Nuestras vidas cambiaron radicalmente durante el año 2020; debido a la pandemia de COVID-19 fue necesario cambiar la modalidad en la que realizábamos nuestros trabajos, clases, reuniones, etc. Gracias a la tecnología nos fue posible realizar muchas actividades, sin embargo, esto incluyó mayor tiempo frente a las pantallas y de ahí derivó la pregunta que muchos nos hemos hecho: ¿cuál es el efecto de la luz de las pantallas en nuestra piel?
Para comprender esta cuestión es importante hablar sobre la radiación en general.
La radiación solar, en particular la radiación ultravioleta, todavía se considera la principal causa del envejecimiento de la piel, fenómeno conocido como fotoenvejecimiento.[1] Los efectos carcinogénicos de la exposición al sol también están bien establecidos e históricamente se atribuyeron al daño directo del ADN causado por la exposición a los rayos ultravioleta B (280 a 315 nm). Más recientemente, los efectos carcinogénicos de la luz ultravioleta A (315 a 400 nm) de longitud de onda más larga, que daña la piel indirectamente a través de la producción fotosensibilizada de especies reactivas de oxígeno, se han aceptado igualmente como mecanismo independiente de daño cutáneo.[2]
En el espectro de luz visible (400 a 700 nm), la luz azul (400 a 495 nm) representa la luz visible de alta energía asociada con alta energía de fotones. La mayor parte de la luz azul proviene del sol, pero parece que cada vez más estamos expuestos a fuentes de luz artificial, incluidos dispositivos electrónicos que emiten cantidades significativas de luz azul.[3] Más específicamente, se ha demostrado que la luz visible de alta energía induce signos de fotoenvejecimiento cutáneo in vitro, ex vivo e in vivo.[4]
Durante las últimas décadas, debido a las consecuencias inevitables de la industrialización, la vida moderna y los cambios importantes en el estilo de vida de grandes segmentos de la población de los países en desarrollo y desarrollados, los seres humanos no están expuestos a niveles adecuados de luz natural durante el día, sino que están sobreexpuestos a niveles relativamente altos de luz artificial por la noche.
Los avances recientes en la tecnología de los diodos emisores de luz han llevado a su uso generalizado en materia de iluminación. El bajo consumo de energía, el tamaño pequeño y la larga vida útil se encuentran entre las ventajas básicas de los diodos emisores de luz sobre las antiguas fuentes de luz incandescente que consumen mucha energía; asimismo, actualmente se utilizan en una amplia variedad de aplicaciones que van desde señales de tráfico hasta flash de cámaras y teléfonos inteligentes.[5]
Se han realizado varios estudios para definir el efecto de la luz azul emitida por los dispositivos electrónicos en las células de la piel humana; por ejemplo, se ha demostrado que la irradiación de queratinocitos HaCaT con luz azul de 41,35 J cm-2 de longitud de onda de 453 nm conduce a rápido aumento de especies reactivas de oxígeno después de 1 hora.[6] Otros estudios han encontrado que la luz azul induce estrés oxidativo a través de la fotorreducción de flavinas intracelulares y que los queratinocitos humanos normales muestran rápido aumento de especies reactivas de oxígeno intracelulares tras la irradiación con luz azul.[7,8]
Liebel y sus colaboradores han utilizado luz visible para inducir especies reactivas de oxígeno de forma dosis-dependiente, citocinas proinflamatorias, como interleucina-1 e interleucina-6, y metaloproteasas de matriz 2 y 9 en equivalentes de piel humana; en este mismo estudio se demostró que los antioxidantes, como el gamma-tocoferol y un extracto vegetal, suprimen estos marcadores.[9]
Un estudio reciente mostró que en fibroblastos dérmicos irradiados con 150 J cm-2 de varias longitudes de onda se detectó la formación de especies reactivas de oxígeno a 400 a 500 nm, pero ya no a 582 nm.[10]
Duteil y sus colaboradores realizaron un estudio con individuos de fototipos III y IV demostrando que la luz azul, en comparación con la irradiación ultravioleta B, indujo hiperpigmentación significativamente más pronunciada que duró hasta 3 meses.[11]
Campiche y sus colaboradores realizaron un estudio clínico aleatorizado, doble ciego y controlado con placebo en 33 mujeres con fototipos de piel III y IV, exponiéndolas a luz azul (4 x 6 J cm-2, 450 nm) y encontrando hiperpigmentación significativa.[12]
La luz azul derivada de la exposición solar puede inducir hiperpigmentación potente y duradera en personas de piel oscura. Los melanocitos detectan estas longitudes de onda directamente a través de la activación de un sensor específico llamado opsina-3, el cual conduce a la fosforilación del factor de transcripción asociado a microftalmia, dando como resultado el aumento de las enzimas de melanogénesis, tirosinasa y dopacromo tautomerasa.[13]
Las opsinas comprenden una familia de receptores acoplados a proteína G activados por la luz, que cumplen numerosas funciones visuales y no visuales. La opsina-3 está altamente expresada en melanocitos productores de melanina epidérmica humana, que brindan protección contra la radiación ultravioleta. Las opsinas median las respuestas celulares a distintas longitudes de onda de luz visible y ultravioleta. La opsina-3 regula la actividad de los melanocitos a través de los receptores de melanocortina 1 y es responsable de la hiperpigmentación persistente inducida por las longitudes de onda azules de la luz visible.
