La acción para combatir el cambio climático es primordial para la atención médica

Tara Haelle

Conflictos de interés

28 de enero de 2019

Sin acción adicional para resolver el cambio climático, la repercusión de las temperaturas crecientes a nivel global sobre la salud humana conducirán a "incrementos sustanciales en morbilidad y mortalidad", de acuerdo con un análisis de evidencia actual publicado en New England Journal of Medicine.[1]

"El hecho de que el calentamiento será irregular, creando diferentes riesgos en diferentes ubicaciones, tiene particular importancia en el control de los riesgos para la salud asociados", escriben el Dr. Andy Haines, de la London School of Hygiene and Tropical Medicine, en Londres, Reino Unido, y Kristie Ebi, Ph. D., de la University of Washington, en Seattle, Estados Unidos.

Además de enfermedades que son resultado del calor y la calidad deficiente del aire, la evidencia indica que una disminución de la calidad y la seguridad de los alimentos será causa de más subnutrición, y en algunos lugares aumentará la prevalencia de enfermedades transmitidas por vectores, advierten el Dr. Haines y Ebi.

"Casi dos tercios de los efectos mundiales de cambios en las temperaturas atmosféricas y cercanas a la superficie de los océanos durante el periodo de 1971 - 2010 se atribuyeron a cambios antropogénicos en el clima", afirman después de analizar los datos sobre el incremento de la temperatura global promedio y las concentraciones de bióxido de carbono en la atmósfera. "Según algunas proyecciones en varias regiones, hacia finales del siglo, el día más frío en la estación de verano puede ser más tibio que el día más caliente de hoy.

También señalan una serie de eventos meteorológicos y climáticos extremos, desde ondas de calor hasta incendios forestales, que han sido resultado del calentamiento del planeta, cada uno de los cuales contribuye con sus propios riesgos a la salud humana.

"Incendios incontrolables pueden incrementar los niveles diarios de contaminación del aire en un factor de hasta 10, con efectos adversos sobre la salud, incluido un incremento en las enfermedades respiratorias", escriben.

Un editorial adjunto hace eco de sus inquietudes.[2] "La destrucción de nuestro sistema climático, que alguna vez tuvo interés teórico, ahora está ocurriendo a plena vista, con una carga humana creciente, desencadenada por tormentas poderosas, inundaciones, sequías, incendios incontrolables y cada vez más enfermedades transmitidas por insectos", escriben la Dra. Caren G. Solomon, editora delegada de New England Journal of Medicine, y la Dra. Regina C. LaRocque, del Massachusetts General Hospital, en Boston, Estados Unidos.

"Estrés psicológico, inestabilidad política, migración forzada y conflicto son otras consecuencias inquietantes", continúan.

"Esos efectos de la destrucción climática son fundamentalmente problemas de salud, pues plantean riesgos existenciales para todos nosotros".

Aunque los riesgos específicos que describen están bien establecidos a través de más de dos décadas de investigación (si bien a menudo fragmentada) sobre los efectos del cambio climático en la salud humana, el Dr. Haines y Ebi sintetizan estos datos en un solo documento que enfatiza la urgencia del problema y qué se necesita que ocurra para resolverlo.

Riesgos establecidos y emergentes para la salud humana

Los efectos existentes y previstos de ondas de calor más frecuentes, calidad del aire más deficiente, aumento de inundaciones por tormentas y elevación del nivel del mar, cambios en la epidemiología de enfermedades transmitidas por vectores e incremento de la pobreza, se han estudiado ampliamente. Sin embargo, a medida que se despliega la calamidad climática, los investigadores han comenzado a identificar amenazas adicionales para la salud humana que previamente no se reconocían o que hasta hace poco se subestimaban.

