La definición de reflujo gastroesofágico es el paso involuntario retrógrado de contenido gástrico hacia el esófago con o sin regurgitación, o vómito. Este ocurre en más de dos tercios de recién nacidos sanos y es la cuarta parte de todas las consultas de rutina dentro los primeros seis meses de vida. Se considera patológico y se conoce como enfermedad por reflujo gastroesofágico cuando el reflujo conduce a síntomas molestos o complicaciones.[1]
Muchos estudios documentan la historia natural de reflujo gastroesofágico en lactantes, con una incidencia máxima entre los 4 a 5 meses de edad.[2] La tasa de cesación de los síntomas en una de las edades oscila entre 80% y 95% de los casos.[3,4] La regurgitación del contenido gástrico hacia esófago, boca y nariz es común en lactantes y está dentro del rango esperado de comportamiento en el desarrollo del niño sano, y se considera como el desorden gastrointestinal funcional más común en el primer año de vida.[2]
En México, el reflujo gastroesofágico afecta entre 20% y 40% de la población en general (adultos y niños). El reflujo gastroesofágico no patológico, cuya manifestación cardinal es el vómito, ocurre en uno a cuatro casos por cada 1.000 recién nacidos vivos.[3,5] Se han identificado algunas poblaciones pediátricas con alto riesgo de presentar enfermedad por reflujo gastroesofágico: recién nacidos pretérmino, niños con trastornos neurológicos, atresia de esófago, acalasia, hernia hiatal, obesidad, trastornos respiratorios crónicos, incluyendo fibrosis quística, fibrosis intersticial idiopática y displasia broncopulmonar.
Por otro lado, se ha encontrado enfermedad por reflujo gastroesofágico en 55% a 64% de los niños con otitis media crónica, ya que este que provoca síntomas otorrinolaringológicos frecuentes, como secreción nasal y faríngea, ronquera, disfagia, laringoespasmo nocturno, otalgia, otitis, tos crónica y bronconeumonía.[3]
Los síntomas predominantes observados en reflujo gastroesofágico están relacionados con síntomas esofágicos como náusea, vómito o pirosis, regurgitación, emesis y disfagia. Sin embargo, los síntomas extraesofágicos, como tos crónica, ronquera, faringitis, bronquitis recurrente, otitis media y apnea también son comunes en la infancia.[2] La enfermedad puede ser causa de crecimiento y desarrollo anormales, de enteropatía, desnutrición, anemia, hemorragia gastrointestinal, irritabilidad, apnea, asma, odontopatías, síndrome de Sandifer, neumonía por aspiración, esofagitis, estenosis y esófago de Barrett.[5]
El síndrome de Sandifer es un trastorno neuroconductual con movimientos de hiperextensión de cuello, cabeza y tronco, con rotación de cabeza, que generalmente se presentan durante o inmediatamente después de la ingesta de alimentos y cesan durante el sueño secundario a enfermedad por reflujo gastroesofágico. Se caracteriza por esofagitis, anemia por deficiencia de hierro, y con frecuencia se confunden con crisis de origen epiléptico.[2]
La enfermedad por reflujo gastroesofágico es una de las entidades clínicas más frecuentemente enfrentadas tanto por el gastroenterólogo clínico como por el pediatra. Su diagnóstico requiere una historia clínica detallada y algunas pruebas complementarias. El uso juicioso de los métodos de diagnóstico actuales permite categorizar adecuadamente a los pacientes, descartar patologías diferentes a la enfermedad por reflujo gastroesofágico de manera precisa y orientar a la terapéutica más oportuna para cada situación clínica.
Pruebe sus conocimientos con este Mini Examen Clínico.
Medscape © 2019 WebMD, LLC
Cualesquiera puntos de vista expresados antes son del propio autor y no necesariamente reflejan los puntos de vista de WebMd o Medscape.
Citar este artículo: ¿Cuánto sabe sobre enfermedad por reflujo gastroesofágico en pediatría? - Medscape - 2 de oct de 2019.
Comentario