Una crisis epiléptica (nótese que no es adecuado el término convulsiva, debido a que no todas las crisis epilépticas son convulsivas) se define como "aparición transitoria de signos y/o síntomas debido a una actividad neuronal excesiva o sincrónica en el cerebro".
En el contexto de un paciente que acude por sospecha de epilepsia, la primera tarea del clínico es determinar si un evento tiene las características de una crisis epiléptica y no es uno de los imitadores de crisis (por ejemplo, síncope convulsivo, migraña complicada, o ataque isquémico transitorio).
El siguiente paso es establecer si realmente es la primera crisis epiléptica del paciente, pues sabemos que el riesgo de recurrencia "no caduca", es decir, si fuera la segunda crisis aun cuando hubiera un intervalo de 10 años entre ellas, se considera que el paciente ha tenido dos crisis y, por ende, tiene epilepsia. De la misma manera, se debe precisar si es una crisis provocada por una causa reversible, por ejemplo, hipoglucemia, hiponatremia, o en el momento agudo de una intervención neuroquirúrgica, en cuyo caso no se considera diagnóstico de epilepsia.
Si el paciente tiene crisis epilépticas no provocadas podríamos definir como tercer paso establecer qué tipo de crisis presentó, para lo cual la International League Against Epilepsy definió una clasificación operacional para fines de comunicación en atención clínica, docencia, e investigación.[1]
A continuación revisaremos algunos aspectos importantes de la clasificación. Recordemos que el inicio de la crisis puede ser focal (anteriormente llamado parcial); cuando el paciente identifica un fenómeno de "aura" o "aviso", estos síntomas pueden ser autonómicos, olfativos, visuales, o incluso motores, por lo que se clasifican como "inicio motor" o "inicio no motor".
A su vez, las crisis de inicio generalizado también pueden tener inicio motor (tónicas o tónico-clónicas) o no motor (crisis de ausencia). En este rubro es importante hacer la distinción de las crisis de ausencia con las crisis de inicio focal con alteración de la conciencia (anteriormente llamadas crisis parciales complejas), es decir, son dos entidades clínicas y con hallazgos electroencefalográficos diferentes.
En cuanto a las crisis de inicio focal, la clasificación establece tres características importantes para definir adecuadamente el tipo de crisis. La primera es el estado de conciencia, que puede estar normal, o bien, alterado, que anteriormente se definía como "crisis parcial compleja"; la clasificación actual sustituye el término complejo por conciencia alterada para simplificar términos, pues durante este tipo de crisis el paciente puede tener ojos abiertos, presentar automatismos, e incluso emitir algunas palabras, es decir, tiene conciencia alterada y no necesariamente está inconsciente.
La segunda característica es el inicio de la crisis, como se describió anteriormente, puede ser motor o no motor. Respecto a esta propiedad, el inicio no motor puede ser visual, somático, olfativo, autonómico (sensación de jamais vu, jamais entendu, déjà vu, déjà entendu, entre otras). Y finalmente, la evolución de las crisis; algunas pueden evolucionar a tónico-clónicas bilaterales y otras simplemente terminan como focales (figura 1).
Figura 1.
Medscape © 2020 WebMD, LLC
Cualesquiera puntos de vista expresados antes son del propio autor y no necesariamente reflejan los puntos de vista de WebMd o Medscape.
Citar este artículo: Todo lo que necesita para clasificar adecuadamente las crisis epilépticas - Medscape - 9 de marzo de 2020.
Comentario