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Las tensiones prolongadas y peculiares impartidas por la pandemia de COVID-19 han hecho que muchos predigan un aumento significativo de problemas de salud mental en las próximas semanas, meses y años.
Para comprender cómo el personal sanitario puede anticiparse mejor a esta nueva crisis dentro de una crisis, el director editorial de Medscape Psiquiatría, Dr. Bret Stetka, habló con Sheila Rauch, Ph. D., profesora asociada de psiquiatría en el Departamento de Psiquiatría y Ciencias de la Conducta en la Emory University School of Medicine en Atlanta, Georgia. Rauch, directora de Investigación en Salud Mental y Evaluación del Programa en el Atlanta VA Medical Center, ha estudiado los efectos y los mejores tratamientos del trastorno por estrés postraumático y trastornos de ansiedad en los últimos 20 años.
¿Veremos una epidemia de trastorno por estrés postraumático o ansiedad como resultado de la pandemia?
En primer lugar, creo que es muy importante que nos preparemos para lo peor, pero esperemos lo mejor. Sin embargo, esperaría que debido a los altos niveles de estrés, la repercusión en los recursos, y otros factores, con el tiempo vamos a ver un impacto muy importante en la salud mental.
Esto podría ser la nueva normalidad por algún tiempo. Parte de ello será el trastorno por estrés postraumático, pero también habrá otras cosas. Sospecharía que el incremento resultante de las tasas de depresión, aflicción traumática y pérdida, probablemente va a ser un problema importante en los próximos años.
¿Cómo será la ansiedad que vemos a consecuencia de la COVID-19, en comparación con lo observado en desastres pasados, como el atentado del 11 de septiembre de 2001?
Casi todos los desastres en la historia reciente, como el 9/11, son incidentes aislados. Ocurrió algo horrible, afectó a las personas en diferentes niveles, y pudimos comenzar a asimilar de inmediato la tragedia. La naturaleza prolongada de esta pandemia la vuelve incluso más variable, dado que el impacto va a prolongarse por algún tiempo.
También veremos muchas personas con un efecto compuesto: personas que han perdido sus trabajos, sus seres queridos, tal vez incluso sus hogares. Todas estas pérdidas económicas y de recursos ubican a las personas en una categoría de riesgo más alta para desenlaces negativos en la salud mental.
¿Esto es análogo al trauma prolongado que puede ocurrir con el servicio militar durante la guerra?
Hay algunas similitudes. El combate es como un contexto general en el cual las personas experimentan trauma, y de manera muy parecida a esta pandemia, pueden tener o no exposiciones traumáticas durante el mismo.
Estamos pidiendo a los profesionales de la salud que desempeñen en efecto una función similar a lo que pedimos a nuestros militares: ponerse en peligro, a veces incluso sin un equipo de protección apropiado, para salvar las vidas de otros. Esto es algo que debemos tomar en cuenta al planear el apoyo a esas personas y sus familias.
Este es un incidente en curso, pero ¿hay un intervalo en el que necesitemos preocuparnos específicamente por ver espigas en la ansiedad y el trastorno por estrés postraumático?
Creo que vamos a ver variabilidad. El trastorno por estrés postraumático es un trastorno que está relacionado con un incidente específico o un par de incidentes que son similares. Es una memoria que te abruma.
Por ejemplo, por lo general un veterano de combate que tiene trastorno por estrés postraumático ha estado expuesto al contexto general del combate, pero luego le invaden memorias específicas que se quedaron arraigadas. Si no tienen trastorno por estrés postraumático en 3 a 6 meses después de que ocurrieron dichos incidentes, esperaríamos que no lo desarrollaran, o es mucho menos frecuente que lo hagan.
La depresión tiene una evolución muy diferente. Es más prolongada y tiende a aumentar con el tiempo.
¿Ya está viendo más síntomas en sus pacientes?
Estamos viendo más ansiedad, mucha frustración y muchos sentimientos muy intensos en torno a las decisiones de liderazgo que se están tomando. Esto es muy similar a lo que observamos en veteranos de combate.
A menudo están infelices con las decisiones que tomaron los líderes cuando se les desplegó.
Ahora también vemos mucha ira, tristeza y aislamiento. Sobre todo en el último par de semanas hemos visto aumento en cuestiones como búsqueda de ayuda por parte de las personas que captamos, porque todavía estamos abiertos y haciendo evaluaciones telefónicas y de telesalud con veteranos y el programa de veteranos.
En lo que respecta a intervenciones para esto, ¿qué deberían tomar en cuenta psiquiatras, psicólogos y otros profesionales clínicos?
Ahora mismo lo mejor que podemos hacer como proveedores de salud mental por las personas afectadas por el trauma es proporcionar intervención de crisis a quienes digan que son un peligro para sí mismos y para otros. Esto significa proporcionar estrategias y apoyo para la adaptación.
