Una prescripción para tratar la información médica falsa

Laird Harrison

Conflictos de interés

12 de junio de 2019

Al inicio de su residencia, la neuróloga Dra. Heidi Moawad, ordenó una tomografía computarizada para una paciente que acudió al servicio de urgencias con una convulsión. El estudio demostró un tumor cerebral masivo.

"La persona estaba convencida de que la tomografía computarizada había producido el tumor cerebral", dijo la Dra. Moawad, ahora profesora clínica adjunta en Case Western Reserve University School of Medicine en Cleveland, Ohio, Estados Unidos. "Intenté recordarle que acudió porque tenía una convulsión. Le dije que me confiaban la atención médica de personas mayores".

Sin embargo, la mujer se rehusó aceptar el terrible pronóstico hasta que sus familiares la convencieron.

Si la Dra. Moawad atendiera a tal paciente hoy en día, estaría mejor preparada para responder a estos temores irracionales. Los investigadores en ciencias sociales han comenzado a idear métodos para disuadir a pacientes de tener creencias perjudiciales.

Aunque los conceptos erróneos de pacientes, la falta de lógica y las supersticiones han complicado el trabajo de médicos desde tiempos inmemoriales, el advenimiento de los medios sociales ha llevado el problema a una nueva dimensión.

Con la reaparición de enfermedades infecciosas como el aumento de sarampión, debido en parte al movimiento antivacunación, probablemente nunca ha sido mayor la necesidad de métodos para interactuar con pacientes en torno al riesgo de información médica sin fundamento. Aunque los conceptos erróneos de pacientes, la falta de lógica y las supersticiones han complicado el trabajo del médico desde tiempos inmemoriales, el advenimiento de los medios sociales ha llevado el problema a una nueva dimensión.

Con los medios sociales, los pacientes más fácilmente pueden encontrar información incorrecta, dice Dominique Brossard, Ph. D., presidenta del Departamento de Comunicación en Ciencias Biológicas de la University of Wisconsin-Madison. También pueden compartir con más facilidad esa información falsa.

Si bien buscadores como Google pueden identificar de manera competente los sitios web más populares y relevantes sobre un determinado tema, no pueden distinguir entre sitios web veraces y no veraces.

Las personas muy probablemente no mirarán después de la primera página de resultados de la búsqueda", señala Brossard. Es posible que la primera página de los sitios web sea optimizada para ocupar una posición privilegiada en las búsquedas, o pueden ser sitios con información obsoleta.

Ciencia deficiente se difunde con gran facilidad

Los pacientes podían leer artículos engañosos en diarios y revistas antes que existiera incluso Internet, pero compartirlos con amigos y familia requería fotocopiarlos y llenar sobres. Ahora, con unas pocas pulsaciones de un ratón, cualquier persona puede transmitir un artículo a miles de individuos en cuestión de segundos.

En una encuesta realizada en 2017 entre participantes en Facebook Health Communities que realizó WEGO Health, 87% de los que respondieron dijeron que compartían información médica a través de mensajes de Facebook públicos, y 81% la compartían a través de mensajes privados.[1]

Las mentiras pueden difundirse con más rapidez que la verdad. Investigadores del Massachusetts Institute of Technology analizaron una serie de unas 126.000 noticias difundidas en Twitter entre 2006 y 2017.

Encontraron que un mayor número de personas retuiteaba información falsa que información veraz. Los investigadores conjeturaron que las personas pueden haber comunicado información falsa más fácilmente porque era más novedoso y más emocionante.[2]

"Vemos esto siempre", dicen Sander van der Linden, Ph. D., director del Laboratorio de Toma de Decisiones Sociales en la University of Cambridge en Inglaterra. "Los engaños se difunden con gran rapidez".

La amplia difusión significa que algunos pacientes pueden recibir los mismos mensajes falsos en forma repetitiva. En otro estudio, investigadores de Yale observaron que mientras mayor era la frecuencia con que las personas recibían el mismo mensaje, más probablemente creían en él, aun cuando estuviera marcado como impugnado por revisores de hechos de medios sociales.[3]

Además, cuando las personas están evaluando la fiabilidad de tal información médica que se comparte en Internet, les preocupa más quién compartió la información que la fuente original, según un estudio del American Press Institute.[4]

En vista de este diluvio de desinformación, ¿qué pueden hacer los médicos para asegurarse de que sus pacientes se estén basando en información veraz?

La información médica falsa puede tener consecuencias reales en la salud. Un equipo diferente de investigadores de Yale encontró que en un estudio de cohortes de 1.901.815 pacientes, el uso de medicina complementaria se asociaba a rechazo del tratamiento habitual del cáncer, y a un incremento de dos tantos en el riesgo de muerte, en comparación con pacientes que nunca habían recurrido a medicina complementaria.[5]

Los médicos como guardianes

En vista de este diluvio de desinformación, ¿qué pueden hacer los médicos para asegurarse de que sus pacientes se están basando en información veraz?

La buena noticia es que la mayoría de las personas todavía confían en los científicos médicos que realizan investigación en salud. En 2016, 84% de los informantes en una encuesta de Pew Research Center dijeron que por lo menos tenían cierto grado de confianza en que los científicos médicos velan por el mayor beneficio del público. En comparación, solo 38% dijo esto con respecto a los medios informativos.[6]

"Los médicos son el número uno entre los expertos en que más se confía como comunicadores", añade Van der Linden. "Son más persuasivos en relación con el cambio climático que los científicos meteorólogos".

