Estudio internacional confirma que no existe un nivel seguro para beber alcohol

Matías A. Loewy, con colaboración de Tesy De Biase

31 de agosto de 2018

BUENOS AIRES, ARG. No son datos para descorchar champán, ni brindar. Aproximadamente una de cada tres personas mayores de 15 años es bebedora actual de alcohol, y ese hábito causa 2,8 millones de muertes al año en todo el mundo, según la mayor base de evidencia científica global, publicada el 23 de agosto en The Lancet.[1]

Para los investigadores no existe un nivel seguro de consumo de bebidas alcohólicas.

Las conclusiones son alarmantes, el consumo de alcohol fue, a nivel mundial, y durante el año 2016, el séptimo factor de riesgo para muertes y años de vida ajustados por discapacidad, representando 2,2% (IC 95%: 1,5 - 3,0) de las muertes en mujeres, y 6,8% (IC 95%: 5,8 - 8,0) de las muertes en hombres.

En la población de 15 a 49 años, el alcohol se convirtió en el principal factor de riesgo. Se le puede atribuir 3,8% (IC 95%: 3,2 - 4,3) de las muertes en mujeres, y 12,2% (IC 95%: 10,8 - 13,6) de las muertes en hombres. Las tres principales causas de muerte atribuibles en este grupo de edad fueron tuberculosis, accidentes de tránsito, y daño autoinfligido.

En los mayores de 50 años de edad, las muertes por cáncer representan 27,1% (IC 95%: 21,2 - 33,3) de los decesos en mujeres, y 18,9% (IC 95%: 15,3 - 22,6) de los fallecimientos en hombres, que pueden ser atribuidos al alcohol.

Sin embargo, el escenario epidemiológico cambia según el índice sociodemográfico, una medida del desarrollo global. En países con un índice sociodemográfico alto, el cáncer aporta la mayor carga de enfermedad atribuible en ambos géneros; en aquellos que se encuentran en los quintiles más bajos, ese lugar es ocupado por la tuberculosis, seguida de la cirrosis, y otras enfermedades hepáticas crónicas.

El estudio, que no hizo distinción entre cerveza, vino, y otras bebidas alcohólicas, y fue firmado por casi 500 autores que participan del Global Burden of Diseases Study 2016, recopiló información de 195 países.

Max Griswold

En diálogo con Medscape en Español, Max Griswold, maestro en economía, uno de los autores principales, investigador del Institute for Health Metrics and Evaluation, de la University of Washington, en Seattle, Estados Unidos, se mostró sorprendido de los índices de consumo de algunos países de Latinoamérica.

"Los argentinos presentaron el mayor índice de prevalencia de consumo de alcohol de Sudamérica, con una tasa de bebedores que alcanzó a 94% de los hombres, y a 90% de las mujeres. También me asombraron los altos niveles de consumo entre los hombres en Venezuela y Colombia, aunque la prevalencia de consumo es mucho menor en esos países, en comparación con el resto del continente; entre los que beben, tienen algunos de los niveles más altos, por ejemplo, aproximadamente 3,5 bebidas por día en los venezolanos", señaló Griswold.

La investigación tomó en cuenta estimados del uso de alcohol, muertes, y años de vida ajustados por discapacidad, atribuibles al alcohol en ambos géneros, y en cinco grupos de edades comprendidos entre 15 y 95 años, o más. Se incluyeron datos de 694 fuentes con información sobre consumo, así como los resultados de 592 estudios que previamente habían evaluado la relación entre el alcohol y los problemas de salud, entre 1990 y 2016.

De acuerdo con los autores del ambicioso estudio multicéntrico internacional, el consumo de alcohol es un factor de riesgo principal para la carga de morbilidad, contribuyendo a la muerte y discapacidad a nivel mundial, debido a su asociación con múltiples problemas de salud:

  • Enfermedades cardiovasculares: Fibrilación y aleteo auricular, accidente cerebrovascular hemorrágico, accidente cerebrovascular isquémico, enfermedad cardiaca hipertensiva, cardiopatía isquémica, y miocardiopatía alcohólica.

  • Cánceres: Mama, colorrectal, esófago, laringe, labio y cavidad oral, hígado, y cavidades nasal y bucal.

