El yoga tiene misma eficacia que la fisioterapia en la dorsalgia

Pauline Anderson

Conflictos de interés

4 de octubre de 2016

SAN ANTONIO. El yoga tiene la misma eficacia que la fisioterapia para reducir la lumbalgia crónica, el problema de dolor más frecuente en Estados Unidos, según muestra una nueva investigación.

"Nuestro estudio demostró que el yoga era no inferior a la fisioterapia para un grupo diverso de pacientes con bajos ingresos", dijo el Dr. Robert B. Saper, director de medicina integral, en el Centro Médico Boston, Massachusetts. "Su eficacia fue más evidente en los pacientes que más se apegaban a esta actividad".

El Dr. Saper presentó su estudio en el Congreso Anual 2016 de la American Academy of Pain Management (AAPM). La AAPM recientemente modificó su nombre al de Academy of Integrative Pain Management.

La investigación previa ha demostrado que el yoga mejora el dolor y la función y reduce la utilización de medicación. Por ejemplo, un metanálisis en el 2013 demostró magnitudes de efecto pequeñas a medianas para el yoga en la discapacidad relacionada con dorsalgia a corto y a largo plazo. La investigación también demuestra que la fisioterapia es eficaz para tratar a los pacientes con dorsalgia.

"Sabemos que el yoga es eficaz, sabemos que la fisioterapia es eficaz, pero desconocemos su eficacia comparativa", dijo el Dr. Saper. "Para lograr que un procedimiento saludable complementario se introduzca en la atención a la salud tradicional, diría que un obstáculo mínimo es que tenga la misma eficacia que el tratamiento habitual y tal vez que ofrezca otras ventajas, como la rentabilidad".

La fisioterapia se considera una terapia habitual y es la causa más frecuente de remisión no farmacológica por los médicos para tratar la lumbalgia crónica, dijo el Dr. Saper. Alrededor de 22% de los pacientes con lumbalgia en atención primaria son remitidos para fisioterapia.

Para este nuevo estudio, los investigadores contaron con la participación de 320 pacientes adultos de centros de salud de poblaciones del área de Boston, quienes tenían dorsalgia crónica sin una causa anatómica evidente, como estenosis raquídea. Los pacientes eran predominantemente no caucásicos y de bajos ingresos, con un nivel educativo relativamente bajo.

Los pacientes tenían puntuaciones de dolor "muy altas" (promedio de 7 de 10 en una escala de dolor) y estaban "muy incapacitados" por lo que respecta a su dorsalgia, dijo el Dr. Saper. Casi tres cuartas partes estaban utilizando analgésicos y casi 20% tomaban opioides.

"No tuvimos absolutamente ningún problema para reclutar a los pacientes" para este estudio. "Esto es porque las personas con dolor crónico están sufriendo y no se están cumpliendo sus necesidades".

Los pacientes fueron asignados en forma aleatoria a uno de tres grupos: yoga, fisioterapia o aleccionamiento.

Para elaborar el protocolo de yoga estructurado, el Dr. Saper y sus colaboradores organizaron un grupo de expertos que analizó la literatura sobre el tema. El producto final fue una clase semanal de 75 minutos, con una proporción estudiante a maestro muy baja.

Las clases comenzaron con un segmento breve sobre la filosofía del yoga (no violencia, moderación, autoaceptación). Después se proporcionó a los participantes tapetes en los cuales realizar posiciones de yoga sencillas. Recibieron un DVD para practicarlas en su domicilio.

Temor a la lesión

Al preguntarle un delegado cómo exhortaba a los pacientes con dolor a sentarse en el piso cuando muchos tenían temor a lesionarse, el Dr. Saper dijo que algunos pacientes tuvieron dificultad, sobre todo los que eran obesos. "Sin embargo, estos cursos van despacio y con suavidad; la primera clase puede constituir simplemente lograr que las personas se sienten en el piso, se lleven las rodillas al tórax o se coloquen en posición de mesa".

El grupo con fisioterapia recibió 15 sesiones personales de 60 minutos, que incluían ejercicio aeróbico. El personal fisioterapeuta fue capacitado para ayudar a entrenar a los pacientes a evitar el temor.

El grupo que recibió aleccionamiento obtuvo un libro detallado sobre la dorsalgia.

Tanto las sesiones de fisioterapia como las de yoga continuaron durante 12 semanas, después de las cuales se efectuó seguimiento a los pacientes hasta las 52 semanas. Durante este periodo subsiguiente a la intervención, los pacientes de los grupos con yoga y con fisioterapia fueron asignados de manera aleatoria a mantenimiento (disminución de las clases de yoga o más sesiones de fisioterapia) o sólo practicar en su domicilio.

El apego en general no fue alto. El número medio de clases de yoga y de sesiones de fisioterapia al que asistieron durante la fase inicial fue de siete.

La pregunta principal que se abordó fue si el yoga no era inferior a la fisioterapia a las 12 semanas.

El estudio demostró que por lo que respecta a la función (puntuaciones del Cuestionario de Discapacidad de Roland-Morris), el yoga y la fisioterapia "son exactamente iguales, es decir, no inferiores", dijo el Dr. Saper, añadiendo que "no son muy diferentes del aleccionamiento a las 12 semanas".

Sin embargo, al analizar sólo a los pacientes que realmente fueron a las clases de yoga, dijo: "Se ve que el yoga y la fisioterapia todavía son muy similares, pero la diferencia con el aleccionamiento es muy alta".

Hubo resultados similares para las puntuaciones de dolor. "Se ve que el yoga y la fisioterapia son básicamente lo mismo: un poco mejor que el aleccionamiento, pero mucho mejor cuando se toma en cuenta el análisis por protocolo".