La melanogénesis inducida por opsina-3 resulta de una cascada de eventos que finalmente conducen a aumento de las enzimas de melanogénesis. La luz azul induce la formación de un complejo proteico relacionado con la tirosinasa principalmente en melanocitos de piel oscura (fototipos de piel III, IV, V y VI), lo que da como resultado hiperpigmentación de larga duración después de la irradiación con luz azul en esta población.[13]
Regularmente el rostro está expuesto a la luz azul emitida por las pantallas de dispositivos (teléfonos celulares, computadoras, televisores, etc.); este tipo de luz azul generalmente cubre un espectro de 420 a 490 nm, con un pico de emisión entre 440 y 460 nm, dependiendo del dispositivo.
En un estudio realizado con 12 pacientes con melasma (fototipos III y IV) con edad media de 41 años, proyectando luz azul en la mitad de la cara de los pacientes producida por un simulador solar de xenón filtrado para emitir el mismo espectro que las pantallas de los dispositivos electrónicos (0,864 J/cm2 entregada en 30 minutos), concluyó que a una distancia de 20 cm, el uso máximo de una pantalla de computadora de alta intensidad durante 8 horas por día durante un periodo de 5 días no empeora las lesiones de melasma.[14]
Este estudio tuvo pocos pacientes y el periodo de exposición fue muy corto, por lo que resulta difícil generar conclusiones al respecto. No obstante, en el caso del melasma la piel es más sensible a los desencadenantes externos y se ha demostrado que la luz azul emitida por los rayos solares promueve las recaídas.
Varias líneas de evidencia sugieren que la producción de superóxido mediada por la luz azul podría contribuir significativamente al envejecimiento de la piel y la carcinogénesis.
A nivel ocular, la degeneración macular relacionada con la edad (principal causa de ceguera en adultos mayores) también implica a la luz azul como posible fuente de daño a largo plazo y se atribuye al estrés oxidativo, de hecho, esta afección ha demostrado de los antioxidantes nutricionales ralentizan la progresión de la enfermedad.[15]
En otros estudios se ha observado que la exposición nocturna a las pantallas diodos emisores de luz de luz azul en los teléfonos inteligentes afectan el sueño y las funciones cognitivas, y posiblemente también influyan en la producción de melatonina y cortisol.[16]
Acentuación de fotodaño facial con un analizador de piel DermaView. Fuente: Pandel R, y cols. ISRN Dermatol. 2013 (CC BY 3.0)[17]
Fotoprotección
En el pasado se consideraba que el espectro de radiación solar no ultravioleta no tenía efectos biológicos adversos relevantes en la piel. Actualmente sabemos que esta suposición era incorrecta, porque tales longitudes de onda impactan claramente en la piel y, por tanto, los filtros solares modernos deben ofrecer también protección contra la radiación ultravioleta A de onda larga y la radiación no ultravioleta, como la luz visible, la luz azul y el rayo infrarrojo.
Los filtros ultravioleta orgánicos (químicos) funcionan permitiendo la absorción de rayos ultravioleta de alta energía; los ingredientes químicos, como oxibenzona, octinoxato, homosalato, avobenzona y octocrileno, presentan datos limitados o nulos que demuestren su capacidad para atenuar la luz azul.
Los filtros ultravioleta inorgánicos (físicos), es decir, óxido de zinc y dióxido de titanio, modulan la penetración de fotones ultravioleta en la piel por reflexión, dispersión y absorción, ayudan a brindar protección contra la radiación ultravioleta A y ultravioleta B, pero brindan protección limitada contra la radiación visible e infrarroja cercana, especialmente en longitudes de onda más largas.
Se ha demostrado que el óxido de zinc, debido a su capacidad para bloquear un amplio espectro de longitudes de onda, especialmente longitudes de onda hasta un rango medio de 400 nm, desempeña un papel relevante en la atenuación de la luz azul.
