WASHINGTON, EUA.El primer estudio comparativo aleatorizado para evaluar la conveniencia del ejercicio moderado, como andar de prisa, en pacientes con miocardiopatía hipertrófica, confirma que este tipo de práctica puede mejorar el estado físico y la capacidad cardiovascular.[1] No hubo eventos adversos, pero el estudio no estaba diseñado para determinar la seguridad a largo plazo, puntualizan los investigadores.
En concreto, el estudio (RESET-HCM) Randomized Exploratory Study of Exercise Training in Hypertrophic Cardiomyopathy , que incluyó a 136 pacientes con miocardiopatía hipertrófica hereditaria que realizaron un programa de entrenamiento mediante ejercicio de intensidad moderada estructurado no supervisada, encontró un aumento pequeño pero estadísticamente significativo, de la capacidad de ejercicio, en comparación con los controles que mantuvieron sus hábitos de ejercicio habituales.
El ejercicio regular moderado no causó arritmias ventriculares, muerte súbita cardiaca ni descarga justificada del desfibrilador, y no se reportó ningún deceso con su práctica.
La Dra. Sara Saberi, de la Universidad de Michigan,en Ann Arbor, Estados Unidos, presentó los resultados en el congreso del American College of Cardiology (ACC) 2017, y publicados simultáneamente en versión electrónica en Journal of the American Medical Association.

Dra. Sara Saberi
Este estudio "apoya la práctica de andar de prisa sin supervisión, 4 a 7 días a la semana durante 30 minutos como mínimo, como intervención dirigida para los pacientes con miocardiopatía hipertrófica", explican los investigadores.
La Dra. Saberi declaró a Medscape que "no intentamos entrenar a los pacientes para los Juegos Olímpicos, solo hablamos de ejercicio habitual" para controlar el peso, regular la diabetes, la hipertensión, y la cardiopatía isquémica, así como evitar la apnea del sueño, puesto que los pacientes con miocardiopatía hipertrófica no son inmunes a estas consecuencias perjudiciales derivadas de un estilo de vida sedentario.
"En la consulta animo a mis pacientes a realizar ejercicio de manera habitual. La gente tiene miedo por lo que ha escuchado sobre la muerte súbita cardiaca en deportistas jóvenes, un temor comprensible que este estudio debería eliminar", señaló la investigadora.
El Dr. Martin S. Maron, del Tufts Medical Center, de Boston, Estados Unidos, uno de los moderadores de la sesión, comentó a Medscape: "Considero que es necesario convencer a los pacientes de que el ejercicio moderado es seguro, y de ninguna manera es perjudicial para su corazón", como demuestra este estudio".
Estos hallazgos "suponen un primer paso que permite utilizar los datos de los estudios clínicos para guiar las recomendaciones de ejercicio para los pacientes con miocardiopatía hipertrófica", comentan la Dra. Anjali T. Owens y el Dr. Thomas P. Cappola, de la University of Pennsylvania School of Medicine, de Filadelfia, Estados Unidos, en un editorial adjunto.[2] La "prescripción de ejercicio es sencilla, efectiva y fácil de aplicar en la práctica clínica".
Pacientes temerosos, médicos conservadores
Muchos médicos que atienden a individuos con miocardiopatía hipertrófica restringen la actividad física a sus pacientes, mostrándose conservadores en este aspecto. La mayoría de los pacientes tiene temor de realizar el más mínimo ejercicio, ya que no se habían realizado estudios clínicos aleatorizados para ayudar a tomar decisiones terapéuticas fundamentadas.
Debido a esto, la Dra. Saberi y sus colaboradores intentaron determinar si el entrenamiento aeróbico de intensidad moderada puede mejorar la capacidad de ejercicio en los pacientes con miocardiopatía hipertrófica sin causarles ningún daño.
Entre 2010 y 2015 asignaron al azar a 136 pacientes adultos con miocardiopatía hipertrófica hacia la práctica de ejercicio habitual, o a un programa de ejercicio estructurado. Los límites de edad de los pacientes fueron 18 a 80 años, con una media de edad de 50, y 42% era del género femenino.
Muchos pacientes presentaban alto riesgo de sufrir un evento adverso: 17% tenía miocardiopatía hipertrófica obstructiva, 34% un desfibrilador cardioversor implantable, y 4% tenía un antecedente de taquicardia ventricular sostenida o de muerte súbita cardiaca revertida.
Se realizaron análisis genéticos a todos los pacientes, excepto a uno: 43% no tenía ninguna variante en nueve genes del sarcómero, 10% tenía una variante de relevancia dudosa, y 43% tenía al menos una mutación causante de enfermedad en uno de estos genes.
El criterio de valoración principal consistió en el cambio de la VO2 máxima (un indicador de la capacidad de ejercicio) a las 16 semanas respecto al valor inicial, y los criterios de valoración secundarios fueron la calidad de vida y los parámetros de rendimiento del ejercicio.
