En general, como médicos hemos sido buenos para tratar enfermedades, pero no así para tratar a la persona. El foco de atención ha sido puesto en afecciones/enfermedades físicas específicas más que un abordaje holístico sobre el paciente como un todo. Particularmente, la medicina cardiovascular se ha enfocado en tratamiento farmacológico y con dispositivos.
Sin embargo, en los últimos años ha habido aumento en la apreciación de cómo la salud psicológica puede contribuir de manera negativa sobre la enfermedad cardiovascular, pero también en forma positiva para mejorar la salud cardiovascular y reducir el riesgo de eventos. También se ha evaluado de manera más rigurosa el impacto de la salud psicológica en la salud cardiovascular.
Por esto, a través de un documento científico, la American Heart Association aconseja a los profesionales de la salud considerar la salud psicológica en adultos con enfermedad cardiovascular o con factores de riesgo.[1]
Este documento evalúa la relación entre salud psicológica y salud cardiovascular y resume las formas de mejorar la salud psicológica en pacientes con enfermedad cardiovascular o en riesgo de esta. Los temas más relevantes del mismo se detallan a continuación:
La Organización Mundial de la Salud define la salud mental como el estado de bienestar en el cual el individuo se percata de su potencial, puede manejar el estrés normal de la vida, puede trabajar productivamente y es capaz de contribuir a su comunidad. Muchos términos han sido utilizados para describir o capturar el estado global de salud.
El bienestar no es solo la ausencia de enfermedad, también es un proceso activo dirigido hacia una vida más saludable, feliz y que permita cumplir las expectativas. El bienestar personal puede ser definido como la evaluación cognitiva y afectiva personal y la valoración de la propia vida, incluyendo salud física, satisfacción, felicidad y sensación de plenitud.
El bienestar sirve como término paraguas para diferentes evaluaciones que los individuos hacen de sus vidas. Este incluye salud física y mental, posición financiera, soporte social y conexión con la comunidad, oportunidades de crecimiento y capacidad de alcanzar los objetivos, así como sensación general de propósito y satisfacción de su vida. Mejorar el bienestar del individuo es un objetivo clave para la American Heart Association.
Mientras no haya definición universal de salud psicológica positiva, este documento la considera multifacética y puede estar caracterizada por sensación de optimismo, propósito, gratitud, resiliencia, afecto positivo y felicidad, atención plena (mindfulness) y vitalidad emocional (con sensación de energía positiva y capacidad de regular las emociones efectivamente).
La evidencia ha demostrado claramente que factores psicológicos negativos, rasgos de personalidad y salud mental pueden impactar en la salud cardiovascular. La salud psicológica negativa incluye depresión, estrés crónico, ansiedad, ira y hostilidad, pesimismo e insatisfacción con la vida personal del momento.
El estado psicológico positivo puede llevar a reducir el riesgo cardiovascular a través de conductas más saludables. Los individuos con mejor salud psicológica tienden a tener mejor soporte social.
El documento discute las vías biológicas que relacionan la salud psicológica con la enfermedad cardiovascular. Esta vía incluye procesos biológicos, conductuales y psicológicos.
La enfermedad psicológica y la salud psicológica han demostrado estar asociadas a falta de cumplimiento terapéutico. Numerosos estudios han encontrado relación entre trastornos depresivos mayores y pobre cumplimiento terapéutico a fármacos cardiovasculares.
Este documento discute intervenciones para trastornos psiquiátricos o síntomas si están presentes en pacientes. Dentro de las intervenciones se mencionan antidepresivos, psicoterapia y manejo clínico.
Las consultas clínico-cardiológicas son excelentes oportunidades para valorar los factores psicológicos que pueden impactar en el mantenimiento de la salud cardiaca. Los médicos pueden usar herramientas de cribado sencillas en el cuidado de pacientes con enfermedad cardiovascular o en riesgo de la misma para evaluar el estado psicológico, por ejemplo, el Cuestionario de salud del paciente para cribado de depresión (PHQ-2) y el Cuestionario de cribado de ansiedad de trastorno de ansiedad generalizada (GAD-2).
La enfermedad cardiovascular no debería ser valorada en forma aislada, sino vista como parte integral de la conexión del sistema mente-corazón-cuerpo. Tanto los factores psicológicos positivos como negativos parecen afectar la salud cardiovascular y el pronóstico directamente. El bienestar personal incluye factores físicos y psicológicos; como médico clínico, el objetivo es tratar al paciente globalmente, no solo el estado de enfermedad. Preguntas breves acerca de optimismo, motivación y afecto positivo y el impacto en la vida diaria pueden generar discusiones importantes durante el encuentro clínico.
Este artículo resume las asociaciones negativas (figura 1) y positivas (figura 2) de la salud psicológica y el riesgo cardiovascular y posibles mecanismos biológicamente plausibles (figura 3) de cómo la mejora de la salud psicológica puede conducir a la reducción del riesgo cardiovascular y ofrece una herramienta inicial muy útil para los médicos cardiólogos clínicos que deseen incorporar este abordaje a su práctica.
Figura 1. Asociaciones negativas
Figura 2. Asociaciones positivas
Figura 3. Posibles mecanismos de cómo la mejora de la salud psicológica conduce una reducción del riesgo cardiovascular
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Citar este artículo: Salud psicológica, bienestar y conexión mente-corazón-cerebro - Medscape - 8 de marzo de 2021.
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