Desde marzo de 2016 la Ciudad de México ha registrado los niveles más altos de contaminación que se han presentado en 14 años. En las últimas semanas, los teléfonos celulares inteligentes de los capitalinos de la ciudad vibran varias veces al día con alertas indicando los niveles elevados de contaminantes y las limitaciones parciales a la circulación de vehículos particulares (medida establecida desde 1989 por el gobierno ante las contingencias).
La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que la contaminación del aire, tanto en zonas rurales como en ciudades, causó 3.7 millones de muertes prematuras en el mundo en 2012. Según la organización, 80% de estas muertes se debieron a cardiopatías isquémicas e infartos, 14% a enfermedad pulmonar obstructiva crónica o a infecciones respiratorias agudas bajas, y 6% a cáncer de pulmón. Estima también que tal mortandad se debe a la exposición a las partículas suspendidas PM10, partículas contaminantes que miden menos de 10 micrómetros de diámetro. Sin embargo, la OMS también aclara que estas muertes pueden atribuirse a más de un factor de riesgo simultáneo, como fumar; pero señala que algunas muertes por cáncer de pulmón –por ejemplo– se hubieran evitado mejorando la calidad del aire ambiental o dejando de fumar tabaco.
Los ciudadanos de Latinoamérica diariamente se exponen a altas dosis de contaminantes que tienen efectos negativos sobre su salud, un estudio estimó que un control de políticas ambientales en la Ciudad de México, San Pablo y Santiago, permitiría contrarrestar varios efectos nocivos sobre la salud de la contaminación del aire. En un modelo que compara los escenarios entre no modificar las políticas actuales y otro que contemplaba tomar medidas de reducción de la contaminación entre el año 2000 y 2020, los autores del estudio calculan que las medidas de reducción podrían evitar más de 156 mil muertes, 4 millones de ataques de asma, 300 mil visitas al pediatra, y cerca de 48 mil casos de bronquitos crónica. En este escenario, el impacto económico sería nada desdeñable: un ahorro en gastos de salud de unos 21 a 165 miles de millones de dólares americanos.
¿Partículas suspendidas y cáncer?
Los riesgos asociados a la exposición a la contaminación del aire –tanto corta como prolongada– varían desde irritación e inflamación de las vías respiratorias, alergias y asma, hasta cambios en el ritmo cardiaco, enfermedades cardiovasculares y respiratorias, infartos y muerte. Pero otro de los riesgos es el cáncer.
En diciembre de 2015, la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer (IARC) de la OMS, incluyó entre sus Monografías un volumen dedicado a la contaminación ambiental. En él determinó que la contaminación del aire es carcinogénica para los humanos, particularmente causante de cáncer de pulmón. El reporte considera que las partículas suspendidas presentan la mayor asociación en el aumento de la incidencia de este cáncer. También se reporta evidencia epidemiológica de una asociación entre cáncer de vejiga y exposición a ciertos contaminantes del aire, pero los resultados no fueron concluyentes.
"Ahora estamos seguros de que hay evidencia suficiente que demuestra que la contaminación del aire causa cáncer de pulmón", dijo a Medscape Dana Loomis, jefe de sección adjunto del programa de monografías de la IARC; "finalmente se ha establecido una relación causal".
Loomis dijo además que los grupos vulnerables varían geográficamente, dependiendo de diversos factores. "Por ejemplo, en América del Norte y en Europa, la gente más pobre tiende a estar más expuesta a la contaminación ambiental, mientras que en Latinoamérica la situación es al revés; la gente más rica presenta los niveles de exposición más altas", dice Loomis. El investigador consideró que posiblemente estas diferencias se deben a que los distintos sectores sociales presentan diferentes niveles de exposición dependiendo de su cercanía a zonas industriales y al tráfico vehicular, las cuales varían entre un país y otro.
Si bien se han estudiado ampliamente los efectos de la contaminación de aire sobre la salud, Loomis advierte que aún se necesitan hacer estudios sobre la composición particular de la contaminación del aire en diferentes zonas geográficas, ya que anticipa que los efectos sobre la salud variarán dependiendo del tipo de partículas suspendidas en cada ambiente. Señaló que en particular hay pocos datos específicos de ciudades en Asia y África, incluyendo China, en donde los niveles de contaminación son sumamente elevados.
"Controlar la exposición a la contaminación del aire es prácticamente imposible para los individuos….¡todos respiramos el mismo aire!", dice Loomis. "Por eso la solución tendrá que venir de un cambio en las políticas públicas; el aire es un bien común, un derecho común, y la responsabilidad de limpiarlo recae en los gobiernos", dijo.
La contaminación abruma el corazón
Otra de las consecuencias de la exposición crónica a la contaminación del aire es que incrementa el riesgo de enfermedades cardiovasculares. "Los resultados son contundentes; hoy en día sabemos que la contaminación del aire sí causa enfermedades cardiovasculares", dijo a Medscape Joel Kaufman, investigador de la Universidad de Washington quien ha estudiado esta asociación desde hace décadas. Kaufman explicó que esta causalidad es independiente del estilo de vida y que sí está directamente relacionada con la exposición crónica a contaminante. Él y su equipo han estudiado las relaciones de causalidad entre contaminación del aire y riesgos de enfermedades cardiovasculares siguiendo a grupos étnicos específicos y a diferentes sectores socioeconómicos. "No encontramos una diferencia contundente en susceptibilidad entre diferentes grupos étnicos, pero sí hemos visto que el sector socioeconómico juega un papel relevante en esta asociación", dijo el investigador.
