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Un trabajador de la salud inyecta a una mujer durante los ensayos clínicos de una vacuna COVID-19 en los Centros de Investigación de América en Hollywood, Florida, el 9 de septiembre.
Se espera que la farmacéutica Pfizer solicite permiso federal para lanzar su vacuna contra COVID-19 a fines de noviembre.[1] Una medida que promete acorralar la pandemia, pero que no ofrece mucho tiempo para asegurarse de que los consumidores estén bien informados.
Esta vacuna (y probablemente las otras) requerirá de dos dosis para funcionar, inyecciones que deben administrarse con semanas de diferencia, según muestran los protocolos de la compañía.
Los científicos anticipan que las vacunas causarán efectos secundarios parecidos a los de la influenza, que incluyen dolor en los brazos, dolores musculares y fiebre, que podrían durar días e impedir trabajar o estudiar.
Incluso si una vacuna demuestra efectividad de 90%, la tasa que Pfizer promociona para su producto, uno de cada 10 receptores, seguiría siendo vulnerable. Eso significa que al menos a corto plazo, a medida que aumenta la inmunidad a nivel de la población, las personas no pueden dejar de usar mascarillas y respetar el distanciamiento social.
Por el impulso de tener una vacuna lo antes posible se ha dejado de lado un plan a gran escala para comunicar de manera efectiva sobre esos temas con anticipación, señaló el Dr. Saad Omer, director del Yale Institute for Global Health.
"Necesitas estar listo. No puedes buscar tus materiales de comunicación el día después de que se autorice la vacuna", puntualizó.
El Dr. Omer, que no quiso comentar sobre informes que indican que está siendo considerado para un puesto en la nueva administración del presidente electo Joe Biden, pidió el lanzamiento de una sólida campaña de mensajes basada en la mejor evidencia científica sobre las dudas y la aceptación de la vacuna.[2]
Centers for Disease Control and Prevention han creado una estrategia llamada "Vacunar con confianza", pero carece de los recursos necesarios, destacó el Dr. Omer.
"Necesitamos comunicarnos y hacerlo de manera efectiva, y debemos comenzar a planificar esto ahora", puntualizó.
Este alcance amplio será necesario en un país donde a mediados de octubre solo la mitad de los estadounidenses manifestó estar dispuesta a recibir una vacuna contra COVID-19.[3]
Al principio las dosis iniciales de cualquier vacuna serían limitadas, pero expertos predicen que pueden estar disponibles ampliamente a mediados del próximo año. Discutir los posibles efectos secundarios temprano podría contrarrestar la información errónea que exagera o distorsiona el riesgo.
"La mayor tragedia sería si tuviéramos una vacuna segura y eficaz que la gente no se atreva a recibir", agregó la Dra. Preeti Malani, directora de salud y profesora de medicina de la Michigan State University, en Ann Arbor, Estados Unidos.
El lunes 9 de noviembre, Pfizer y su socio, la firma alemana BioNTech, informaron que su vacuna parece proteger a nueve de cada 10 personas de contraer el coronavirus que causa COVID-19, aunque no revelaron datos subyacentes. Es la primera de cuatro vacunas contra COVID-19 en la etapa de pruebas de eficacia a gran escala en Estados Unidos en publicar resultados.
Los datos de los primeros ensayos de varias vacunas contra COVID-19 sugieren que los consumidores deberán estar preparados para los efectos secundarios, que aun siendo técnicamente leves, podrían alterar la vida diaria.
Un alto ejecutivo de Pfizer reportó al sitio de noticias Stat que los efectos secundarios parecen ser comparables a los de las vacunas estándar para adultos, pero peores que la vacuna contra la neumonía de la compañía, Prevnar, o las vacunas típicas contra la influenza.[4]
Por ejemplo, la vacuna Shingrix, de dos dosis, que protege a los adultos mayores contra el virus que causa el doloroso herpes zoster o culebrilla, provoca dolor en los brazos en 78% de los receptores, y dolor muscular y fatiga en más de 40% de quienes la reciben.
Las vacunas, contra la influenza común y Prevnar, pueden causar dolor en el área de la inyección, molestias y fiebre.
El Dr. William Schaffner, profesor de medicina preventiva y políticas de salud en el Vanderbilt University Medical Center, indicó: "Pedimos a las personas que se apliquen una vacuna que será dolorosa. Hay muchos brazos adoloridos y un número considerable de personas que se sienten mal, con dolor de cabeza y músculos, durante uno o dos días".
Persuadir a las personas que experimentan estos síntomas para que regresen en tres o cuatro semanas para una segunda dosis y una segunda ronda de síntomas similares a los de la influenza, podría ser difícil de lograr, destacó el Dr. Schaffner.
La forma en que expertos en salud pública expliquen estos efectos es importante, añadió el Dr. Omer. "Hay evidencia que sugiere que si se enmarca el dolor como un indicador de la efectividad, es útil. Si te duele un poco, está funcionando".
Al mismo tiempo, una buena comunicación ayudará a los consumidores a planificar en base a estos potenciales efectos. Se espera que una vacuna contra COVID-19 se distribuya primero al personal de atención médica y a otros trabajadores esenciales, que es posible no puedan laborar si se sienten enfermos, agregó el Dr. Eli Perencevich, profesor de medicina interna y epidemiología en la University of Iowa Health Care.
"Mucha gente no tiene licencia por enfermedad. Muchos de nuestros trabajadores esenciales no tienen seguro médico", dijo, y sugirió que a estos empleados se les deberían otorgar tres días de licencia paga después de recibir la vacuna. "Estas son las cosas que debería proporcionar un gobierno que funciona bien, para que nuestra economía vuelva a funcionar".
También es crucial asegurarse de que los consumidores sepan que una vacuna contra COVID-19 probablemente requerirá dos dosis, y que podría tomar un mes para que se active la efectividad total.
El ensayo de fase 3 de Pfizer, que ha inscrito a casi 44.000 personas, comenzó a finales de julio. Los participantes recibieron una segunda dosis 21 días después de la primera. La eficacia informada de 90% se midió siete días después de la segunda dosis.
La comunicación eficaz será vital para garantizar que los consumidores se coloquen la segunda dosis, y suponiendo que se aprueben varias vacunas, que la primera y segunda dosis sean del mismo fabricante.
El Dr. Omer agregó que hasta que se active la protección total, las personas deben seguir tomando medidas para protegerse: usar mascarillas, lavarse las manos, respetar el distanciamiento social. Es importante que las personas sepan que tomar las medidas adecuadas ahora brindará frutos más adelante.
"Si solo les mostramos el túnel, no la luz, eso da como resultado esta negación masiva. Necesitamos decir: 'Tendrás que continuar haciendo esto a mediano plazo, pero el panorama futuro es bueno'".
Puede haber mejor comunicación una vez que se presenten los datos completos del ensayo de Pfizer y otros, señaló el Dr. Paul Offit, experto en vacunas del Children's Hospital of Philadelphia, que forma parte del consejo asesor de la Food and Drug Administration de Estados Unidos, que evalúa las vacunas contra COVID-19.
"Cuando observas esos datos puedes definir con mayor precisión qué grupos de personas tienen más probabilidad de presentar efectos secundarios, cuál es la eficacia, qué sabemos sobre cuánto dura esa eficacia, y por cuánto tiempo se ha analizado la seguridad. Creo que tienes que prepararte para comunicar eso. Y puedes empezar a prepararte ahora".
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Citar este artículo: Científicos señalan que hay que discutir los potenciales efectos secundarios de las vacunas contra COVID-19 - Medscape - 18 de nov de 2020.
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