Sin confinamiento obligatorio, Uruguay empieza a transitar hacia una "nueva normalidad"

Matías A. Loewy

29 de abril de 2020

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BUENOS AIRES, ARG. Con enfoques que buscan tomar algunos ejemplos de la experiencia de Alemania y Corea del Sur, una mayor inversión en sus sistemas de salud y medidas de distanciamiento social que, a diferencia de otros países de la región, no implican el confinamiento "obligatorio", sino voluntario de su población, Uruguay ha logrado hasta ahora contener de manera aceptable la diseminación del SARS-CoV-2 y empieza a dar pasos hacia lo que su presidente, Luis Lacalle Pou, caracterizó como una "nueva normalidad".

Dr. Fabio Grill

"Estoy satisfecho con lo que ha pasado hasta ahora, aunque ahora tenemos que aprender cómo volver a la nueva normalidad en medio de una pandemia que tiene repercusiones sociales y económicas incluso más importantes que las sanitarias", dijo a Medscape en español el Dr. Fabio Grill, expresidente de la Sociedad de Infectología Clínica del Uruguay. "Y no hay una fórmula en el mundo para hacerlo".

Desde que el país de 3,4 millones de habitantes confirmara sus primeros pacientes con COVID-19, el 13 de marzo, todas personas que habían estado en el norte de Italia, el total de casos positivos al 26 de abril era 606 en todo el territorio nacional, lo que significa una tasa de 17,6 cada 100.000 habitantes: mayor que en Argentina (8,7/100.000) o México (11,6/100.000), pero inferior a Brasil (31,7/100.000), Chile (73,7/100.000), Perú (89,7/100.000), Ecuador (136,0/100.000), Estados Unidos (301,1/100.000) y España (447,6/100.000). 

Desde el 13 de abril, hay más pacientes recuperados que activos y al 26 de abril eran 375 versus 216, respectivamente. En Argentina, en cambio, los dados de alta son cerca de un cuarto del total de casos (4004).

Los muertos, en tanto, suman 15, lo que significa 0,43 cada 100.000 habitantes, la misma proporción que Argentina, pero la mitad de la de Chile y la cuarta parte de la de Brasil.

Dr. Carlos Batthyány Fuente: Instituto Pasteur de Montevideo

Desde los primeros casos reportados, Uruguay declaró el estado de emergencia y tomó "medidas muy adecuadas", señaló a Medscape en español el Dr. Carlos Batthyány, director del Instituto Pasteur de Montevideo: "Rápidamente, cerró actividades con aglomeraciones en espacios cerrados, el dictado de clases, actividades deportivas y recreativas y dispuso un confinamiento voluntario", que, en líneas generales, fue muy bien respetado. 

A partir del 20 de marzo, también restringió vuelos internacionales y, luego, cerró las fronteras para extranjeros, aunque, para el Dr. Batthyány, estas últimas medidas quizás se tomaron de manera algo tardía.

Aunque ha habido fluctuaciones en la cantidad de contagios diarios reportados (el 27 de marzo y el 8 y 25 de abril hubo más de 30, mientras que el 23 de marzo, 13 y 15 de abril, menos de 5), la curva de nuevos casos "no ha sido ascendente" y promedia los 10-15/día, dijo el Dr. Grill. Considerando que el 28 de marzo, el día que se registró el primer deceso, había 304 positivos, el tiempo de duplicación de casos (un indicador de la velocidad de propagación de virus) llega a 29 días: uno de los ritmos más bajo de Latinoamérica.

"El confinamiento voluntario de cinco semanas se cumplió bastante bien y amortiguó mucho las curvas exponenciales", destacó el Dr. Grill, quien también es jefe de enfermedades infecciosas del Hospital Maciel de Montevideo. "Los uruguayos demostraron que hicieron un buen uso de la libertad, con solidaridad y generosidad", elogió el presidente, Lacalle Pou, en una conferencia de prensa el viernes 16.

Dr. Giovanni Escalante Fuente: OPS

Coincidió el representante de la Organización Panamericana de la Salud (OPS) en Uruguay, el Dr. Giovanni Escalante, quien destacó la conducta cívica de la población. "Ni bien el presidente declaro la emergencia sanitaria, la población acató. No hubo necesidad de medidas cuarentenarias obligatorias. La gente lo tomó muy en serio", aseguró en diálogo telefónico con Medscape en español.

