Una crisis epiléptica se define como la ocurrencia de signos o síntomas debidos a actividad neuronal excesiva sincrónica o anormal en el cerebro.[2] La epilepsia es una enfermedad cerebral definida por cualquiera de las siguientes condiciones:
Al menos dos crisis epilépticas no provocadas que ocurren con intervalo > 24 horas.
Una crisis epiléptica no provocada y la probabilidad de recurrencia de al menos 60%, que equivale a dos crisis no provocadas en los siguientes 10 años.
Diagnóstico de síndrome epiléptico.
En este contexto conviene aclarar el término de crisis no provocada. Sabemos que existen condiciones médicas que disminuyen transitoriamente el umbral del cerebro para generar crisis epilépticas, como pueden ser traumatismo craneoencefálico, neuroinfección, hemorragia, condiciones metabólicas (hipoglucemia, hiponatremia), es decir, las crisis secundarias a estas condiciones se consideran provocadas, y no necesariamente implican enfermedad cerebral subyacente.
Caso diferente es el contexto clínico del paciente presentado, en el cual la crisis epiléptica se presenta sin desencadenante. El riesgo de recurrencia se define por la presencia de neuroimagen anormal o bien, electroencefalograma con actividad epileptiforme, por tanto, se considera con diagnóstico de epilepsia y la siguiente decisión a individualizar es sobre el tratamiento y etiología de la enfermedad.
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Citar este artículo: Mini-examen clínico: ¿Qué tanto sabe sobre epilepsia? - Medscape - 9 de sep de 2020.
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