Nota de la editora: Encuentre las últimas noticias y orientación acerca de la COVID-19 en el Centro de información sobre el coronavirus (SARS-CoV-2).

Dr. William T. Basco Jr.
Al igual que a todos ustedes, me resulta difícil ponerme al día con el diluvio de información sobre la COVID-19. Por este motivo he revisado la literatura pediátrica reciente y he identificado algunos estudios clínicos interesantes que pueden aportar información para la práctica y ayudar a responder las preguntas de los pacientes.
¿Qué hemos aprendido sobre la COVID-19 en los pacientes pediátricos?
Un análisis de revisión útil y relativamente breve que se publicó recientemente resume lo que hemos aprendido sobre esta enfermedad en los niños durante la primera ola de COVID-19.[1] He aquí algunos de los temas analizados:
Motivos por los que la COVID-19 tiene menos efecto en niños que en adultos
Los niños pueden tener otros virus en las vías respiratorias que amortiguan la respuesta al SARS-CoV-2; la respuesta de su sistema inmunitario puede ser diferente de la respuesta de adultos, y los niños pueden haber tenido exposición previa a otros coronavirus, y todos estos podrían ser factores que influyan.
Realizar pruebas de SARS-CoV-2 en pacientes pediátricos
Al igual que con los adultos, la norma de referencia para el diagnóstico de infección aguda es una prueba de reacción en cadena de la polimerasa con transcriptasa inversa, que es más precisa cuando se lleva a cabo en una muestra de secreción nasofaríngea. La replicación del virus probablemente se detiene 5 a 7 días después de los primeros síntomas, pero los niños pueden permanecer positivos para el ARN hasta por 2 semanas.
Características clínicas y radiológicas de la COVID-19 en pacientes pediátricos
Las manifestaciones clínicas agudas más frecuentes son fiebre, tos, letargia, síntomas de coriza y disnea. Una proporción importante de los niños infectados tendrá resultados de laboratorio y estudios radiológicos normales.
Cómo afecta la COVID-19 a recién nacidos
La transmisión vertical a los recién nacidos, sea intrauterina o perinatal, es posible, pero al parecer infrecuente. La mayoría de las muy pocas infecciones que se han notificado en neonatos no ha requerido cuidados intensivos.
Pacientes pediátricos con trastornos concomitantes
En un estudio observacional único que incluyó solo a 48 niños se observó que la mayoría abrumadora que requería cuidados intensivos por COVID-19 (85%) tenía trastornos concomitantes.[2] Sin embargo, es probable que los padres de los niños más susceptibles hayan sido diligentes en protegerlos, por lo que es difícil sacar alguna conclusión firme de estos datos tempranos.
Opciones de tratamiento para los pacientes pediátricos
La mayoría de los pacientes pediátricos con COVID-19 requerirá solo tratamiento de apoyo. Dexametasona y remdesivir, ambos utilizados para tratar adultos, también están disponibles para tratamiento pediátrico.
Sin duda es tranquilizante saber que la mayoría de los niños mejorará (como lo hace en situaciones habituales) sin mucha intervención. Sin embargo, dado que más de 1 millón de niños estadounidenses ya se han infectado con el SARS-CoV-2, es inevitable que algunos tengan una evolución muy grave.
En un análisis recientemente publicado en The Journal of Pediatrics, investigadores del Hospital Infantil del Montefiore Albert Einstein College of Medicine y de la Yale School of Medicine, analizaron factores que predecían desenlace grave de la infección por el SARS-CoV-2 en niños.[3] Su conclusión, basada en datos de aproximadamente 300 pacientes pediátricos hospitalizados en etapa temprana de la pandemia (marzo a mayo), subrayó que la enfermedad puede presentarse de manera diferente en los niños. Los pacientes que al momento de la hospitalización tenían obesidad, cifras de linfocitos más bajas o que presentaban hipoxia, tenían más probabilidades de evolución muy grave y potencialmente mortal de la enfermedad.
El artículo de revisión abarca otros temas diversos sobre la COVID-19 en pacientes pediátricos, tiene buenas referencias y está disponible en texto completo en línea.[1] Recomiendo que le den un vistazo rápido.
