
Dr. José Gotés Palazuelos
Introducción
La hipertensión arterial es uno de los problemas de salud pública más importantes del mundo; se estima que en el año 2015, alrededor de 874 millones de adultos presentaron una presión arterial sistólica mayor a 140 mm Hg. Además, la prevalencia de hipertensión ha ido incrementando de forma progresiva desde la década de los 90. Asimismo, la hipertensión arterial sistémica es uno de los factores de riesgo más importantes para el aumento de eventos cardiovasculares mortales, como infarto agudo de miocardio, evento vascular cerebral (isquémico y hemorrágico), y lesión renal, entre otros. Por tanto, el manejo de la hipertensión arterial constituye un elemento básico para la reducción en el riesgo de episodios cardiovasculares y otros. El abordaje terapéutico de la hipertensión se basa en la instauración de medidas farmacológicas y no farmacológicas.
La terapia nutricional, la actividad física, la suspensión del tabaco, y el consumo moderado de alcohol, son algunas de las estrategias que deben tomarse en cuenta en el tratamiento de un paciente con hipertensión arterial sistémica. En este sentido, la búsqueda de una alimentación sana, la restricción de la ingesta de sodio y la pérdida de peso (con caída de grasa corporal) son componentes indispensables de la terapéutica. En el sujeto con hipertensión esencial, el riñón excreta una menor cantidad de sodio urinario, lo que aumenta el líquido intravascular y el gasto cardiaco, y con ello, la presión arterial. La restricción alimentaria de sodio reduce la cantidad de sodio que el riñón debe excretar. Asimismo, la menor cantidad de sodio mejora la vasodilatación periférica y la capacitancia de vasos grandes como la aorta, lo que en conjunto reduce la presión arterial. La pérdida de peso disminuye la retención renal de sodio y la activación del sistema renina-angiotensina-aldosterona, produciendo una caída tensional. La adherencia a un plan de alimentación saludable como la dieta DASH (Dietary Approaches to Stop Hypertension) o la dieta mediterránea, ha mostrado beneficios en la disminución de la presión arterial. En el caso de la dieta DASH, se encontró que a las 8 semanas de uso, en comparación con una alimentación estándar, se redujo en promedio la presión sistólica 7,2 mm Hg, y 2,8 mm Hg la diastólica. Aunado a ello, la combinación de esta alimentación con la restricción importante de sodio (menor de 2,3 g/día) produjo una reducción incremental de la presión arterial. Efectos similares han sido observados en individuos que comienzan con una alimentación tipo mediterráneo. En consecuencia, el paciente con hipertensión arterial debe recibir recomendaciones nutricionales para favorecer la caída de la presión arterial y reducir el riesgo cardiovascular.
Consejos de la terapia nutricional

Lic. Nutr. Mariana Galindo Guzmán
Para un paciente con hipertensión arterial sistémica existe una serie de recomendaciones de estilo de vida que en conjunto tienen un efecto positivo en el nivel de presión arterial (figura 1).[1] Durante la consulta debemos asignar un tiempo para platicar de cada una de ellas, y crear las estrategias adecuadas para implementarlas en el día a día, junto con el paciente. En este artículo nos enfocaremos principalmente en los cambios a nivel dietético.

Figura 1. Cambio de hábitos para el paciente con hipertensión arterial
Uno de los principales esquemas nutricionales que ha tenido resultados positivos en la prevención y tratamiento de la hipertensión arterial es la dieta DASH, específicamente aquel restrictivo en sodio, que consiste en lo siguiente:[2,3]
Consumo de 5 o más porciones de frutas y verduras al día.
Consumo de 2 - 3 porciones de lácteos bajos en grasa al día.
Incluir 3 veces por semana consumo de leguminosas, cereales de grano entero, nueces y semillas.
≤ 1.500 mg de sodio al día.
Consumo de carnes magras (pechuga de pollo sin piel, pescados blancos, salmón, atún, filete de res).