  • Otras enfermedades no transmisibles: Cirrosis hepática debida al consumo de alcohol, diabetes, epilepsia, pancreatitis, y trastornos por consumo de alcohol.

  • Enfermedades transmisibles: Infecciones respiratorias de las vías bajas, y tuberculosis.

  • Lesiones intencionales: Violencia interpersonal, y daño autoinfligido.

  • Lesiones involuntarias: Exposición a fuerzas mecánicas, intoxicaciones, incendios, calor y sustancias calientes, ahogamiento, y otras lesiones involuntarias.

  • Lesiones relacionadas con el transporte.

Al realizar un metanálisis y revisión sistemática del uso de alcohol, y 23 desenlaces de salud, que luego usaron para estimar nuevas curvas de dosis-respuesta de riesgos relativos, los investigadores determinaron que "el riesgo de mortalidad por todas las causas, y de cánceres específicamente, aumenta con niveles crecientes de consumo, y el nivel de consumo que minimiza la pérdida de salud, es cero".

"Ahora entendemos que el alcohol es una de las principales causas de muerte en el mundo.[2] Tenemos que actuar con urgencia para evitar estos millones de muertes", afirmó el Dr. Richard Horton, editor en jefe de The Lancet.

El mito de la copa saludable

El consumo del alcohol con fines terapéuticos parece ser tan antiguo como el mismo alcohol, aunque también se reconoció desde tiempos remotos el riesgo de su abuso. En el siglo IV a. C., un médico ateniense escribió: "Los dioses revelaron el vino a los mortales para que sea la mayor bendición de aquellos que lo usan correctamente, y lo contrario para quienes no regulan su uso".

Los nuevos resultados están en conflicto con la creencia extendida de que consumir hasta dos vasos por día no es inocuo, sino que también sería beneficioso para la salud cardiovascular.

"La visión generalizada de los beneficios para la salud del alcohol necesita ser revisada, particularmente a medida que los métodos y análisis mejorados continúen mostrando cuánto contribuye el consumo de alcohol a la muerte y la discapacidad, a nivel mundial", alertaron los investigadores.

Los patrones de consumo tienen particularidades en los distintos países y, a fin de unificar criterios, los autores pautaron el consumo promedio referido a una "bebida estándar", definido como 10 g de alcohol puro consumido por una persona al día, que aproximadamente equivale a un vaso de 100 ml de vino tinto, o una lata de cerveza de 375 ml, o 30 ml de bebida blanca, como whisky.

Los autores encontraron solo un efecto protector del alcohol sobre la cardiopatía isquémica y posibles efectos protectores para la diabetes y el accidente cerebrovascular isquémico, aunque en estos últimos dos casos no se alcanzó significancia estadística. El riesgo de desarrollar otros problemas de salud aumentó con la cantidad de bebidas alcohólicas consumidas cada día.

Específicamente, el riesgo de desarrollar uno de 23 problemas de salud relacionados con el alcohol fue 0,5% mayor entre quienes consumen una bebida estándar por día, respecto de los abstemios. En otras palabras, 914 de cada 100.000 personas de 15 - 95 años desarrollarían una condición en un año si no bebieran, pero en el mismo lapso, 918 personas en 100.000, que tomen una bebida al día, desarrollarían un problema de salud relacionado con el alcohol.

El riesgo aumentó a 7% en personas que ingerían dos bebidas estándar al día y 37% en quienes subieron esa frecuencia a cinco.

Según los investigadores, el nivel de consumo de alcohol que minimiza el daño, es nulo. "El mito de que beber uno o dos tragos al día es bueno, es solo eso, un mito, que este estudio destruye", destacó Emmanuela Gakidou, Ph. D., otra autora principal del estudio, colega de Griswold en el Institute for Health Metrics and Evaluation, de la University of Washington, en Washington, Estados Unidos.