"Se reconocen cada vez más los efectos del cambio climático sobre la salud mental; por ejemplo, la exposición a inundaciones y otros eventos extremos aumentan el riesgo de depresión y ansiedad, que pueden afectar en grado desproporcionado a personas con problemas de salud mental preexistentes", escriben el Dr. Haines y Ebi. "Evidencia creciente también indica que el aumento de las concentraciones de bióxido de carbono tiene efectos adversos sobre la calidad nutricional de cultivos de cereales importantes, como arroz y trigo, lo que incluye disminución de los niveles de proteína, una serie de micronutrimentos y vitaminas del grupo B".

Los efectos nutricionales de cultivos más deficientes y la reducción en la cosecha de vegetales y legumbres representan una amenaza para la prevención y el tratamiento de enfermedades no transmisibles, lo cual puede contribuir a los incrementos estimados en la mortalidad.

"La Organización Mundial de la Salud señaló que cerca de 250.000 muertes anuales entre 2030 y 2050 podrían deberse a incrementos en la exposición al calor relacionados con el cambio climático en personas de edad avanzada, así como aumentos en enfermedades diarreicas, malaria, dengue, inundaciones costeras y retraso del crecimiento infantil", señalan los autores.

Esta estimación conservadora no incluye más de medio millón de muertes que se esperan por la reducción de la disponibilidad de alimento hacia el año 2050.

La distribución y la magnitud de estos efectos variarán de acuerdo con cuán adecuadamente se puedan preparar individuos, poblaciones y sistemas de salud para el incremento de los riesgos sanitarios y su control. Entre los factores importantes están los geográficos, los cambios en ecosistemas, la calidad existente del aire y el agua, las prácticas y políticas agrícolas y de ganadería, los sistemas de alerta existentes y posición socioeconómica, salud, estado nutricional y acceso a atención médica eficaz de los individuos.

Existen soluciones

Pese a la fatalidad y el pesimismo basados en evidencia del artículo del Dr. Haines y Ebi, abordan lo que debe ocurrir para contrarrestar la incapacidad inevitable de los seres humanos para adaptarse a muchos cambios que vendrán; y cómo acciones de política pueden comenzar a cosechar beneficios ahora mismo.

Cambiar los hábitos alimenticios alejándose de dietas basadas en animales y adoptando las basadas en vegetales, por ejemplo, puede incrementar simultáneamente la sustentabilidad ambiental y de la salud. Reducir la dependencia en alimentos derivados de animales puede liberar recursos de tierra y agua, reducir las emisiones de efecto invernadero hasta 30%, y disminuir la mortalidad por todas las causas a través de un aumento del consumo de frutas y verduras, acciones que reducen el riesgo de enfermedad cardiovascular, accidente cerebrovascular y varios cánceres.

"Aumentar las caminatas y el ciclismo, así como utilizar el transporte público y vehículos con baja emisión, pueden reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y mejorar la salud al disminuir el riesgo de enfermedades no transmisibles a través de una menor contaminación del aire y mayor actividad física, evitando potencialmente costos al sistema sanitario", escriben los autores.

Algunas estrategias de atenuación no están exentas de riesgos, señalan el Dr. Haines y Ebi. Alejarse de alimentos derivados de animales podría incrementar los precios de los alimentos para las personas de escasos recursos y amenazar el acceso a fuentes de proteína. El uso de combustible diésel para reducir las emisiones de efecto invernadero puede dañar la salud a través de un aumento de la contaminación.

"Deben desarrollarse normativas tomando en cuenta y minimizando estos potenciales efectos perjudiciales", escriben. Tal enfoque matizado tiene particular importancia para reformar políticas relacionadas con combustibles fósiles, cuyos subsidios protegen a las sociedades del costo económico completo, incluidos los efectos en la salud, de depender de ellos, señalan los autores.

Aunque puede ser contrario a lo esperado que los médicos desempeñan un papel en las políticas sobre energía, la Dra. Solomon y la Dra. LaRocque aducen lo contrario en su editorial.

