La pandemia de la COVID-19 nos ha obligado a cambiar nuestros hábitos, debemos quedarnos en casa y dejar de desarrollar actividades no esenciales. Los hospitales están reduciendo a un mínimo las consultas ambulatorias, pilares del cuidado de muchas enfermedades crónicas y el control de los pacientes con insuficiencia cardiaca se ha vuelto un nuevo desafío. De más está referir la importancia que esto tiene para el sistema de salud.
El objetivo de evitar que nuestros pacientes se descompensen y que tengan que ir a la guardia por disnea, uno de los principales durante el tratamiento habitual, cobra mayor envergadura en estos momentos. En este contexto la visita virtual podría ser una alternativa a la presencial.
La telemedicina es un área en rápida expansión. Con el apoyo de nuevas herramientas digitales y aplicaciones, el seguimiento de enfermedades crónicas como la insuficiencia cardiaca podría ser, en determinadas circunstancias, mucho más accesible y económica.
La primera reflexión es que, por lo menos durante estos periodos de cuarentena en que las visitas de los pacientes fuera de la urgencia se han restringido, hay que ir a buscar a los pacientes y no sólo esperar la demanda espontánea.
Los pacientes no tienen turnos programados y hay que programarlos. Es bueno armar una agenda y avisar al paciente a qué hora va a recibir nuestro llamado.
La visita virtual puede ser por audio o por video y es conveniente que se apoye en dispositivos de que los pacientes pueden disponer en sus domicilios: tensiómetros digitales, balanzas, saturómetros, etcétera.
La consulta apoyada con la imagen de video es preferible ya que es mucho más personalizada. La imagen del paciente y del médico recrea con mayor fidelidad la de una visita presencial y genera mayor adherencia y confianza del paciente. Además, el paciente puede sentirse más confortable para conversar desde la casa, acompañado de su familia y el médico puede también observar algunas características del medio en donde vive el paciente que lo ayude a contextualizarlo mejor.
Sin embargo, en muchas ocasiones el acceso a una red de conexión adecuada no es posible o es onerosa y hay que recurrir a la comunicación telefónica. Este tipo de visitas pueden aumentar la accesibilidad en especial de pacientes que se encuentran a larga distancia. La experiencia hasta ahora realizada por grupos que ya venían trabajando con esta modalidad ha demostrado su factibilidad y la satisfacción de los pacientes. Empero, tanto estos como los médicos no la han considerado apropiada en todas las situaciones; prevalece la idea de que la visita "cara a cara" debería sostenerse cuando esto sea posible, aunque podamos imaginar en un futuro la expansión de este tipo de intervención.
Los estudios que han introducido el control remoto de variables como la bioimpedancia externa (como expresión de congestión) o con dispositivos implantables o aun con el empleo de la medición de la impedancia en pacientes portadores de cardiodesfibrilador (algunos de los cuales contaban con la herramienta para medirla entre la punta del catéter y el generador) han fallado en demostrar una reducción de puntos finales duros mortalidad e internación por insuficiencia cardiaca.[1,2,3] El empleo de llamadas telefónicas estructuradas planeado en nuestro medio (DIAL trial) y que involucró a más de 1.500 pacientes con predominantemente insuficiencia cardiaca con fracción de eyección deteriorada en clase funcional II/III de la NYHA, mostró una disminución de las hospitalizaciones con efecto neutro sobre la mortalidad.[4]
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Citar este artículo: La consulta virtual para pacientes con insuficiencia cardiaca durante la cuarentena - Medscape - 30 de jun de 2020.
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