Las repercusiones emocionales de la pandemia en los niños
En octubre, a los editores de JAMA Network se les pidió que reflexionaran sobre problemas clínicos, de salud pública, operacionales y de la fuerza de trabajo en relación con la COVID-19 en cada una de sus especialidades.[4] El Dr. Dimitri Christakis, maestro en salud pública, director del Center for Child Health, Behavior and Development en el Seattle Children's Hospital y editor de JAMA Pediatrics, reflexionó sobre los efectos de la pandemia sobre los niños.[5]
Me parece que vale la pena resaltar las amenazas al bienestar psíquico que los niños experimentarán, como señala el Dr. Christakis: "Toda una cohorte natal de niños habrá pasado por alto acontecimientos fundamentales como graduaciones de primaria, secundaria o preparatoria, fiestas de graduación y temporadas de deportes, que faltarán indeleblemente en sus memorias, anuarios y mensajes en Instagram".
Todos estamos viendo los efectos sobre los niños de familias que experimentan estrés económico y psíquico. También mayor número de niños habrá sufrido la muerte de algún familiar.
Como pediatras, tenemos la función de vigilar los posibles efectos educativos y sobre el desarrollo de año y medio (como mínimo) de aprendizaje a distancia. Sinceramente espero que las preocupaciones expresadas por un año de "aprendizaje perdido" al nivel de la población no se conviertan completamente en realidad.[6] Pero para todos nosotros, en conjunto, preguntar a las familias sobre estos aspectos del bienestar del niño puede ser parte de lo que nos ayude a identificar a los niños que tienen más riesgo. En la página del paciente de JAMA Pediatrics se publicó un recurso útil que se enfoca en uno de los problemas conductuales exacerbados por la pandemia:[7] los problemas de sueño. En este folleto de una página para el paciente se analiza brevemente la higiene del sueño, con interés en niños pequeños, pero también tiene algunos consejos que serían apropiados para los adolescentes.[8] Es un buen recurso para pacientes que hay que considerar tener en el consultorio.
Los efectos de la pandemia sobre la práctica pediátrica
En un estudio breve recientemente publicado en JAMA se analizaron consultas clínicas a los centros sanitarios de la población en 21 estados.[9] Aunque las actividades de trabajo en los primeros 2 meses de 2020 básicamente no se modificaron con respecto al mismo periodo de 2019, no fue sorprendente que se modificaran espectacularmente cuando se comparó marzo con mayo en los 2 años. Casi todo tipo de consulta clínica para atención preventiva tuvo marcado descenso en 2020.
Aunque la disminución inicial de la atención preventiva incluyó la atención preventiva al adulto (pruebas de hemoglobina glucosilada, mamografías, etc.), los datos relacionados con pacientes pediátricos fueron los que me atemorizaron. Las consultas para revisiones sistemáticas descendieron casi a la mitad. Sospecho que muchos de nosotros experimentamos descensos bruscos similares en el volumen de pacientes durante el mismo periodo. Sin embargo, las oportunidades pasadas por alto para vacunar y detectar problemas del desarrollo son exactamente las que el Dr. Christakis describió en su ensayo citado antes.
Más preocupantes son los datos recientes dados a conocer por The Commonwealth Fund.[10] Su estimación de las consultas clínicas ambulatorias, actualizada hasta mediados de octubre, subraya este problema. Señalaron que cuando se consideran en conjunto todos los clínicos que brindan atención médica externa, las consultas a nivel nacional básicamente han regresado a los niveles previos a la pandemia. Sin embargo, para los niños de 3 a 5 años las tasas de consulta todavía son 10% más bajas de lo que fueron antes de la COVID-19. Para los niños más pequeños, los menores de 2 años, las tasas de consultas todavía son casi 20% más bajas de lo que fueron antes de la pandemia.
Desde luego, los niños en estos grupos de edad representan gran porción de las consultas de cualquier consultorio pediátrico, y también significa que un número desproporcionado de esas consultas pasadas por alto probablemente fueron exámenes de revisión. Resulta irónico que las consultas con dermatólogos sean 17% más altas que en los niveles previos a la pandemia, y que las consultas de atención primaria al adulto hayan aumentado 13% por arriba de las previas a la pandemia.
Conocer los cambios en el volumen de consultas no necesariamente ayudará a recuperar nuestra consulta individual. Pero proporciona indicios de que si ha sido difícil traer a los pacientes más pequeños al consultorio para estas consultas importantes, no están solos.
El Dr. William T. Basco, Jr., M.S., es profesor de pediatría en la Medical University of South Carolina y director de la División de Pediatría General. Es un investigador activo de servicios de salud y ha publicado más de 60 manuscritos en la literatura científica revisada por pares.
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Citar este artículo: El pediatra durante la pandemia: lo que sabemos ahora - Medscape - 17 de dic de 2020.
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