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Desde que iniciara la pandemia de COVID-19, grupos de investigadores diseminados por todo el mundo trabajan arduamente para ofrecer apoyo extra a la detección de casos en lugares muy transitados, tales como aeropuertos, estadios de fútbol o centros comerciales. Se trata del cribado a través de los perros, animales cuyas extraordinarias capacidades olfativas han demostrado ser eficaces en la detección de enfermedades como la malaria y la hipoglucemia en pacientes con diabetes.
A pesar de la escasa información científica al respecto, ya existen resultados preliminares que no solo demuestran que la detección de COVID-19 a través del olfato canino es una posibilidad real, sino que en algunos casos se ha obtenido elevado porcentaje de acierto.
En España, el International Detection Dogs Training, centro especializado en unidades caninas de biodetección aplicadas a la seguridad humana, colaborador de la Escuela de Prevención y Seguridad Integral de la Universidad Autónoma de Barcelona, desarrolla un proyecto de detección de personas asintomáticas para COVID-19 en entorno real a través del olfato canino. Actualmente su equipo multidisciplinario se encuentra ultimando los detalles de su prueba de concepto antes de darla a conocer a la comunidad científica.
"Hay que tener prudencia y asegurarse de que sea viable y útil, y de que sus hipótesis tienen las conclusiones adecuadas", manifestó a Univadis España Marga Macías, directora del International Detection Dogs Training y una de las líderes del proyecto. "Nadie de nuestro equipo duda de que el perro detecta el olor asociado a ese virus, pero el mundo médico requiere de argumentación científica".
Su equipo ha trabajado incansablemente durante los tres últimos meses para presentar un diseño de protocolo de cribado de posibles positivos para COVID-19 en escenarios reales (aeropuertos, estadios de fútbol, teatros). Los científicos pretenden que a través de muestras de sudor u orina el can sea capaz de detectar posibles infectados: "En ningún caso somos una prueba diagnóstica, sino una prueba de cribado, secundaria, preventiva. Por ejemplo, si pasa una persona y un perro la marca como positiva, se desplegaría todo el protocolo y se harían las pruebas necesarias determinadas por el médico".
La razón de estas pruebas de cribado, que no pretenden sustituir las pruebas convencionales, radica en su rapidez y excepcionalidad, pues la información que proporciona este filtro a través del olfato canino aún no puede suministrarse a través de máquinas u otros métodos.
"Con los dispositivos, los protocolos y el programa de adiestramiento específico que hemos diseñado, teniendo en cuenta el bienestar del animal, los riesgos y peligros asociados, en un minuto un solo perro puede analizar hasta a 12 personas", destacó Macías.
Esta capacidad olfativa extraordinaria se debe a los receptores olfativos de los canes: mientras nosotros tenemos cerca de seis millones, ellos tienen alrededor de 300 millones. Este factor, añadido a su gran capacidad de discriminación de olores, les permite detectar con mayor facilidad los compuestos volátiles orgánicos, sustancias químicas de origen orgánico que en ciertas enfermedades e infecciones pueden ser expulsadas por el cuerpo, causando un olor específico.
Como se ha dicho anteriormente, el equipo de Macías no es el único que efectúa investigaciones en torno a la detección de la COVID-19 con canes. En Alemania, Finlandia, Francia, Líbano y Australia se están llevando a cabo diversos proyectos para ver hasta qué punto es efectiva su implementación.
Destaca la publicación del investigador Dominique Grandjean, de la Ecole Nationale Vétérinaire d'Alfort, en Maisons-Alfort, Francia, que publicó su prueba de concepto en Plos One.[1] En esta, los investigadores entrenaron a 6 perros para detectar COVID-19 en 177 individuos (95 positivos sintomáticos con COVID-19, y 82 negativos asintomáticos). Según indican, "la tasa de éxito por perro (es decir, el número de indicaciones correctas dividido por el número de pruebas) varió desde 76% hasta 100%". Para ellos estos datos deberían ser confirmados en estudios de validación debido a las limitaciones que experimentaron como prueba de concepto, pero arrojan "alguna evidencia de que la detección con perros puede ser capaz de discriminar entre muestras de sudor entre sintomáticos positivos de COVID-19 y asintomáticos negativos".
En otra publicación, un ensayo aleatorizado realizado por el equipo alemán y publicado en BMC Infectious Diseases, la conclusión es similar:[2] los resultados son prometedores y abren la puerta a una investigación mayor al respecto.
Para Macías, estas pruebas de concepto realizadas en diferentes partes del mundo adolecen sobre todo de un escenario real, pues se han llevado a cabo en laboratorio: "Investigaciones sobre si el perro detecta o no se han hecho en muchos sitios, pero el problema no es decir si el perro detecta o no —que me jugaría una mano a que sí— sino cómo aplicamos dicha detección al día a día de una ciudad, de un aeropuerto, o de la entrada en un teatro".
Es precisamente algo que ha tenido en cuenta en su equipo, para lo cual ha diseñado diferentes protocolos y dispositivos que tuvieran en cuenta precisamente las particularidades de un escenario concurrido, transitado, y en definitiva, realista. De momento no hay fecha clara de cuándo su prueba de concepto será publicada, pero la científica estima que tendrá lugar en los próximos meses.
La biodetección canina es un campo de investigación que apenas tiene 30 años, pero ya ha encontrado multitud de aplicaciones más allá de la detección de enfermos por COVID-19. Los más habituales son los que identifican olores asociados a enfermedades, pero ya se están utilizando otros como en odorología forense, medio ambiente, seguridad alimentaria, plagas o todas las drogas de origen vegetal, como la marihuana.
"Todas estas capacidades caninas a nivel de olfato se van aplicando a medida que hay necesidades sociales, técnicas o de seguridad, por ejemplo, que no cubren los recursos habituales, por tiempo, coste o fiabilidad. Es cuestión de velar por la seguridad humana a través de la ayuda de las unidades caninas de biodetección, aplicando estas capacidades con rigor, teniendo en cuenta el bienestar de los perros y la seguridad de las personas que forman parte de ellas", aseguró Macías, quien lleva 35 años en el sector y es miembro de la Cátedra Manuel Ballbé de Seguridad Humana y Derecho Global de la Universidad Autónoma de Barcelona.
Las últimas aplicaciones se han llevado a cabo en la detección de enfermedades como la malaria, así como casos de hipoglucemia en personas con cáncer, cáncer de mama, y bacteriuria en orina.[3,4,5,6] Sin embargo, este es solo el principio: "El perro va a tener un papel bastante protagonista en el futuro de la biodetección. No estamos trabajando con las capacidades caninas ni en 20%", concluyó.
Este contenido fue originalmente publicado en Univadis, parte de la Red Profesional de Medscape.
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Citar este artículo: Perros detectores de COVID-19 como técnica de cribado para lugares concurridos - Medscape - 8 de enero de 2021.
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