Todos los médicos especialistas hemos sido residentes. Muchos no comprendemos de qué se trata esto hasta que estamos inmersos en un sistema hospitalario que se convierte en nuestro modelo de vida mínimo por tres años. En ese tiempo escuchábamos historias anárquicas de hospitales en que las primeras quincenas estaban destinadas a los residentes de los últimos años, otros escuchábamos que había novatadas, pero usualmente contemplábamos esta etapa de nuestra vida como un mal necesario.
Las experiencias tanto positivas como negativas permitían una formación sin que fuera evaluada en forma integral. Por tanto, la residencia se ha convertido en un mal necesario.
La residencia en México
México forma parte de un mundo globalizado, en el que existe un cambio continuo y permanente que ha generado grandes diferencias y un ambiente competitivo entre instituciones y distintos tipos de formaciones. Bajo este contexto estamos en un medio con múltiples retos y elecciones elitistas, en el que el hospital decide, a través de sus propios criterios, al residente que será formado bajo sus alas.
La residencia no es para todos. Al menos no en nuestro país. La selección no solo depende de las capacidades médicas, sino de muchos otros factores que privilegian a unos y por consiguiente discriminan a otros.
Existen ciertos privilegios que le darán a los candidatos más o menos oportunidades de ser aceptados en ciertas sedes, retos que, ante el deseo de ser especialistas en una institución, se aceptan sin cuestionar. Algunas de las condiciones que son consideradas incluyen: los antecedentes en la formación médica, el dominio de otro idioma o conocimientos en diferentes áreas, detalles que pueden hacen el camino de entrada más sencillo.
Sin embargo, el reto no deja de crecer. Los problemas de salud pública en la actualidad requieren una mayor formación de médicos, médicos que sean capaces de cumplir con la atención de las necesidades sanitarias de nuestro país, en esta parte se requieree que la Secretaría de Salud y sus órganos relacionados, como la Comisión Interinstitucional para la Formación de Recursos Humanos en Salud (CIFRHS) participen en el servicio de atención de la medicina pública, estableciendo pautas que permitan recursos humanos capaces de enfrentarse al panorama médico actual y futuro.
Además ante la velocidad y desarrollo de los avances tecnológicos en el campo médico, es indispensable que se considere en la formación médica y de especialidad el desarrollo de competencias específicas que sin duda requieren de programas académicos actualizados, enfocados en el alumno, con profesores competentes y campos clínicos apropiados que permitan lograr aprendizajes correctos.
En este panorama se encuentran los residentes, médicos egresados, que han cumplido los requisitos establecidos por la CIFRHS y las instituciones en donde son parte importante de la atención a los pacientes ya que que participan en los servicios de la salud pública. Sin embargo, hasta hoy la planificación de nuevos proyectos ha quedado subordinada por años. Los logros académicos y administrativos relacionados a esta formación han sido producto de protestas y, usualmente, la posición jerárquica devalúa las necesidades sobre el propósito de la formación como una necesidad unidireccional.
Ante lo que sucede actualmente recordemos que: los residentes también son servidores públicos con obligaciones y derechos que solo están bajo la supervisión de instituciones, pero dependen del estado.
Retos en la formación de especialistas
Técnicamente, la planificación es compleja, requiere la organización de programas, cada uno diferente en cada sede, generando una formación distinta y resultados variables en los recursos humanos egresados.
Administrativamente, debido al fragmentado sistema de salud en el país, que se encuentra con dividido en múltiples instituciones con distintos recursos y marcos legislativos, plantea otra dificultad.
Académicamente, la falta de profesionalización del docente médico y la jerarquía del médico clínico como provedor de conocimiento han demostrado igualmente grandes variaciones asociadas a las diversas instituciones de atención clínica. La tarea de la profesionalización del docente médico es otra de las grandes dificultades de la formación médica.
Desde el punto de vista financiero, es importante aclarar que la formación de un especialista es una inversión pública y, como tal, su figura debe estar sujeta a marcos legales prevalentes en todo el país, ya que el presupuesto deriva de inversión pública en un lapso de hasta más de 10 años.
Hay ciertos factores que obligan al país a replantear el sistema de formación médica:
Cambios demográficos, epidemiológicos y socioculturales: aparición del envejecimiento, enfermedades crónicas, salud mental y cuidados crónicos como problemas de salud, además de las necesidades de atención materna e infantil y los padecimientos transmisibles.
Oferta y demanda de la provisión de servicios: cambios en la población, expectativas sobre salud e información, innovaciones tecnológicas e innovaciones para mejorar el rendimiento del sistema de salud como la atención de primer contacto.
Cambios en los profesionales de salud: jubilación, feminización de la profesión sanitaria, incremento en los trabajadores parciales, exigencia de nuevas competencias, migración médica.
Políticas públicas: tiempos prolongados para evaluar el impacto, la planificación inadecuada y el exceso de personal en algunas áreas.
Necesidad de claridad
La figura del residente es poco comprensible tanto para las instituciones, la Secretaría de Salud y el residente mismo. Por ejemplo, ante ciertas circunstancias son estudiantes; en otras son parte de la institución o empleados de la Secretaría de Salud. Además, el proceso contractual del residente es ambiguo, si bien entra con una plaza asignada a una institución, la beca percibida para su formación es proporcionada por el servicio público, lo cual lo establece parcialmente como servidor público, pero la falta de carácter legal al no contar con un contrato, con plazas especificadas de acuerdo a los tiempos determinados a permanecer en las instituciones, ha dejado un sinnúmero de variables sueltas que permiten que sean las instituciones las que determinen sin rigor alguno los límites de esta.