La acción rápida del gobierno y la respuesta de la ciudadanía, en parte alertada por las experiencias devastadoras de Italia y España, parecen haber surtido efecto. "Nos preparamos para la guerra, pero el país vivió casi que en paz", declaró este fin de semana al diario El País de Montevideo el Dr. Carlos Chicheff, coordinador de la brigada de cuidados intensivos del Hospital Británico de Montevideo.[1]

Preparación y testeos

El ritmo lento de diseminación del virus ha dado tiempo para preparar mejor un sistema de salud. "La primera prueba fue si nos podíamos preparar, y pudimos hacerlo. Los gestores hospitalarios comprendieron la magnitud y se prepararon. Como han sido pocos pacientes con COVID-19 asistidos en unidades de cuidados intensivos, alrededor de 20 [sobre un total de 650 camas disponibles en el país], por ahora no se ha puesto en jaque el sistema", enfatizó el Dr. Grill a Medscape en español.

Uruguay tiene 22 camas de terapia intensiva por cada 100.000 habitantes, "de lo mejor de la región", dijo a El País el Dr. Pedro Alzugaray, jefe de cuidados críticos del Sanatorio Americano, en Montevideo, quien comparó esa tasa con las cifras de Alemania y Estados Unidos, que tienen poco más de 30, y de Italia y España, con 9-10 camas cada 100.000 habitantes. La postergación de cirugías y otros procedimientos electivos no urgentes permitió liberar aún más esas camas,

Según el Dr. Escalante, de la OPS, un factor que contribuyó para que Uruguay no tuviera un pico más alto de casos es que, antes de que se desencadenara la pandemia, el país había sostenido una inversión "interesante" en salud como porcentaje del producto bruto interno, tanto en el sector público como privado, así como había propiciado un adecuado nivel de integración del sistema de salud. "Estuvo preparado oportunamente", dijo.

El funcionario también elogió el "comando único" de gestión de la pandemia, liderado por el presidente; el ánimo de colaboración de los sectores de oposición; y que, desde el inicio, se hayan tomado en cuenta otros sectores sociales y productivos. "Las medidas epidemiológicas preventivas se pusieron en correlación con medidas de soporte socioeconómico", aseveró.

Para el Dr. Batthyány, un aspecto destacable de la respuesta del gobierno uruguayo es que "tuvo una gran apertura a la academia para buscar soluciones que todos sabíamos que era una cuestión de soberanía".

En particular, impulsó que investigadores de dos instituciones, el Instituto Pasteur y la Universidad de la República, ambos en Montevideo, pusieran a punto en pocas semanas la técnica de detección del virus por reacción en cadena de la polimerasa (PCR), una adaptación del método usado en Hong Kong, lo que permitió ampliar la capacidad diagnóstica.

En la primera semana de abril, a menos de un mes de los primeros pacientes reportados en el país, la relación de test por millón de habitantes (1.764) con respecto al total de casos confirmados por millón de habitantes (130) era comparable a la gráfica de Suecia, cuando ellos llevaban seis semanas desde el primer caso confirmado, escribió en un editorial de la Revista Médica del Uruguay el Dr. Julio Medina, director de la Cátedra de Enfermedades Infecciosas de la Facultad de Medicina de la Universidad de la República, en Montevideo.[2] Eso "marca un acierto y una fortaleza para el país", aseguró.

A la fecha, en el país se realizan entre 600 y 800 testeos diarios en una decena de laboratorios de centros públicos y privados. También se habilitó un sistema drive-through para que las personas puedan hacerse el test diagnóstico en puntos móviles sin bajarse del propio auto, un esquema utilizado en Corea del Sur y replicado con éxito en Alemania, Reino Unido y algunos estados de Estados Unidos.

La cantidad de pruebas diarias en el país es adecuada considerando que el índice de positividad (los resultados positivos sobre el total de test realizados) es inferior al 10% que plantean estándares internacionales, aunque, según el Dr. Batthyány, "desde la mitad de marzo, queríamos llegar a 1000 test por día, extrapolando lo que hacía Alemania en ese momento, y para poder posicionarnos con una buena vigilancia epidemiológica".

Para el Dr. Grill, se necesitaría intensificar los testeos en sectores más vulnerables, como ancianos que viven en residencias o pobladores de asentamientos. "No sé si 600 test por día alcanzan, porque depende dónde se hagan. Los departamentos que no tienen casos reportados, ¿es porque no tienen circulación o porque no se testea?", preguntó. También dijo que se necesita testear más para empezar a salir de la cuarentena.

