Inmunidad en las infecciones causadas por el SARS-CoV-2 y reinfección

Cristina Gutiérrez Viloria

Conflictos de interés

14 de enero de 2021

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Una cuestión que ha generado muchas dudas en el periodo que llevamos de pandemia, y a la que poco a poco los científicos van arrojando luz entre tantas sombras, consiste en saber si la inmunidad frente al SARS-CoV-2 va más allá de la producción de anticuerpos y genera inmunidad a largo plazo y si esta será suficiente para evitar una reinfección.

Para tratar de dar respuesta a estas y otras preguntas, el Grupo de Trabajo Multidisciplinar que asesora al Ministerio de Ciencia e Innovación elaboró un informe sobre Inmunidad Protectora y Reinfección en COVID-19, publicado el 7 de diciembre.[1]

Según el informe del grupo de trabajo multidisciplinar, el virus SARS-CoV-2 induce respuesta inmunitaria a largo plazo con la activación de linfocitos B y T, que persiste como mínimo entre 6 y 9 meses tras la infección, si bien el tiempo limitado de pandemia condiciona la posibilidad de extraer conclusiones definitivas.

Por otra parte, aunque los crecientes casos de reinfecciones han generado inquietud en la comunidad científica, el número limitado entre decenas de millones de casos en el mundo hace pensar que la primera infección confiere protección frente a una reinfección posterior.

Componentes de la respuesta inmune protectora

Para contrarrestar una infección, el sistema inmunitario desarrolla respuesta a diferentes niveles: respuesta humoral, con la producción de anticuerpos específicos por parte de los linfocitos B y respuesta celular por parte de los linfocitos T auxiliares y citotóxicos, responsables de reconocer y eliminar el agente infeccioso.

La respuesta inmunitaria de anticuerpos permanece en la mayoría de las personas infectadas con SARS-CoV-2, aunque con el tiempo decae, así como la capacidad neutralizante de los anticuerpos frente al virus, que disminuye entre los 3 y 6 meses de la infección. Sin embargo, los datos sugieren persistencia de células B de memoria, encargadas de generar respuesta mediada por anticuerpos más robusta en caso de reinfección.

En el caso de los linfocitos T, estos pueden persistir más tiempo y se han detectado linfocitos T CD8+ y CD4+ en los pacientes después de 6 y 9 meses de la infección.

En un trabajo publicado en Science el 6 de enero, investigadores de La Jolla Institute for Immunology, en La Jolla, Estados Unidos, detectaron en 95% de las muestras de sangre de 188 individuos tres de los componentes de la memoria inmunológica para el SARS-CoV-2 (anticuerpos, células B de memoria, y células T CD8+ y CD4+ específicas para el virus), entre 5 a 8 meses de la aparición de síntomas de la COVID-19.[2] Ello indica, según los autores, la posible persistencia de inmunidad a una segunda infección en la mayoría de los individuos.

Heterogeneidad de la respuesta inmunitaria

En este mismo estudio publicado en Science, los investigadores constataron algo que parece ser una característica en la memoria inmunológica para este virus, que es su gran heterogeneidad entre sujetos, ya que observaron variaciones de hasta 200 veces en la magnitud de la respuesta de los anticuerpos.

Aunque el género y la gravedad de la enfermedad contribuyen en cierta medida a esta variación individual, los autores sostienen que habrá que estudiar más a fondo este aspecto considerando factores como el inóculo inicial y la carga viral acumulada. El informe del grupo de trabajo multidisciplinar menciona la gran heterogeneidad de la respuesta en la COVID-19 tanto en presencia como en magnitud, y añade que no se han descrito factores genéticos o ambientales que expliquen esta variabilidad ni se ha establecido la contribución de cada tipo de respuesta inmunitaria a la protección frente a la enfermedad.