A través del tiempo la beca proporcionada para el apoyo de la formación de residentes también ha posicionado a los residentes en un sitio de jerarquía inferior al médico con un contrato que avala sus derechos y determina sus obligaciones. La ausencia legal de la definición de la función del médico en formación de especialidad no determina claramente obligaciones o derechos, lo cual lo deja como moneda de cambio ante la demanda de atención, siendo encargado principalmente de los turnos vespertinos, de las guardias y del contacto con el paciente.
Sin embargo, el médico residente ya es médico profesional, y su labor es enjuiciable como profesional, aun estando en formación. Ante un evento inesperado el residente está sujeto a las mismas sanciones que los órganos rectores correspondientes pudieran determinar.
La formación del residente no es un derecho, es la definición de su existencia. Las instituciones deben formar personal destinado a la capacitación de médicos residentes con el fin de optimizar su función y ejercicio.
Movimiento actual: se requieren cambios
Tras seguir de cerca el movimiento de los médicos residentes de México y habiendo sido residente, y posteriormente contratado en carácter de servidor en la medicina pública, no puedo cegarme a la ausencia de la definición del residente médico. Ni estudiante ni servidor, ni contratado ni practicante.
Ser médico como en ocasiones a la institución le parece, con frases como “ponerse la camiseta”, debe ser de igual forma compensado con los beneficios correspondientes a todos los médicos de dicha institución, tanto económicamente, como con vacaciones y bonos. De no ser así el carácter de estos, el médico residente podrá negarse a realizar actividades que solo sean cubiertas para el personal contratado para tal fin y con el beneficio acorde a los riesgos específicos.
El médico psiquiatra, aparte del riesgo inherente por la población potencialmente violenta, que no es la mayoría en todas las instituciones, está sujeto a un desgaste particular al enfrentarse a fenómenos de desgaste asociados al trabajo con situaciones conductuales y emocionales diariamente, que podrían impedir su funcionamiento óptimo de no ser tratados o detectados. Por eso el riesgo debe compensarse en descanso o en otra forma.
De ser considerado estudiante, el proceso de formación sistemática es muy distinto al proceso de formación de maestría, al cual en ocasiones pretenden ser equivalentes. El médico residente no es maestro ni cuenta con el arsenal necesario en el terreno metodológico para ostentar dicho rango. Sin embargo, será especialista y para eso su formación, más allá de un derecho, es una obligación de la institución.
La residencia no es la universidad, pero tampoco es el posgrado. Ante esta ambiguedad se requiere una definición que aún, después de tantos años, no encontramos en un documento oficial. Y ante esta laguna, el exceso de trabajo de las instituciones es en gran parte cargado por el médico residente quien, obligado por su necesidad de formación (y secundario a la sobrevaluación de la actividad de la especialización medica), acepta.
Punto de vista
La residencia no es una época tranquila y llena de felicidad, es un periodo en el que las enfermedades mentales y el uso de sustancias incrementa en forma sustancias en correspondencia a los años universitarios. El ambiente competitivo de la medicina y la pobreza en las herramientas que las universidades y las instituciones encargadas de la formación del posgrado otorgan a los médicos a su cargo para la tolerancia del estrés y la prevención del síndrome de desgaste.
En comparación con otros países, los horarios de servicio del médico residente son ya en sí una diferencia significativa. Turnos de 8 horas con guardias de 12 horas son la historia común de países como Estados Unidos. El trato con respeto y la formación de docentes médicos es otra gran diferencia. Más allá de la congruencia del pago, notablemente inferior para el médico mexicano, la formación está caracterizada por una gran necesidad de inversión en formación, que puede ser solventada con una beca.
Además, el residente debe ser quien evalúe a la institución como formadora, no un examen. Y la institución debería dar explicaciones sobre esto, así las evaluaciones permitirían a las instituciones mejorar en forma clara y significativa.
En mi experiencia como residente y en su momento en trabajo directo con las autoridades, escuché frases como: "Ustedes no pueden tener un sindicato". Sin embargo, esto no es real. Es necesario formar organizaciones que permitan defender los derechos del médico residente, sin el temor de que la institución retendrá sus títulos al final y también se requiere que se tenga contacto con las universidades para dar soluciones pertinentes a las preocupaciones de este grupo médico.
Todos fuimos residentes. Todos percibimos que el sistema no te contempla.
Al observar situaciones como pagos atrasados y ausencia de beneficios, solo me queda agregar que apoyo los movimientos que dignifican al médico residente; que es obligación del médico residente enterarse de la definición de su puesto y velar por la defensa de sus derechos, y que las instituciones, más allá de considerar al residente como parte de su planta base, deben observar que uno de los principales motores de la actualización y el renombre de la institución radica en los médicos residentes.
Si los médicos residentes quieren estar en tu institución, es porque algo bueno hiciste. Pero si al final de su formación siguen orgullosos y sus expectativas fueron satisfechas, en verdad las voces de esos médicos irán por la vida haciendo que este hospital sea el mejor lugar para pasar años de su vida, integrarse al personal y, sin que se lo soliciten, "se pongan la camiseta".
Somos humanos, somos adultos, somos profesionales. Todos poseemos los mismos derechos humanos, por lo que hay que velar unos por la lucha de otros. Y sobre todo, somos los encargados de velar por la salud, y para eso, nuestra salud es lo más importante.
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Citar este artículo: Yo también fui residente - Medscape - 12 de abr de 2019.
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