Todos los pacientes recibieron un podómetro y un monitor de frecuencia cardiaca.
Programa de ejercicio estructurado sin supervisión
Los pacientes del grupo de entrenamiento mediante ejercicio acudieron a una reunión durante 1 hora con un experto en fisiología del ejercicio, y realizaron un programa de ejercicio individualizado, en el que podían pedalear, andar/correr despacio, nadar, o utilizar una máquina elíptica, pero no realizar ejercicio intermitente ni contra resistencia.
Los pacientes recibieron instrucciones para realizar 20 minutos de ejercicio, tres veces en la primera semana, a 60% de su reserva de frecuencia cardiaca (basada en una prueba de ejercicio cardiopulmonar basal), y con una intensidad subjetiva moderada.
Entre la segunda y la cuarta semanas, recibieron instrucciones para aumentar el ejercicio 5 a 10 minutos por semana (hasta 60 minutos), así como para realizar ejercicio 4 a 7 veces por semana a 70% de su reserva de frecuencia cardiaca, con una intensidad subjetiva moderada. Debían mantener este ritmo de ejercicio durante el resto de las 16 semanas del estudio.
Los pacientes del grupo de actividad habitual recibieron instrucciones para continuar con sus hábitos de ejercicios habituales.
Se llevó a cabo un seguimiento de la actividad del paciente utilizando los datos del monitor cardiaco, los datos del podómetro, los registros de actividad, y las llamadas telefónicas semanales.
Alrededor de 4 de cada 10 pacientes en ambos grupos señalaron que no hacían ejercicio de manera regular antes de incorporarse al estudio.
A las 16 semanas, 28% de los pacientes del grupo de actividad habitual, y 93% de los pacientes del grupo de entrenamiento mediante ejercicio, realizaban ejercicio de manera regular.
Los pacientes tenían una media de VO2 máxima de 22 ml/kg/min al entrar en el estudio, que aumentó una media +1,35 ml/kg/min en los pacientes del grupo de entrenamiento mediante ejercicio, y +0,08 ml/kg/min en el grupo de ejercicio habitual, con una diferencia entre ambos grupos de 1,27 ml/kg/min, que indicaba un incremento absoluto de 6%.
El incremento de la VO2 máxima fue similar al incremento de 4% de la VO2 máxima en los pacientes con insuficiencia cardiaca del estudio HF-ACTION.
No se observaron diferencias en la remodelación cardiaca ni en la calidad de vida (basadas en cuestionarios de autoevaluación), aparte de los efectos favorables relacionados con la mejora de la función física, y tampoco se hizo un ajuste de los factores de confusión.
La Dra. Saberi y sus colaboradores concluyeron que "los participantes del grupo de intervención de entrenamiento mediante ejercicio realizaron ejercicio con más frecuencia y de manera más apropiada que los del grupo de actividad habitual, lo que indica que la consulta con un experto en ejercicio, con el objetivo de elaborar un programa de entrenamiento mediante ejercicio adecuado para los pacientes con miocardiopatía hipertrófica, puede ser apropiada en la práctica clínica para fomentar un estilo de vida activo y saludable".
Prescripción simple de ejercicio, posibles terapias génicas a futuro
El estudio no tenía un poder estadístico suficiente para evaluar la seguridad y, debido a la poca frecuencia y a la singularidad de los eventos adversos graves en los pacientes con miocardiopatía hipertrófica, comparados con aquellos con insuficiencia cardiaca crónica, sería necesario un estudio con muchos más pacientes, puntualizan la Dra. Saberi y sus colaboradores.
Por estas razones, determinar el nivel seguro de ejercicio para los pacientes con miocardiopatía hipertrófica "continúa siendo una tarea en marcha", como señalan la Dra. Owen y el Dr. Cappola.
"Se encuentran en desarrollo estrategias terapéuticas para actuar directamente en el sarcómero, las cuales pueden ser prometedoras. Resulta interesante y alentador el comprobar que una intervención sencilla, como lo es el ejercicio recreativo, puede tener un efecto favorable en la evolución de algunas cardiopatías hereditarias", concluyeron los doctores.
Este estudio se financió con una beca de investigación del Michigan Institute for Clinical & Health Research, una beca del Universisty of Michigan Frankel Cardiovascular Center McKay Research Grant and Inaugural Grant y por un donante anónimo. La Dra. Saberi y sus colaboradores han declarado no tener ningún conflicto de interés económico pertinente. El Dr. Cappola ha recibido becas del National Heart, Lung and Blood Institute, y ha sido miembro del comité de seguimiento de datos y de seguridad de Novartis. La Dra. Owens ha declarado no tener ningún conflicto de interés económico pertinente.
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Citar este artículo: RESET-HCM: Andar de prisa puede ser beneficioso en pacientes con miocardiopatía hipertrófica - Medscape - 24 de marzo de 2017.
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