La balanza se inclina hacia la ingesta de ácidos grasos poliinsaturados de "aceite de pescado" para prevención de insuficiencia cardiaca

Marlene Busko

Conflictos de interés

29 de julio de 2019

Altas concentraciones plasmáticas de las clases de ácidos grasos presentes en aceite de pescado se asociaron a una disminución en el riesgo a largo plazo de nueva insuficiencia cardiaca con reducción o preservación de la fracción de eyección en una cohorte de más de 6.000 personas basada en la población.[1]

Mientras mayores fueron las concentraciones plasmáticas de ácido eicosapentaenoico, un ácido graso poliinsaturado ω-3 prevalente (PUFA n-3, también llamado PUFA omega-3), menor fue el riesgo de las dos formas de insuficiencia cardiaca durante una mediana de seguimiento de 13 años.

Se observaron cambios similares independientes para las concentraciones plasmáticas de ácido docosahexaenoico y de ácido eicosapentaenoico, y de ácido docosahexaenoico en combinación, lo que indica que los mayores niveles de PUFA n-3 en general pueden conferir beneficios cardiovasculares, observaron los autores del estudio, dirigidos por el Dr. Robert C. Block, maestro en salud pública, de la University of Rochester School of Medicine and Dentistry, en Nueva York, Estados Unidos.

Los hallazgos del estudio MESA (Multi-Ethnic Study of Atherosclerosis), publicado el 10 de julio en JACC: Heart Failure, se suman a una literatura de observaciones abundantes pero diversas sobre los efectos cardiovasculares de los niveles elevados de PUFA n-3, independientemente de que se alcancen con dieta o suplementos.

La cohorte del estudio MESA consiste en adultos inicialmente de mediana edad, y cabe destacar que tuvo una distribución uniforme entre mujeres y hombres e incluyó grandes proporciones de estadounidenses de ascendencia africana y otros grupos no caucásicos.

El análisis "puede reabrir el debate en torno al papel que desempeñan los ácidos grasos omega-3 en el contexto de prevención y tratamiento de la insuficiencia cardiaca", comentó en un editorial adjunto el Dr. Aldo P. Maggioni, de la Heart Care Foundation, en Florencia, Italia.[2]

"Este estudio claramente demostró una correlación inversa independiente y significativa entre los niveles circulantes de ácidos grasos omega-3, específicamente ácido eicosapentaenoico, y la presentación de insuficiencia cardiaca en una mediana de periodo de seguimiento prolongado de 13 años", afirmó.

Para cosechar tales beneficios, "¿tenemos que ir al mercado de pescado o a la farmacia para elevar nuestros niveles circulantes de ácidos grasos omega-3 y de esta manera, tratar de prevenir (o tratar) la insuficiencia cardiaca?", cuestionó el Dr. Maggioni.

El especialista está a favor de la farmacia. Los desenlaces cardiovasculares de los estudios OMEGA-REMODEL y REDUCE-IT, los resultados del presente estudio, y los estudios realizados en ratones, "parecen indicar que solo con concentraciones plasmáticas muy altas de ácidos grasos omega-3 podemos obtener una reducción de eventos cardiovasculares graves, una prevención de la presentación de insuficiencia cardiaca y un efecto favorable sobre los procesos de remodelación del ventrículo izquierdo".

Además, "altas concentraciones plasmáticas de ácidos grasos omega-3 probablemente pueden alcanzarse solo con el empleo de preparados farmacológicos purificados".

"La mayoría de los estadounidenses, independientemente de su raza o grupo étnico, tiene niveles insuficientes de n-PUFA y se beneficiaría de una mayor ingesta", comentó a Medscape el autor principal, Gregory C. Shearer, Ph. D., de Pennsylvania State University, University Park.

Los suplementos de aceite de pescado probablemente serían más eficaces que consumir más pescado para alcanzar las concentraciones de PUFA n-3 que pueden conferir beneficio, manifestaron Shearer y el coautor Timothy D. O'Connell, Ph. D., de University of Minnesota, en Minneapolis, Estados Unidos.

Como se hace notar en el estudio y en el comentario editorial, el aporte suplementario de PUFA n-3 en la dosis relativamente baja de 1 g/día, añadido al tratamiento estándar se asoció a una reducción de la mortalidad por todas las causas y de las tasas de hospitalización por insuficiencia cardiaca en el curso de aproximadamente 4 años en el estudio GISSI-HF de 2008.

En el estudio OMEGA-REMODEL de 2015, pacientes que tomaron un preparado de n-PUFA de patente (Lovaza, GlaxoSmithKline) en dosis de 4 g/día durante 6 meses después de un infarto de miocardio mostraron reducciones en remodelación ventricular, fibrosis y marcadores inflamatorios.