También significa asegurarse de que las personas hagan pausas y se atiendan a sí mismas, utilizando ese poco tiempo en descansar, de manera que puedan volver de nuevo con las energías renovadas a sus trabajos, y permanecer allí.
A medida que avanzamos será más claro si las personas van a recuperarse naturalmente, lo cual la mayoría hará. En el caso de quienes van a tener problemas persistentes con el tiempo, necesitamos prepararnos como sistema y como país para los problemas de salud mental a largo plazo que surgirán. Y cuando digo a largo plazo, quiero decir en los siguientes tres meses. Queremos proporcionar intervenciones preventivas, versiones de exposición prolongada y otras medidas que han demostrado alguna utilidad en la prevención del trastorno por estrés postraumático. Los primeros auxilios psicológicos son útiles.
También hay una aplicación llamada COVID Coach que ha creado el National Center for PTSD. Esta recoge muchos recursos de adaptación positiva y los integra en una fuente.
Así, cuando lleguemos al medio de ese punto y más allá del mismo, necesitamos estar listos para proporcionar las intervenciones fundamentadas en datos a pacientes con trastorno por estrés postraumático, depresión, trastorno por pánico, u otros problemas que van a surgir de esta situación actual.
Sin embargo, ya estamos cortos de personal en lo que respecta a recursos de salud mental en general en el país, y sobre todo en zonas rurales. Por consiguiente, esto significa encontrar formas de hacer uso eficiente de lo que tenemos a través de versiones de intervenciones potencialmente más breves, a través de profesionales de atención primaria, de salud mental y otro personal más.
¿De qué manera los médicos de atención primaria pueden ayudar?
Se dispone de versiones de terapia de exposición prolongada para la atención primaria. Esta es una de mis grandes áreas de investigación: aumentar el acceso. Esto sería algo que necesitamos construir mediante la capacitación y la incorporación de proveedores de salud mental en entornos de salud primaria, a fin de que puedan ayudar a satisfacer la necesidad creciente de acceso que se va a manifestar en los siguientes, sospecharía, varios años con la pandemia.
¿Hay indicios de que un episodio previo de trastorno por estrés postraumático o la experiencia traumática, como el combate, influyan en una reacción subsiguiente a un trauma como este?
Depende de cómo lo manejen. La investigación indica que veteranos u otras personas que han experimentado trauma y que se han restablecido naturalmente, o que han obtenido buen tratamiento y presentado remisión de ese problema, tal vez ya no tengan más riesgo. Pero las personas que tienen trastorno por estrés postraumático subsindrómico o depresión, o que todavía experimentan síntomas a causa de un antecedente de exposición a traumatismo, posiblemente tengan más riesgo de presentar problemas con el tiempo.
¿Tiene algún consejo para los profesionales de la salud sobre cómo abordar la pandemia con sus pacientes, y también de qué manera pueden cuidar su propia salud mental?
Al hablar con los pacientes hay que asegurarse de que tengan lo que necesitan. Hay que preguntarles si han pensado cómo van a hacer frente a la situación si las cosas se ponen más difíciles para ellos.
En el caso de las personas que tienen problemas de salud mental preexistentes, hablo con ellos para ver si la situación ha empeorado. Si tienen alto riesgo de suicidio, lo verifico para asegurarme de que tengan nuevos planes y formas de conectarse con las personas para reducir el aislamiento, considerando el distanciamiento social que se nos pide, de manera que puedan hacerlo de forma segura.
Es importante verificar si han tenido alguna pérdida; si es una pérdida económica o personal de gente a la que quieren. También hay que recomendarles que piensen detenidamente en maneras de mantenerse entretenidos, lo cual por lo general les ayuda a controlar su propia ansiedad.
Toda estrategia de adaptación que describimos para pacientes también se aplica a profesionales de la salud mental. Sin embargo, añadiríamos la necesidad real de darse el tiempo para renovar energías, tomar descansos, días libres. Puede sentirse abrumador y parecer que solo necesita uno seguir adelante. Pero mientras más se permanezca en ese modo sobreactivo, con menos eficacia se podrá ayudar a las personas, y también serán más las probabilidades de incurrir en riesgo, o de que tal vez sea uno mismo quien necesite ayuda.
También es importante asegurarse de permanecer conectado con la familia y los amigos de forma virtual, de cualquier manera que se pueda hacer eso sin riesgo, tomando en cuenta el distanciamiento social.
Así que ¿a descansar y mirar algo de Netflix de cuando en cuando?
¡Sí!
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Citar este artículo: Un repunte del trastorno por estrés postraumático puede ser la "nueva normalidad" - Medscape - 10 de jun de 2020.
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