SARS-CoV-2: ¿qué hay en el nombre?

Mark Lesney

Conflictos de interés

3 de marzo de 2020

No hay un libro de nombres para bebés o un alfabeto de huracanes para denominar fácilmente las enfermedades y sus entidades causales. A lo largo de la historia, e incluso en la era moderna, una serie de consideraciones se ha interpuesto en la decisión sobre cómo llamar a estas enfermedades de la humanidad. Los nombres han variado de exagerados a engañosos, de coloquiales a científicos. Y cuando se trata de una nueva entidad epidemiológica, como el último brote de coronavirus que se originó en China, las organizaciones de salud, los medios de comunicación, los políticos, las comisiones de taxonomía científica, y el público en general, tienen interés en su designación.

Desde "virus de Wuhan" hasta "nuevo coronavirus-2019" y "virus COVID-19", el nombre del nuevo coronavirus que apareció por primera vez en China ha evolucionado hasta su designación ahora oficial: SARS-CoV-2 (síndrome respiratorio agudo severo coronavirus 2). Pero, ¿de dónde vino el nombre final, cómo y quién lo hace oficial?

Taxonomía de virus

El Grupo de Estudio Coronavirus del International Committee on Taxonomy of Viruses nombró el nuevo coronavirus SARS-CoV-2 con base en su relación genética con el SARS-CoV original que causó un brote de enfermedad en 2002-2003.

Según el sitio web  del International Committee on Taxonomy of Viruses, los primeros intentos organizados internacionalmente de introducir el orden en la desconcertante variedad de virus tuvieron lugar en el International Congress of Microbiology celebrado en Moscú, Rusia, en 1966, donde se creó un comité que luego se convirtió en International Committee on Taxonomy of Viruses y se le asignó la tarea de desarrollar un esquema taxonómico único y universal para todos los virus que infectan animales, plantas, hongos, bacterias y arqueas.[1]

La International Committee on Taxonomy of Viruses se creó como un comité de la división de virología de la International Union of Microbiological Societies y se rige por los estatutos aprobados por la división de virología. La clasificación y nomenclatura de virus están sujetas a reglas establecidas en un código internacional.

Este código designa: el sistema universal de clasificación de virus emplea los niveles jerárquicos de orden, familia, subfamilia, género y especie.

Muchas de las principales áreas de clasificación se basan en el hecho de que los virus sean ADN o ARN, monocatenarios o bicatenarios, y si tienen una cubierta proteica simple o una envoltura de lipoproteína compleja. Otros niveles de clasificación incluyen especies hospederas, tipo de replicación y tipo de enfermedades que causan, lo que se ejemplifica más adelante en la designación de síndrome respiratorio agudo severo (SARS) para este virus.

Hay 98 grupos de estudio internacionales que cubren los principales órdenes de virus, familias y géneros que forman parte de la International Committee on Taxonomy of Viruses, y fue el grupo dedicado a los coronavirus de ARN monocatenario, el Coronavirus Study Group, el que surgió con el nombre SARS-CoV-2 y lo mencionó por primera vez en su publicación del 11 de febrero en la preimpresión de la revista Harbour bioRxiv, de Cold Springs, Nueva York, Estados Unidos.[2]

Basado en la filogenia, la taxonomía y la práctica establecida, el Coronavirus Study Group reconoce formalmente este virus como hermano de los coronavirus del síndrome respiratorio agudo severo (SARS-CoV) y lo designa como coronavirus del síndrome respiratorio agudo severo 2 (SARS-CoV-2), escribieron.

De acuerdo con el National Center for Biotechnology Information Taxonomy Browser, con respecto al virus CoV SARS original, del cual es pariente, la designación taxonómica completa es:[3] Virus, Riboviria, Nidovirales, Cornidovirineae, Coronaviridae, Orthocoronavirinae, Betacoronavirus, Sarbecovirus.

Actualmente la Organización Mundial de la Salud no usa el nombre científico oficial del virus, simplemente lo etiqueta con respecto a la enfermedad: COVID-19, que se refiere a la enfermedad por coronavirus 2019.

Siguen un estándar moderno en el cual los nombres de enfermedades evitan las connotaciones exageradas con personas y lugares. En el pasado, con demasiada frecuencia por sífilis como "viruela francesa", la influenza de 1918 conocida como "gripe española", el síndrome de inmunodeficiencia adquirida como "peste gay", el síndrome respiratorio del Medio Oriente (MERS), y el actualmente llamado WuFlu, que hizo una aparición temprana en el nuevo brote y que simboliza una repentina ola de prejuicios antiasiáticos, específicamente chinos.[4,5]

Los distritos de Chinatown, incluso en Estados Unidos, están siendo afectados económicamente por un miedo injustificado asociado con el virus.[6] Además se han dado brotes de discursos de odio contra individuos asiáticos en lugares no afectados por el nuevo virus.[7]

Sin embargo, aunque el nombre SARS-CoV-2 evita tales problemas, diferentes consideraciones llevaron a la Organización Mundial de la Salud a rechazarlo en sus discusiones, determinando que su uso lo vincula estrechamente al virus del SARS-CoV-1, mucho más mortal en la mente del público, arriesgando mayor miedo y pánico, especialmente en Asia, donde el SARS-CoV-1 tuvo el mayor impacto.[8]

En 1896 el Dr. William Sykes, escribiendo en el primer esbozo del triunfo de la teoría de los gérmenes en la medicina moderna, intentó dar alguna orientación sobre cómo la ciencia médica debería encontrar nuevos nombres de enfermedades fusionando las demandas del lenguaje común con los de legitimidad taxonómica. Su trabajo On the Origin and History of Disease-Names, publicado en The Lancet, tenía consejos claros:[9] "Es presuntuoso intentar reemplazar un nombre popular o uno ampliamente adoptado por la gente por uno nuevo deliberadamente acuñado por eruditos, y esto por las siguientes razones: primero, los nombres que puedan ser aceptados por los médicos deben ser traducidos por ellos al vernáculo de sus pacientes, y por una reacción resultante, el nombre vernáculo se convierte en el más común con ellos mismos; y, en segundo lugar, no hay continuidad o inmutabilidad en los términos inventados por los sabios, que son modificados, mejorados y desplazados por el próximo escritor sobre el tema, o aún más, absurdamente por los mismos inventores en una publicación posterior".

Esta es la razón por la cual la taxonomía de virus proporciona nombres basados en descriptores científicos inmutables de la entidad que causa la enfermedad, como lo ilustran las decisiones de la International Committee on Taxonomy of Viruses. Además, las secuencias genómicas proporcionadas por la comunidad científica se organizan bajo el nombre de SARS-CoV-2 y, por tanto, consolidan ese apodo como el único nombre científico aceptable.

Todavía está en duda si el resto del mundo adoptará universalmente SARS-CoV-2 como nombre. Si el brote se extiende significativamente más allá de sus límites actuales, el miedo y la confusión, y simplemente la necesidad de una etiqueta que suene más familiar, puede llevar al público en general a adoptar designaciones más coloquiales que las que la ciencia intenta imponer, como sugirió el Dr. Sykes en 1896. Eso queda por verse.

Esta historia fue publicada originalmente en MDedge.com. 

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Comentario

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