Reducir la ingesta de bebidas azucaradas, bollería industrializada, dulces, carnes con alto contenido de grasa saturada, alimentos fritos.
Evitar alimentos que contengan grasas trans (revisar etiqueta nutrimental).
De manera práctica, algunas recomendaciones para disminuir el consumo de sodio en la dieta y lograr la restricción señalada anteriormente son: evitar alimentos enlatados y embutidos, evitar condimentos tipo Knorr, salsa de soya, salsa Maggi, salsa inglesa, salsa de tomate procesada, carnes ahumadas, sopas procesadas (aquellas listas para preparar), galletas saladas, comida chatarra y comida rápida. Otra estrategia básica es quitar el salero de la mesa y sustituir la sal de la preparación de los alimentos por hierbas y especias como pimienta, comino, menta, cilantro, finas hierbas, ajo y cebolla naturales (no en polvo) para dar sabor a los alimentos.
Además, está comprobado que la deficiencia de potasio en la dieta puede elevar la presión arterial, por lo que es recomendable el consumo de alimentos altos en potasio diariamente, para estos pacientes.[4,5] En la tabla 1 encontraremos una lista de las frutas y verduras con mayor contenido de potasio; se recomienda incluir la mayor variedad posible de ellas en la dieta.
Es importante mencionar que la suplementación con aceite de pescado en altas dosis (3,7 g/día) puede ayudar a disminuir la presión arterial (2,1/1,6 mm Hg), más no está estudiada la seguridad de su consumo a largo plazo, por lo que no es una recomendación adecuada riesgo-beneficio.[6] El consumo de pescados grasos como el salmón y el atún puede tener efectos positivos en la presión arterial, sin los riesgos que implica la suplementación.[7]
Por último, para el cálculo del gasto energético basal y total y la distribución de macronutrimentos, debemos seguir las pautas descritas en artículos anteriores.
Tabla 1. Verduras y frutas ricas en potasio[8]
Alimento | Porción | Cantidad de potasio (mg) |
---|---|---|
Acelga cruda | 2 tazas | 749,8 |
Apio | 1 ½ tazas | 350,6 |
Arúgula | ||
Brócoli cocido | ½ taza | 268,9 |
Calabaza cocida | ½ taza | 253 |
Champiñón cocido | 1 taza | 308,9 |
Cilantro picado crudo | 2 tazas | 625,2 |
Espinaca cruda picada | 2 tazas | 669,6 |
Jitomate saladet | 2 piezas | 292,7 |
Nopal cocido | 1 taza | 291 |
Quelite crudo | 80 g | 400,8 |
Verdolaga cruda | 2 tazas | 948,5 |
Chabacano | 4 piezas | 373,2 |
Ciruela criolla roja o amarilla | 3 piezas | 273,6 |
Durazno amarillo | 2 piezas | 301 |
Fresa entera | 17 piezas | 312,1 |
Gajos de naranja | 1 taza | 271,5 |
Guayaba | 3 piezas | 252,7 |
Kiwi | 1 ½ piezas | 376,4 |
Melón | 1/3 de pieza | 553,4 |
Papaya picada | 1 taza | 359,8 |
Tuna | 2 piezas | 302,5 |
Zarzamora | 1 taza | 282,2 |
Conclusiones
Agregar la terapia nutricional al manejo de la hipertensión forma parte del arsenal para lograr un control adecuado en el paciente. El plan de alimentación fomenta un modo de vida saludable y enfatiza una adecuada nutrición, enfocada en la reducción del consumo de sal y grasas, y mantenimiento de un peso adecuado con una dieta balanceada.
El Dr. José Gotés Palazuelos es médico adscrito a la Dirección Médica del Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición “Dr. Salvador Zubirán”. La Lic. Nutr. Mariana Galindo Guzmán labora en el consultorio 817, de Médica Sur, en la Ciudad de México, México.
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Citar este artículo: Consejos nutricionales para pacientes con hipertensión arterial - Medscape - 17 de dic de 2018.
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