En cuanto al porcentaje de participantes que tuvo una reducción de un mínimo de 30%, "si se analiza el Cuestionario de Discapacidad de Roland Morris, es 48% para el yoga, 37% para la fisioterapia y 23% para el aleccionamiento", dijo el Dr. Saper. "Lo que esto significa es que por cada dos pacientes que acuden al yoga, alrededor de 50% de ellos tendrán una respuesta clínica".

Al analizar el odds ratio (OR) para la función, comparando las diversas intervenciones, "el yoga en realidad es superior" a la fisioterapia y es "bastante" superior al aleccionamiento, dijo el Dr. Saper.

Al inicio, alrededor del 70% de los participantes estaban utilizando medicación. A las 12 semanas, tal utilización se redujo casi 20%, tanto en los grupos con yoga como con fisioterapia, y no se había modificado en el grupo que recibió aleccionamiento.

Un número similar de pacientes de los grupos con yoga y fisioterapia informaron estar "muy mejorados" y "muy satisfechos", dijo el Dr. Saper.

El yoga resultó inocuo y sólo hubo exacerbaciones leves, por lo general transitorias, de la dorsalgia.

Además de la baja tasa de cumplimiento, otra posible limitación del estudio es que esos hallazgos pueden no ser generalizables. "Este fue un programa de yoga normalizado muy estructurado", dijo el Dr. Saper. "No sabemos cómo los pacientes evolucionarán si se inscriben en un estudio de yoga habitual".

Se necesitan estudios más extensos para idear mejores estrategias que mejoren el cumplimiento, dijo.

Rentabilidad

Los investigadores ahora analizarán los costos que conlleva el yoga, dijo el Dr. Saper a Medscape Noticias Médicas después de su presentación.

"Estamos recolectando datos para evaluar la rentabilidad del yoga en la dorsalgia sintomática desde la perspectiva del pagador, la sociedad y el paciente. Veremos qué muestran estos análisis; potencialmente justificarán, en combinación con los datos de eficacia, la cobertura por hospitales o un sistema de pagadores por los programas de yoga estructurados".

Al pedirle su comentario sobre este nuevo estudio, el Dr. Robert Bonakdar, del Centro Scripps de Medicina Integral, en La Jolla, California, dijo que plantea "una pregunta importante": cómo algo "nuevo e inminente como el yoga" se compara con el tratamiento estándar.

"Todo médico familiar, todo médico de primer contacto, que atiende a pacientes con lumbalgia está prestando atención al tratamiento no farmacológico, y uno de los aspectos iniciales es la fisioterapia. Sin embargo, lamentablemente, esto no funciona en todos los pacientes con dolor".

En algunos casos, dijo el Dr. Bonakdar, la fisioterapia puede no ser accesible o no estar cubierta por seguro, en cuyo caso puede ser prohibitivamente costosa. Como alternativa, "hay clases de yoga que tienen un costo de 10 o 15 dólares a la semana", dijo el Dr. Bonakdar, y el yoga "puede llegar a practicarse después en el domicilio".

El nuevo estudio se suma a nuestros conocimientos, al señalar que: a) el yoga tiene la misma eficacia que el tratamiento estándar, el tratamiento no farmacológico, y b) puede efectuarse en una población diversa, incluida la población de habla no inglesa con bajos ingresos en Boston. Así que elimina algunas de esas barreras para recomendarlo".

La belleza del yoga, dijo el Dr. Bonakdar, es que "está muy bien presentado" e incluye no sólo la percepción del cuerpo, sino también la percepción mental y de la respiración. "Y se siente bien hacerlo; no se siente como si fuese una intervención médica".

Asimismo, hay evidencia de que el yoga tiene una repercusión positiva en el cerebro. De acuerdo con la Dra. M. Catherine Bushnell, PhD, del Centro Nacional de Salud Complementaria e Integral, en National Institutes of Health, quienes han practicado yoga por mucho tiempo tienen más sustancia gris que controles físicamente activos equiparables.

"La sustancia gris disminuye con la edad, pero quienes practican yoga tienen una silueta delgada; no se ve esta reducción de la sustancia gris relacionada con la edad, que se ve en otras personas sanas", dijo la Dra. Bushnell a los delegados durante una plenaria diferente.

Además, parece existir una relación "muy sólida" entre el tiempo durante el cual una persona haya practicado yoga y los cambios cerebrales positivos. "Cuántos más años haya practicado yoga una persona, tanta más sustancia gris tendrá en múltiples zonas del cerebro".

El yoga influye en zonas del cerebro que son importantes para modular el dolor, dijo la Dra. Bushnell.

Es una "actividad compleja", que implica no sólo ejercicio sino también control de la respiración y meditación. Además, aunque los análisis muestran que el ejercicio es el principal contribuyente a la sustancia gris, todos los demás elementos del yoga también desempeñan un papel, dijo.

En otro estudio citado por la Dra. Bushnell se midió la cantidad de tiempo que los participantes podían mantener su mano en agua fría. Demostró que los practicantes de yoga tienen más tolerancia al dolor que otras personas.

En otra región del cerebro ― la corteza de la ínsula ― hubo una relación entre la tolerancia al dolor y la cantidad de sustancia gris, dijo.

El estudio fue respaldado por un apoyo económico del Centro Nacional de Salud Complementaria e Integral. El Dr. Saper y la Dra. Bushnell han declarado no tener ningún conflicto de interés económico pertinente. Los puntos de vista de la Dra. Bushnell son suyos y no reflejan la postura o la política del National Institutes of Health, el Servicio de Salud Pública o el Departamento de Salud y Servicios Sociales de Estados Unidos.

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