El óxido de hierro, que no está clasificado como filtro ultravioleta y tiene color rojizo, se puede agregar a los filtros solares inorgánicos para mejorar la protección contra los rayos ultravioleta A y la luz visible.[18] Recientemente se ha demostrado que los óxidos de hierro brindan protección eficaz contra la luz visible de alta energía. Estos incluyen óxido de hierro rojo (Fe2O3), óxido de hierro amarillo (Fe (OH)3/FeOOH) y óxido de hierro negro (Fe3O4). Como los óxidos de hierro se utilizan para dar color a los protectores solares minerales, el uso de fotoprotectores minerales teñidos es más beneficioso que los productos no teñidos, ya que protegen contra los rayos ultravioleta y la luz visible. Se ha demostrado que los protectores solares formulados con óxidos de hierro ayudan en el tratamiento del melasma y previenen la hiperpigmentación, incluidas las personas de piel oscura (fototipos de piel de Fitzpatrick IV-VI).[19]
Es importante destacar que cada óxido de hierro tiene perfil de atenuación de la luz diferente en varios segmentos nanométricos del rango de luz azul. El óxido de hierro amarillo proporciona protección por debajo de aproximadamente 500 nm, mientras que el óxido de hierro rojo proporciona atenuación de la luz por debajo de aproximadamente 570 nm. El óxido de hierro negro proporciona protección en todo el espectro visible.
Una combinación de estos óxidos de hierro, junto con óxido de zinc que proporciona atenuación mediante la dispersión entre 400 y 450 nanómetros, puede tener beneficio complementario para inhibir de manera óptima la luz azul al máximo en el rango de 400 a 430 nm, lo que está implicado con mayor frecuencia en la melanogénesis. Por tanto, para proporcionar atenuación amplia y eficaz de luz visible de alta energía, es importante utilizar una mezcla construida de estos tres óxidos de hierro y óxido de zinc, además de antioxidantes avanzados, que pueden brindar beneficio adicional.[20]
Antioxidantes
Gran proporción de radicales libres cutáneos en la piel expuesta al sol se debe a la luz en los espectros visible e infrarrojo. La aplicación tópica de antioxidantes puede disminuir el estrés oxidativo, reducir la hiperpigmentación y aumentar la proliferación de fibroblastos de la piel, proporcionando una evidencia más del daño celular oxidativo causado por la luz visible de alta energía.
Existen numerosos estudios sobre el efecto de los antioxidantes en la prevención del eritema cutáneo, sin embargo, el espectro de acción de los antioxidantes prácticamente se superpone con el espectro de acción de la radiación ultravioleta A (320 a 400nm), por lo que la eficacia fotoprotectora de los mismos no solo estará determinada por la protección frente al eritema fotoinducido, sino también por la protección sobre los daños moleculares y sobre el ADN derivados del estrés oxidativo generado por la radiación ultravioleta. Entre los antioxidantes más conocidos por sus efectos de fotoprotección se encuentran la vitamina E, los betacarotenos, los polifenoles de la Camelia sinensis (té verde), Polypodium leucotomos y resveratrol (Vitis vinifera o uva).[21]
Campiche y sus colaboradores Descubrieron que distintos compuestos como vitamina B3, luteína o Q10, así como un extracto de la microalga verde de agua dulce Scenedesmus rubescens, podrían suprimir significativamente el daño inducido por la luz azul.[22]
Arellano y sus colaboradores describen la importancia de tratamientos con efecto antioxidante como ácido kójico, ácido ascórbico, niacinamida, polypodium leucotomos (derivado del helecho de calaguala), carotenoides, procianidina (extracto de corteza de pino marítimo francés Pinus pinaster), entre otros, como parte del tratamiento despigmentante para pacientes con melasma.
Dentro de los suplementos alimenticios mencionados en este artículo resalta el uso de melatonina, hormona sintetizada y secretada por la glándula pineal con efecto antioxidante y barredor de radicales libres, inhibe la hormona estimulante del melanocito, tiene baja capacidad despigmentante y no presenta efectos adversos de importancia.[23]
Recomendaciones
La fotoprotección diaria, constante y permanente es importante, aunque no salgamos de casa. La fotoprotección química recomendada debe consistir en FPS 50+, ultravioleta A factor 28 y contra luz visible, con absorbedor del pigmento (óxido de hierro). La aplicación del fotoprotector químico debe realizarse cada cuatro horas, capa sobre capa, la cantidad suficiente que ocupe un pulpejo y que cubra generosa y ampliamente el área a tratar. El uso de tratamientos antioxidantes tanto tópicos como sistémicos puede ser de gran ayuda, especialmente en poblaciones con riesgo de melasma.[23]
La Dra. Zaira Dennis Chávez López es dermatóloga egresada de la Universidad Nacional Autónoma de México y certificada por el Consejo Mexicano de Dermatología. Actualmente se encuentra realizando una alta especialidad en Dermato-Oncología Quirúrgica en el Hospital General de México y es miembro del comité editorial de Medscape en español.
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Citar este artículo: Luz azul: ¿cuáles son los efectos de las pantallas en nuestra piel? - Medscape - 22 de feb de 2021.
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