En esta línea, en un estudio publicado en el servidor de preimpresión (sin revisión por pares) bioRxiv3 a finales de noviembre, investigadores del Instituto de Investigación del Sida (IrsiCaixa) constataron que los anticuerpos protectores neutralizantes permanecen estables durante al menos 6 meses tanto en los pacientes de COVID-19 con sintomatología leve como grave, aunque la producción es más baja en los primeros.[3,4]

Protección cruzada con otros coronavirus

Investigadores de IrsiCaixa señalan que teniendo en cuenta que el porcentaje de las personas infectadas por SARS-CoV-2 con síntomas leves es muy elevado, en torno a 80%, los bajos niveles de anticuerpos en los casos leves remarcan la importancia de otro tipo de respuesta inmunitaria alternativa a los anticuerpos en la protección de la COVID-19, como es la regulada por las células T.

En este caso se plantean dos escenarios: primero, que los bajos niveles de anticuerpos sean suficientes para contrarrestar la enfermedad en los primeros días de la infección; segundo, que ya existan células T activadas por infecciones previas con coronavirus, como el del resfriado común.

Según el informe del grupo de trabajo multidisciplinar, la presencia de anticuerpos de inmunoglobulina G frente a la subunidad S2 de la proteína de la espícula con actividad neutralizante in vitro entre la población sana, en 5% de los adultos y 50% a 60% de los menores de 16 años, apunta a reacción cruzada con otros coronavirus estacionales. También la exposición reciente a coronavirus estacionales parece relacionarse con un cuadro menos grave de la COVID-19.

La casuística de reinfecciones es escasa respecto al total de infecciones en el mundo, lo que apunta a protección duradera

Con la aparición de casos de reinfección en los últimos meses (el primero en España en diciembre) se puso en entredicho el efecto protector de la respuesta inmunitaria a la infección por el SARS-CoV-2. Sin embargo, para ser contabilizado como fenómeno de reinfección es necesario identificar una cepa diferente en cada uno de los episodios; esto es, con secuencias genómicas virales suficientemente diferenciadas para no ser atribuido a la evolución normal del virus a partir de la primera infección.

En el segundo episodio además deberá confirmarse la capacidad infecciosa in vitro de la nueva cepa aislada. En base al informe del grupo de trabajo multidisciplinar, cumpliendo con estas premisas, hasta el momento se han documentado 15 casos de reinfección, la mayoría en pacientes sintomáticos, con lo que es posible que haya una proporción de casos de reinfección asintomática difícil de determinar. El cuadro clínico de estos pacientes en el segundo episodio puede ser de mayor o menor gravedad que el primero, sin relación clara con la respuesta inmunitaria a la primera infección.

Se han propuesto varias razones para explicar los casos más graves de reinfección: mayor dosis viral infecciosa, cepa más virulenta o desarrollo de mecanismos de potenciación de la enfermedad por anticuerpos (ADE, antibody-dependent enhancement).

En cualquier caso, la casuística de reinfecciones es escasa para considerarlo actualmente un problema sanitario global, resume el informe, y con la información actual disponible se podría concluir que una primera infección confiere protección frente a una nueva infección.

Cuestiones sin respuesta, según el informe

El tiempo de evolución de la pandemia es todavía limitado y habrá que esperar a recabar más datos sobre una variedad de cuestiones, entre ellas:

El grado y duración de las respuestas humoral y celular, así como de la protección de las vacunas.

  • Las estrategias de vacunación para las personas que han pasado la enfermedad.

  • El análisis de posibles fenómenos de enfermedad por anticuerpos en la población vacunada.

  • El efecto de la heterogeneidad individual en la respuesta inmunitaria al SARS-CoV-2 y la eficacia de la vacuna.

  • Si las vacunas conferirán protección duradera o serán necesarias vacunas de recuerdo.

Los componentes del Grupo de Trabajo Multidisciplinar que asesora al Ministerio de Ciencia e Innovación en materias científicas relacionadas con la COVID-19 y sus consecuencias futuras colaboraron de manera desinteresada en la elaboración del informe.

Este contenido fue originalmente publicado en Univadis, parte de la Red Profesional de Medscape.

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