En tiempos más recientes, en el estudio REDUCE-IT, pacientes con altas concentraciones de triglicéridos o enfermedad cardiovascular o diabetes más otro factor de riesgo cardiovascular mostraron una reducción de 25% en el criterio de valoración compuesto consistente en muerte por causas cardiovasculares, infarto de miocardio no mortal, accidente cerebrovascular no mortal, revascularización coronaria o angina de pecho inestable en el curso de cinco años mientras tomaban icosapento etílico (Vascepa, Amarin) en dosis de 4 g/día. El agente actúa como un precursor de ácido eicosapentaenoico.

En el presente análisis se clasificó en MESA a 65.632 participantes con alto riesgo según sus niveles porcentuales de ácido eicosapentaenoico en plasma.

Los niveles fueron < 1,0% o "insuficientes" (en comparación con los niveles ajustados que prevenían insuficiencia cardiaca en modelos animales) en 73,1% de los participantes.

Fueron de 1% a 2,5% o "marginalmente suficientes" en 22,4% de los participantes, y de 4,5% de la cohorte tenía "suficientes" niveles de > 2,5%.

Solo 1,4% de los participantes hispanoamericanos tuvo suficientes niveles porcentuales de ácido eicosapentaenoico; las proporciones fueron 4,4% para estadounidenses de origen africano; 4,9% para caucásicos, y 9,8% para participantes de ascendencia asiática.

Se presentaron 292 episodios de insuficiencia cardiaca (128 de fracción de eyección reducida; 110 de fracción de eyección conservada, y 54 en personas con fracciones de eyección desconocidas) durante una mediana de 13 meses. La mediana de nivel porcentual de ácido eicosapentaenoico fue de 0,66% para los participantes que no desarrollaron insuficiencia cardiaca frente a 0,69% para quienes la desarrollaron (p = 0,005).

En un análisis ajustado respecto a edad, género, raza, índice de masa corporal, antecedente de tabaquismo, diabetes de tipo 2, presión arterial, lípidos, tratamiento hipolipemiante, albuminuria y tipos de PUFA, el porcentaje de ácido eicosapentaenoico se relacionó inversamente con el riesgo de insuficiencia cardiaca a un hazard ratio de 0,73 por cada diferencia de unidad logarítmica (p = 0,001).

"Estudios clínicos en que se ha utilizado 1 g de ácidos grasos omega-3 por día", como GISS-HF, "parecen reducir casi 10% el riesgo de insuficiencia cardiaca", señaló Shearer. Pero esta dosis probablemente solo incrementaría el porcentaje promedio de ácido eicosapentaenoico de 0,7% al rango marginalmente suficiente de aproximadamente 1% y 1,5%.

Cualesquiera estudios futuros se han de diseñar "para alcanzar un objetivo de más de 3,5% de ácido eicosapentaenoico, o más de 12% de ácido eicosapentaenoico más ácido docosahexaenoico", señaló.

"Con base en los resultados de MARINE y ANCHOR, nos sentimos optimistas de que una dosis más alta (de suplementos de PUFA n-3), como 4 g/día" daría lugar a un porcentaje promedio de ácido eicosapentaenoico de 4% y a una reducción de cerca de 35% en el riesgo de insuficiencia cardiaca.

"Si deseamos desplazarnos de las hipótesis a las evidencias más fiables", coincidió el Dr. Maggioni, "probablemente es el momento de diseñar de nuevo estudios clínicos aleatorizados de tamaño adecuado que evalúen altas dosis de ácidos grasos omega-3 junto con tratamientos farmacológicos y no farmacológicos actuales optimizados".

Sus objetivos deberían ser determinar si la intervención tiene un efecto sobre los desenlaces clínicos en pacientes con insuficiencia cardiaca manifiesta y la capacidad de evitar insuficiencia cardiaca en pacientes con cardiopatía estructural, pero que no tienen signos o síntomas de insuficiencia cardiaca.

"Considerando las características de tolerabilidad y seguridad muy favorables de esta estrategia terapéutica, cualesquiera resultados positivos de estos estudios podrían proporcionarnos una estrategia adicional para mejorar los resultados de los pacientes con insuficiencia cardiaca o con alto riesgo de desarrollarla", comentó.

El Dr. Block ha declarado no tener ningún conflicto de interés económico pertinente. Shearer ha recibido honorarios de Amarin Pharmaceuticals. Las declaraciones de conflictos de interés de los demás autores se enumeran en el estudio. El Dr. Maggioni ha recibido honorarios por su participación en comités de estudios patrocinados por Bayer, Novartis y Fressenius ajenos al alcance del presente estudio.

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