Sin embargo, los médicos deben hacer un uso prudente de esa confianza, advierte. "Si haces sentir estúpidas a las personas o sugieres que han hecho algo incorrecto, esto puede desencadenar prejuicios.

Especialmente en lo referente a temas controvertibles como las vacunas, hemos visto que las personas son muy defensivas".

A menudo los pacientes buscan esperanza, de manera que los médicos deben comenzar reconociendo estas emociones", dice Brossard. "Es crucial iniciar la conversación con interés y empatía y escuchar".

Necesidad de conocimiento por los medios

El siguiente paso depende de la información que el paciente quiera comentar. Los periodistas pueden exagerar la importancia de un estudio para atraer lectores. Es posible que no sepan lo suficiente sobre el proceso científico para reportar con precisión sobre los datos. O bien, pueden excluir las advertencias que acompañaron al estudio original.

…un estudio legítimo podría mostrar una relación entre la salud del cerebro y el microbioma. Un artículo sobre el estudio podría luego implicar que comer yogur cura la demencia.

"Los reporteros médicos no capacitados e inexpertos son cada vez más frecuentes debido a que muchas organizaciones informativas tienen problemas financieros y han despedido a su personal más experimentado", dice Brossard. Al mismo tiempo, la facilidad de publicar en Internet permite a casi toda persona atribuirse el título de periodista.

Por ejemplo, un estudio legítimo podría mostrar una correlación entre la salud del cerebro y el microbioma. Un artículo sobre el estudio podría luego afirmar que comer yogur cura la demencia. Si un paciente cita tal artículo, Brossard recomienda responder con algo parecido a: "Se han realizado muchos estudios sobre este tema, pero necesitamos ser cuidadosos con los artículos publicados en medios sensacionalistas que hacen parecer estos estudios más importantes de lo que en realidad son. Tal vez deberíamos ver el estudio original".

Combatiendo terapias no demostradas

Puede ser necesario un enfoque diferente cuando un paciente expresa confianza en un método claramente no científico; por ejemplo, tratar de curar el cáncer de cerebro utilizando cristales. En este caso, no hay un estudio subyacente para revisar. Aun así, Brossard recomienda tener tacto. "Como usted sabe", podría comentar un médico, "esto no es lo que hago aquí en este consultorio, así que ¿por qué no nos centramos en la estrategia que estamos utilizando?"

Si un tratamiento no comprobado está evitando que un paciente aproveche una terapia demostrada pero el tiempo no es esencial, señala la Dra. Moawad, un médico puede sugerir un periodo de prueba. Por ejemplo, si los cristales no parecen funcionar en seis semanas, el paciente podría estar de acuerdo en cambiar a quimioterapia.

Si un paciente insiste en hacer algo que parezca perjudicial, dice, el mejor enfoque puede ser una interpelación personal. "Explicar genuinamente que desea que la persona mejore, y que le preocupa en lo personal que si hace algo de lo que está hablando, no mejorará".

Los médicos afrontan un reto más complicado cuando los pacientes tienen información correcta sobre un estudio, pero el estudio en sí no está bien diseñado, es preliminar o es superado por otra investigación.

Algunos pacientes pueden estar interesados en entrar en los detalles de diseño de estudio y niveles de evidencia, de acuerdo con Van der Linden, pero la mayoría se sentirá mejor con conceptos que son fáciles de recordar.

Evitar el desprecio de brotes de desinformación

Van der Linden recomienda comunicarse con estos pacientes utilizando términos como "el peso de la evidencia de muchos estudios", "preliminar", "estudio experimental" e "investigación exploradora".

"Decimos a las personas que 90% de los médicos están de acuerdo en que las vacunas son seguras y que es conveniente vacunar a los niños", dice.

Los pacientes a menudo están convencidos de que un tratamiento funciona o no funciona a causa de una anécdota o testimonio poderoso. "Atribuimos mucho valor a la información social", dice Van der Linden. "Es difícil para las personas comprender que algo que pueden observar sea menos válido que una estadística. A menudo se trata de decir a las personas que lo que le ocurre a un individuo no es descriptivo del promedio".

El laboratorio de Cambridge también ha encontrado evidencia de que los médicos pueden adelantarse a algunos conceptos erróneos utilizando un método que llaman "inoculación". Los médicos que están al tanto de alguna de la desinformación más común pueden prepararse por adelantado para conversar con sus pacientes. Por ejemplo, pueden contrarrestar mitos sobre los peligros de la vacunación aún antes que el paciente, o un tutor del paciente, los escuche.

La técnica es más eficaz cuando los pacientes son participantes activos. En vez de advertirles sobre la desinformación, el médico podría preguntar: "¿Cuáles pudieran ser algunos mitos sobre las vacunaciones, y qué diría para refutarlos?"

El grupo de Van der Linden ha creado incluso un juego en línea en el cual el usuario desempeña el papel de un provocador de Internet, aprendiendo los trucos utilizados para divulgar desinformación y de esa manera convertirse en un consumidor de información más inteligente.

National Institutes of Health también proporciona una serie de criterios que las personas pueden utilizar para evaluar información médica en sitios web.[7]

Sin embargo, persuadir a un paciente para que haga uso de tales recursos depende sobre todo de la fortaleza de la relación médico-paciente, y esto comienza con lo básico. "Creo que lo más importante es tratar a las personas con respeto", dice la Dra. Moawad.

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