"Como médicos tenemos especial responsabilidad para salvaguardar la salud y aliviar el sufrimiento. Trabajar para reducir rápidamente las emisiones de gases de efecto invernadero es esencial para nuestra misión curativa", escriben. "Abordar este reto puede percibirse como algo abrumador, pero los médicos están bien posicionados y, consideramos, moralmente ligados a asumir un papel directivo para hacer frente al cambio climático con la urgencia que exige".

Sin embargo, no subestiman la enormidad de tal imperativo en vista de los incentivos económicos de la industria de combustible fósil y la negación e inercia del gobierno federal.

"Por tanto, modificar nuestras instituciones y sociedad requerirá esfuerzos concertados, organizados y enérgicos", comenzando con la reforma del sistema de asistencia sanitaria en Estados Unidos, responsable de una décima parte de las emisiones de efecto invernadero en este país. "Los profesionales de la salud tienen una obligación ética para insistir en una transformación de la forma en que operan nuestros hospitales y clínicas".

La Dra. Solomon y la Dra. LaRocque destacan las iniciativas de Kaiser Permanente, Partners HealthCare y Boston Medical Center para avanzar hacia la neutralidad en carbono y el éxito de Gundersen Health System en utilizar energía eólica, energía solar y un metano de vertedero local para lograr la independencia energética. También hacen un llamado a los médicos para que aleccionen a otros sobre los "vínculos entre la degradación ambiental y problemas tangibles, como la contaminación del aire, enfermedades transmitidas por insectos e insolación".

Aunque reconocen el temor que sienten en torno a la crisis climática y sus implicaciones para la salud humana y generaciones futuras, la Dra. Solomon y la Dra. LaRocque manifiestan que optan por enfocar sus esfuerzos "en áreas donde nuestras voces son más poderosas, por ejemplo, trabajando con estudiantes de medicina en torno a la acción climática, respaldando el movimiento universitario por la desinversión en combustibles fósiles, uniendo fuerzas con profesionales de la salud afines y hablando con nuestros legisladores".

También resaltan el llamado del Dr. Haines y Ebi para renovar sistemas relacionados con desenlaces de salud vulnerables al cambio climático, la mayor parte de los cuales no fueron concebidos para tomar en cuenta los efectos del calentamiento global.

"Algunos ejemplos son la necesidad de mejorar la vigilancia, cambiar los horarios y ubicación de medidas para el control de vectores específicos, y adaptar códigos de construcción y ubicaciones de edificios (incluidas las ubicaciones de algunos centros de asistencia sanitaria) para abordar las temperaturas crecientes y el riesgo de inundación", escriben el Dr. Haines y Ebi.

Cualquier enfoque para controlar estos riesgos debe ser tan flexible que se adapte a medida que evolucionan los riesgos para la salud, añaden. Tal estrategia también significa confrontar la realidad de que los retos relacionados con el clima superarán la capacidad de los seres humanos para adaptarse en algunas situaciones, como el calor extremo y el aumento del nivel del mar.

Aunque las acciones necesarias van más allá del sector salud, los profesionales sanitarios "pueden apoyar a los sistemas de salud para el desarrollo de adaptación eficaz que reduzca los riesgos del cambio climático para la salud, promover conductas y políticas saludables con escaso impacto ambiental, respaldar acciones intersectoriales para reducir el impacto ambiental de la sociedad en general y en el sistema de asistencia sanitaria en concreto, y realizar investigación y educación sobre el cambio climático y la salud".

En su comentario editorial, la Dra. Solomon y la Dra. LaRocque concluyen con un llamado al imperativo moral que han planteado: "Cuando la próxima generación nos pregunte, qué hicimos respecto al cambio climático, queremos tener una respuesta satisfactoria".

No se señaló financiación externa. El Dr. Haines, Ebi y la Dra. LaRocque han declarado no tener ningún conflicto de interés económico pertinente. La Dra. Solomon es editora delegada de New England Journal of Medicine.

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