Los trabajos de investigación de su equipo señalan que en América del Norte, los grupos socioeconómicos más bajos tienen mayor riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares que los grupos que tienen mayor estatus. ¿El motivo? "no sabemos muy bien, pero creemos que los factores de estrés que tienen estos sectores pueden ser un factor que contribuya a incrementar su riesgo a padecer estas enfermedades", dice Kaufman. Sin embargo, sus estudios indican que no es el nivel socioeconómico del individuo el que determina el nivel de riesgo, sino el del vecindario, pero aún no cuentan con una explicación contundente.
En el laboratorio de Kaufman aún trabajan en encontrar las relaciones dosis-respuesta entre exposición a contaminantes y riesgo, y el siguiente paso en sus investigaciones será determinar estas relaciones a largo plazo. Al consultarlo sobre la posibilidad de adaptación a ambientes contaminados, el investigador dijo "no hemos encontrado evidencia alguna de que los humanos nos estemos adaptando a la contaminación... Hemos visto que estos contaminantes son tóxicos a casi cualquier concentración que hemos encontrado hasta ahora, así que hay que tener mucho cuidado en pensar que la gente se puede adaptar, porque parece claro que estos contaminantes no se prestan para ello".
Hábitos saludables: ¿ejercitarse o no ejercitarse?
Si bien es cierto que el ejercicio regular tiene efectos positivos sobre la salud de los individuos, también es cierto que ejercitarse cuando la contaminación del aire es elevada incrementa los riesgos a la salud. Un estudio de revisión de 2004 encontró que los individuos que se ejercitan en ambientes contaminados presentan un riesgo mayor de padecer los efectos adversos conocidos sobre la salud debido a un incremento en la respiración y la deposición de las partículas en los pulmones de los contaminantes tóxicos inhalados. Los autores del estudio sugieren a los médicos recomendar a sus pacientes que tomen medidas que minimicen su exposición a estas toxinas ambientales.
Así, la Comisión Ambiental de la Ciudad de México –por ejemplo– recomienda a sus ciudadanos seguir ciertas precauciones para proteger su salud. En sus comunicados recomienda que "los niños, adultos mayores y personas con problemas respiratorios y cardiovasculares permanezcan en interiores en las horas de máxima concentración; que los niños, jóvenes y adultos mayores eviten las actividades deportivas al aire libre; que los deportistas se abstengan de realizar ejercicio en exteriores o desarrollar actividades que requieran un esfuerzo vigoroso; que la población en general evite las actividades deportivas y de recreación al aire libre", entre otras recomendaciones.
Sin embargo, el dilema de ejercitarse o no ejercitarse sigue siendo uno vigente. Un estudio de 2015 realizado en Dinamarca analizó los efectos combinados de la actividad física con la contaminación del aire en la mortalidad de adultos mayores de zonas urbanas. Los resultados: "la exposición a altos niveles de contaminantes relacionados con el tráfico no modificó las asociaciones [a la mortalidad], indicando que hay efectos benéficos de la actividad física sobre la mortalidad", aunque los autores advierten que los estudios deben replicarse en otras ciudades.
“Ésa es la pregunta del millón de dólares”, dijo a Medscape Michael Koehle, investigador asociado de la Universidad de British Columbia quien estudia las asociaciones entre contaminación ambiental y el ejercicio. “Por el momento, los estudios señalan que dadas las mismas condiciones de exposición a la contaminación –comparando donde viven–, las personas que se ejercitan son más saludables que aquellas que no lo hacen, pero esto solo aplica para las personas sanas que no padecen enfermedades cardiovasculares o pulmonares”, agregó.
Koehle explicó que cuando nos ejercitamos incrementamos nuestra exposición a los contaminantes debido a que aumenta nuestro metabolismo y respiramos más que cuando estamos en reposo, además de que tendemos a respirar por la boca (nuestra nariz filtra parcialmente el aire que respiramos, pero cuando respiramos por la boca el aire salta ese filtro). Es por este motivo que ejercitarse se vuelve motivo de preocupación. Pero según Koehle, "los beneficios de ejercitarse son incontrovertibles, y la actividad diaria es un factor protector para un rango de enfermedades que incluye cáncer, enfermedades cardiovasculares y diabetes".
Por ello, el investigador dice que la mejor estrategia para quienes hacen ejercicio es separarse temporal y espacialmente de la contaminación, por ejemplo, realizando las actividades lejos del tráfico vehicular y en horas del día en que los niveles de contaminación son menos elevados. “Las personas que desean ejercitarse pueden utilizar servicios como Plume Labs, que no solamente brindan indicadores de los niveles actuales de contaminación, sino también predicciones para el resto del día basados en tendencias anteriores como el clima”.
"La contaminación ambiental es una receta complicada que depende la localidad, del tiempo del día, y de una miríada de factores. Este es un nuevo campo de investigación y aún hay mucho por investigar", dijo Koehle.
Citar este artículo: Efectos sobre la salud de la contaminación del aire: ¿Qué sabemos? - Medscape - 21 de jun de 2016.