Con el objeto de incrementar las pruebas, este jueves 30, un consorcio formado por investigadores del Instituto Pasteur y de la Universidad de la República, en conjunto con la empresa de biotecnología ATGen, va a presentar a las autoridades para su registro y validación un nuevo kit de diagnóstico molecular, adaptado de los protocolos de Hong Kong y de Centers for Disease Control and Prevention (CDC) de Estados Unidos, y cuyo desarrollo y producción fue financiado por la Agencia Nacional de Investigación e Innovación de Uruguay y el Banco Interamericano de Desarrollo.

Con el aporte adicional del Fondo para la Convergencia Estructural del Mercosur (FOCEM), se van a fabricar 50.000 kits para su distribución, lo cual, en teoría, le brinda al país la capacidad de superar los 14 test por 1.000 habitantes: más que los 11,9 por 1.000 habitantes que hasta el momento realizó Corea del Sur.[3]

Pasos para empezar a salir

A diferencia de otros países de la región, el confinamiento uruguayo no fue tan estricto y, según algunas fuentes consultadas, "en las últimas semanas se relajó un poco". De acuerdo con el COVID-19 Community Mobility Report de Google, al 17 de abril la movilidad en centros de compras y recreación en el país había caído un 55%; en los parques, un 66%; y en estaciones de tránsito público, un 49%, con relación a los niveles previos a la pandemia.[4] En términos comparativos, en Argentina, que adoptó un confinamiento obligatorio y cierre más riguroso de actividades, las reducciones respectivas fueron 83%, 92% y 61%.

De todos modos, Uruguay ya analiza la transición a una "nueva normalidad", y, para guiar los próximos pasos, el presidente Lacalle Pou designó a un comité científico asesor formado por tres respetados académicos: el Dr. Rafael Radi, investigador en el campo de la bioquímica, presidente de la Academia Nacional de Ciencias del Uruguay; el ingeniero electricista y matemático Fernando Paganini, Ph.D., vicedecano de la Facultad de Ingeniería de la Universidad ORT; y el Dr. Henry Cohen, gastroenterólogo, expresidente de la Academia de Medicina del Uruguay.

"Es un abordaje integral, no solo desde el lado hospitalario. Estos tres expertos están convocando hasta 30 personalidades para ayudar a formular un conjunto de recomendaciones que el gobierno tomará en todo o en parte", describió el Dr. Escalante.

Algunos bares y restaurantes ya empezaron a reabrir de manera progresiva, aunque con medidas de seguridad; el gobierno permitió el reinicio de clases en escuelas rurales; y también reanudó actividades el sector de la construcción. El Dr. Batthyány señaló que en esta fase de la pandemia se van a realizar testeos aleatorizados de PCR en algunos sectores de la población (residencias de ancianos, obreros de la construcción, profesionales de la salud) y que las pruebas serológicas podrían empezar a utilizarse en un mes y medio. Sin embargo, los integrantes del comité científico asesor ya advirtieron que la transición será larga y que las medidas de distanciamiento social no se irán rápido.

"Los datos que me gusta manejar son la de los países que mejor manejan la crisis. Si uno libera las medidas de precaución, de distanciamiento social, la velocidad de propagación del virus supera rápidamente la generación de la inmunidad de rebaño, no es una estrategia viable [para contener la pandemia]", afirmó el Dr. Batthyány.

"Tuvimos la suerte de aprender de otros países de Europa, pero ellos están entrando al verano y a nosotros se nos viene el invierno, con otros virus respiratorios y desafíos. No me animaría a hablar de inmunidad de rebaño antes de septiembre. Los expertos hablan de que el virus vino para quedarse al menos un par de años", añadió.

Para el Dr. Escalante, de la OPS, Uruguay ya está en una fase de meseta y probable descenso de los casos, aunque advirtió que volver a una nueva realidad supone mantener un conjunto de medidas de salud pública para evitar rebrotes."Como dijo la canciller alemana, Angela Merkel, estamos operando en una delgada capa de hielo, muy fina. La situación es muy delicada. Dado que este virus tiene una alta contagiosidad, aflojar las medidas implicaría nuevos picos", exhortó el Dr. Escalante.

Los doctores Batthyány, Grill y Escalante declararon no tener ningún conflicto de interés económico.

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Corrección: una versión previa identificaba al Dr. Cohen como presidente de la Academia Nacional de Medicina de Uruguay, cargo que actualmente ocupa el Dr. Óscar Noboa.

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