En un comentario en la misma edición de The Lancet, Robyn Burton, Ph. D., del Institute of Psychiatry, Psychology & Neuroscience, en el King’s College London, en Londres, Reino Unido y, el Dr. Nick Sheron, hepatólogo clínico de la University of Southampton, en Southampton, Reino Unido, señalaron que las conclusiones del estudio son "claras y sin ambigüedades".[3]

"El alcohol es un tema colosal de salud global y las pequeñas reducciones en problemas de salud a bajos niveles de alcohol, son contrarrestadas por el riesgo aumentado de otros daños, incluyendo cáncer", escriben los comentaristas.

En su cuenta oficial de Twitter, la Red de Atención a las Adicciones (UNAD) de España retuiteó el estudio y sentenció: "¿Cuántos datos y estudios más se necesitan para demostrar una idea tan simple? El único nivel recomendable de consumo de #alcohol es CERO".

Argentina y Brasil, en problemas

La situación en Argentina aparece como particularmente preocupante en la región. Los hombres comparten con los alemanes el tercer lugar de la clasificación global de prevalencia de consumo actual, con 94,3%, solo por detrás de los daneses (97,1%), y los noruegos (94,3%). Las mujeres, en tanto, aparecen en cuarto lugar, con 89,9%, solo superadas por las danesas (95,3%), las noruegas (91,4%), y las alemanas (90%).

Ningún otro país de Iberoamérica entra en "los primeros 10" en ambas categorías, aunque Paraguay, Chile, Perú, y Colombia, también superan 80% en hombres, y Chile y Perú ingresan en el rango de 60% a 79,9% en mujeres. A modo de comparación, en Brasil las prevalencias de consumo en hombres y mujeres resultaron ser de 71%, y 42%, respectivamente.

De cualquier forma, la carga de enfermedad atribuible al alcohol no necesariamente se correlaciona de manera lineal con la proporción de bebedores en una población. En Brasil, las prevalencias de consumo en hombres y mujeres resultaron ser de 71%, y 42%, respectivamente. Sin embargo, ese país encabeza en la región (en hombres) los años de vida ajustados por discapacidad, relacionados con la ingesta de alcohol, por encima de Venezuela, Colombia, Uruguay, Argentina, y Perú.

Dr. Bruce B.Duncan

"Es importante cambiar los hábitos de bebida, porque quienes ingieren alcohol se exceden con frecuencia", señaló a Medscape en Español otro colaborador del estudio, el Dr. Bruce Bartholow Duncan, del programa de Pós-Graduação em Epidemiologia, de la Universidade Federal do Rio Grande do Sul, en Puerto Alegre, Brasil.

"En Brasil tenemos un gran problema con la violencia y los accidentes de tránsito, ambos muy vinculados al consumo perjudicial de alcohol. Por otra parte, muchas muertes por enfermedades crónicas podrían ser evitadas si se redujera o eliminara, el consumo", añadió.

Asimismo, se calculó que en Argentina las muertes anuales atribuibles al alcohol suman 4.700 en mujeres y 7.700 en hombres. Un estudio reciente también había determinado que en el país, beber alcohol previene por año 1424 muertes por enfermedades cardiacas coronarias, pero causa 935 por accidente cerebrovascular.[4]

Dr. Pascual Valdez

"En Argentina, el principal motivo de consultas por problemas vinculados a las sustancias, es el alcohol. El porcentaje global de consumo de alcohol ha aumentado en los últimos años, y Argentina es el primer país consumidor de alcohol en América Latina, con 9 litros de alcohol puro por habitante por año", señaló a Medscape en Español el Dr. Pascual Valdez, médico de la Terapia Intensiva del Hospital Velez Sársfield de Buenos Aires, Argentina, y presidente de la Sociedad Argentina de Medicina (SAM), así como uno de los colaboradores del estudio en The Lancet.

A fines del año pasado, la Sociedad Argentina de Medicina, y otras cinco sociedades médicas del país, firmaron una declaración conjunta en la que alertaron que "las consecuencias socioeconómicas del consumo ocasionan costos al estado, para prevenir la violencia relacionada con el alcohol, la asistencia sanitaria de quienes sufren los trastornos agudos y crónicos, y el déficit económico de las empresas, para recuperar la productividad perdida".

"El alcohol es un producto básico que puede resultar adictivo y perjudicial para la salud, y no debe considerarse como un artículo de consumo ordinario, o de necesidad", sostuvo el documento.[5]

Estrategias preventivas

Frente al alarmante mapa internacional del consumo de alcohol y sus consecuencias, los autores proponen aplicar distintas estrategias, según las características de cada país, y los niveles de actuación.

