sí misma, no solo por la adicción que provoca, sino por sus efectos cardiovasculares, aumentando la frecuencia cardiaca y el efecto vasoconstrictor, y disminuyendo el aporte de oxígeno", manifestó González Carreño.

En 2019 la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica emitió un informe que además de señalar los peligros para la salud que entraña el vapeo, advertía que el cigarrillo electrónico no es seguro ni eficaz para dejar de fumar, y es capaz de producir adicción.[3] "No está claro si los cigarrillos electrónicos pueden ayudar a las personas a dejar de fumar", añadió la Dra. Dalmau, advirtiendo el peligro que entraña que los jóvenes lo perciban como menos perjudicial que el tabaco, y suponga la puerta de entrada a la adicción a la nicotina. 

Para la cardióloga, la aparición del vapeo supone un retroceso en la lucha contra el tabaquismo: "Debido a las evidencias de la transmisión del SARS-CoV-2 por medio de aerosoles, en las terrazas ya no se puede fumar, pero la regulación va lenta, así que desde el comité seguimos luchando para que leyes que controlan al consumo de tabaco en espacios cerrados se hagan extensivas al cigarrillo electrónico".

Una legislación dispar según países

"La regulación de los cigarrillos electrónicos es muy desigual según los países, y va desde la no regulación hasta la prohibición total, como en Japón, Brasil, Singapur, Seychelles, Uruguay e India; algunos han introducido restricciones estrictas como Australia, y algún otro los regula como fármacos a pesar de ser productos de consumo, como Reino Unido", señaló González Carreño.

La regulación en España debe adaptarse a la directiva 2014/40/UE en vigor desde mayo 2016, la cual prohíbe la compra y venta a menores de 18 años y limita el nivel de nicotina y los saborizantes utilizados. Entre las medidas que propone el Comité Nacional para la Prevención del Tabaquismo destaca el incremento de la presión fiscal de los nuevos productos y dispositivos hasta hacerla similar a la de los productos de tabaco, así como restringir toda publicidad, directa e indirecta, su promoción y patrocinio, y la expansión de las políticas de espacios libres de humo a los cigarrillos electrónicos.

Asimismo, la Dra. Dalmau destacó que la industria tabacalera aprovecha la lentitud de los gobiernos para hacer su estudio de mercado, por lo que es importante que las autoridades informen a los ciudadanos y eviten que se dejen llevar por la publicidad engañosa.

"Cuando se tiene adicción a la nicotina es muy fácil pasar de un producto a otro. La persona buscará la forma más accesible de saciar la ansiedad en cada momento. A mis pacientes con cardiopatías les insisto en que la mejor opción siempre es dejar de fumar, ¡no sustituir los cigarrillos tradicionales por los electrónicos ni por ningún producto que se les parezca!", concluyó.

Este contenido fue originalmente publicado en Univadis, parte de la Red Profesional de Medscape.

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