En diálogo con Medscape en Español, Griswold recordó el conjunto de recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud, basadas en evidencia sustancial.[6] El gobierno debe limitar los anuncios de alcohol, gravar el producto, y restringir  las horas de venta. Algunos países ya están aplicando este tipo de políticas, como Escocia, con precios unitarios mínimos, pero muchos países más deberían considerar estas acciones.

Por su parte, Gakidou advirtió: "El alcohol plantea graves ramificaciones para la salud de la población en el futuro, en ausencia de una acción política en la actualidad. Nuestros resultados indican que el consumo de alcohol, y sus efectos nocivos para la salud, podrían convertirse en un desafío creciente a medida que los países se desarrollen más, y la promulgación o el mantenimiento de políticas fuertes de control del alcohol serán vitales".

Los médicos también tienen un lugar privilegiado para contribuir a revertir las cifras.

Griswold sintetizó: "El mensaje es bastante simple: ‘Bebe menos’. Los médicos deben adaptar este mensaje según el riesgo individual. También espero que los legisladores sean más conservadores en sus recomendaciones para un consumo seguro. Si pudiéramos convencer a todos a beber, como máximo, una bebida al día, podríamos pasar de 2,8 millones de muertes al año, a 120.000 muertes. Eso sería increíble, y mejoraría sustancialmente muchas vidas".

Para el Dr. Valdez, "en primer lugar deberíamos cambiar el lenguaje, ya que sería más prudente hablar de consumo problemático, para dar la pauta de lo que es, una situación difícil de delimitar, con bordes transparentes, y que además constituye un problema social con múltiples dimensiones, que los médicos debemos abordar, en conjunto con profesionales de otras disciplinas".

El médico argentino también sugirió recordar que el alcohol se considera una droga psicoactiva, lo mismo que la marihuana, y la cocaína, pero que es tan cotidiana en la vida de las personas, que se invisibiliza como tal.

El Dr. Valdez consideró que el gravamen o el aumento de los impuestos sobre el alcohol, "parece ser una de las medidas más costo-eficaces para reducir los efectos perjudiciales en regiones como Latinoamérica, que presenta altas tasas de consumo episódico excesivo, con relación al resto de medidas, como las educativas, las intervenciones dirigidas a reducir el consumo episódico excesivo de alcohol, o las intervenciones breves individuales".

En un trabajo que elaboró junto a dos colegas, la Dra. Silvia Cortese, de la Asociación Toxicológica Argentina, y la Dra. Alejandra Sánchez Cabezas, presidenta del Consejo de Salud Comunitaria de la Sociedad Argentina de Medicina, el Dr. Valdez calculó que ahorrar un año de vida (teniendo en cuenta una ecuación que incorpora la discapacidad) tiene un costo de 3870 dólares estadounidenses, aplicando políticas educativas individuales del tipo "intervención breve", mientras que la aplicación de políticas de aumentos de impuestos se calcula en aproximadamente  277 dólares estadounidenses al año. "Esto no implica dejar de lado otras medidas de intervención, pero estamos estableciendo una comparación de costos", puntualizó.

En su comentario, Burton y el Dr. Sheron también enumeraron propuestas de soluciones que, a su criterio, son sencillas: "Los medios más efectivos y costo-efectivos para reducir los daños relacionados con el alcohol consisten en reducir la asequibilidad mediante impuestos o regulación de precios, incluido el establecimiento de un precio mínimo por unidad, seguido de cerca por la regulación de comercialización, y restricciones en la disponibilidad física de alcohol". Y agregaron que esas medidas no deberían causar sorpresa, dado que las mismas estrategias mostraron funcionar para el tabaco, y existe un creciente cuerpo de evidencia respecto de que podrían ser necesarias para controlar la obesidad.

El estudio fue financiado por la Bill & Melinda Gates Foundation. Griswold, Gakidou, el Dr. Horton, Burton, el Dr. Sheron, y el Dr. Valdez, han declarado no tener conflictos de interés económico pertinentes. 

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